Internet of Things: cuando nuestros clientes no son las personas, sino sus vehículos

16 de abril de 2021

Televisores, lavadoras, radiadores y, por supuesto, nuestros propios vehículos. Se espera que, en los próximos años, el Internet de las Cosas (Internet of Things o IoT, por sus siglas en inglés) se incorpore cada vez más a objetos cotidianos, creando un nuevo escenario en el que las cosas del mundo físico se conecten, dialoguen y conversen entre sí. Un mundo en el que las cosas, nuestras cosas, sean capaces de tomar decisiones de forma autónoma e inteligente.

Este cambio de escenario obliga a las empresas a rediseñar sus estrategias y repensar casi todo lo que hacen en el área de comunicación y venta, desde cómo conciben sus productos hasta cómo los dan a conocer. Como operadores de carreteras, una de las cuestiones que se nos plantea es cómo vamos a interactuar con los nuevos conductores, que en cuestión de pocas décadas ya no solo serán personas, sino vehículos inteligentes.

Un mundo en el que piensan las máquinas

El Internet de las Cosas hace referencia a la interconexión digital de objetos entre sí a través de internet. Cualquier aparato, incluso el más cotidiano, es susceptible de convertirse en un objeto IoT en cuanto es sensorizado y conectado a la red.

Pero, ¿por qué querríamos conectar cualquier objeto a internet? La respuesta es simple y, a la vez, compleja: para poder acceder a nueva información que nos dé una ventaja competitiva. Una vez conectados, los aparatos pueden interaccionar entre sí y realizar de forma autónoma muchas acciones que, hasta ahora, tenían que ser ordenadas por una persona. Su naturaleza cambia y sus interacciones y posibilidades casos de uso crecen exponencialmente. Conocerlo es la clave para explotarlo.

En el caso de los vehículos, por ejemplo, la conectividad permite actualizar mapas de forma automática a través de sus propias Apps o acceder a plataformas de servicios, como recargas eléctricas o una tarifa plana de aparcamiento. Además, un vehículo conectado e inteligente es un vehículo capaz de tomar sus propias decisiones. En un entorno de smart city, puede sugerir dónde aparcar al mejor precio o qué rutas tomar en función de la densidad del tráfico y las restricciones por contaminación. En un entorno de smart roads, un vehículo podría llegar a decidir por sí mismo la ruta del viaje en función de las rutinas diarias que ya conoce de su usuario, como en qué taller cercano pasar la ITV según su puntuación en Google Places o directamente encender la calefacción de casa con solo entrar en el coche.

La conectividad abre un mundo de posibilidades en el que los humanos delegamos cada vez más tareas en la tecnología. Esto dará lugar al desarrollo de mercados que a día de hoy todavía no existen: mercados en los que los clientes son las propias máquinas. Este cambio de paradigma altera la estructura de la industria al ofrecer nuevas oportunidades para las empresas y un abanico inmenso de posibilidades. Se calcula que el número de dispositivos conectados a internet alcanzó los 22.000 millones a finales de 2018. Y, según las previsiones, habrá casi 50.000 millones en 2030.

grafico dl número de dispositivos conectados a internet Fuente: https://www.strategyanalytics.com/access-services/enterprise/iot/reports/report-detail/iot-market-forecast-and-analysis

El reto de comunicarse con nuestros vehículos

El primer gran reto antes de entrar en los nuevos modelos de negocio derivados de la explosión del IoT es aprender a comunicarse con las cosas. En particular, con los vehículos. Esto se logra digitalizando infraestructuras de ciudades, carreteras o autopistas, para poder establecer un diálogo entre ambos.

Una vez digitalizada la infraestructura, los dispositivos IoT se encargan de recopilar información de todo lo que está sucediendo en el entorno y enviársela a los vehículos, al tiempo que recogen la información que los vehículos comparten. Se inicia así el diálogo a un nivel sencillo. Es posible, por ejemplo, colocar sensores que informen de las condiciones de la vía y hagan saltar las alarmas a bordo si se forma hielo en el asfalto. Los propios dispositivos envían al mismo tiempo un mensaje de forma automática a los paneles de información que leen los conductores humanos y también un aviso estándar a los coches autónomos.

Del mismo modo, pueden alertar de la presencia de un accidente, atascos o cualquier incidente en las proximidades. Ofrecer este tipo de información aumenta la seguridad en carretera, algo que resultará fundamental cuando convivan vehículos autónomos y tradicionales en las mismas vías.

Ventajas competitivas para las empresas

Desde el momento en que somos capaces de establecer un diálogo básico, pasar al siguiente nivel es solo un paso más. Es este intercambio de datos lo que puede favorecer también a las compañías, que tienen ahora la posibilidad de captar usuarios ofreciendo información y servicios más allá del propio entorno de tráfico — ¿es esta autopista un entorno donde puedo conectar el piloto automático y olvidarme de conducir? ¿hay algún tipo de ventaja que pueda hacer de mi trayecto una experiencia mejor? ¿o hay una niebla intensa y por lo tanto es la opción más segura en este preciso momento?

Entender qué necesitan y cómo actúan los vehículos que transitan por determinados lugares abre la posibilidad de ofrecer servicios de plataforma. Estos pueden abarcar muchas prestaciones, que van desde el pago de la propia autopista hasta la reserva de plaza en el parking más cercano a nuestro destino, pasando por sistemas de entretenimiento a bordo e infotainment de terceros.

La mejora en el servicio gracias a las suscripciones y el intercambio de información es considerable. En primer lugar, porque conocer qué clientes circulan por las vías permite entender mejor cuáles son sus necesidades. Dado que los vehículos tienen gran cantidad de sensores que interactúan con la carretera de muchos modos diferentes, es posible compartir mucha información interesante desde el punto de vista del marketing – un marketing que es ahora muy diferente. No es lo mismo hablar con un usuario que hablar con su vehículo. Estos pueden dar información de todo tipo: cuántos kilómetros hacen al día, qué tipo de energía utilizan o qué programas de radio se escuchan en los desplazamientos, por ejemplo. Al igual que nuestro móvil conoce nuestros gustos y rutinas, es solo cuestión de tiempo que los vehículos conozcan nuestras necesidades mejor que nosotros mismos – y contar con información de estos nuevos comportamientos supone una ventaja competitiva. Permite fidelizar a los clientes y darles mejor servicio a la vez que el negocio sale reforzado.

Pensando desde la infraestructura: el caso de CINTRA

Este contexto nos hace cuestionarios las posibilidades de una nueva forma de hacer negocios. En nuestro sector está entrando un nuevo tipo de cliente del que ahora mismo no sabemos nada, y es fundamental tener una actitud activa para que la infraestructura contribuya no solo a mejorar la entrada del vehículo conectado y autónomo en nuestras carreteras, sino también a mantener la seguridad de todos los conductores que convivirán con el tráfico autónomo, y que aún no sabemos cómo van a interactuar.

Desde CINTRA ya estamos desarrollando la tecnología base que abre la puerta al diálogo con los vehículos. Una nueva generación de dispositivos IoT diseñados para detectar situaciones de riesgo en la carretera y comunicarse en tiempo real con cualquier tipo de vehículo, ya sea autónomo, conectado o tradicional. Por ejemplo, la presencia de vehículos lentos o parados, casos conducción en sentido contrario, peatones que transitan a pie o ciclistas que no deberían circular en vías rápidas. Se trata de situaciones de riesgo que pueden detectarse fácilmente con la tecnología única de Cintra.

Estos dispositivos lanzan una alarma de forma visual mediante plataformas como Waze o con paneles de mensajería variable para vehículos tradicionales; o 100% telemática para los conectados o autónomos. Ofreciendo esta información en el momento adecuado y por el canal adecuado, permitimos a todos los usuarios tomar medidas preventivas que aumenten su propia seguridad, y por extensión, la de todos los usuarios.

Esta solución cuenta además con un canal paralelo de comunicación directa con el Centro de Control de la Autopista. Esto ayuda, en primer lugar, a reducir el tiempo que se tarda en detectar y alertar de una situación de riesgo (se calcula que el 30% de las situaciones de peligro no son detectadas actualmente). En segundo lugar, es capaz compartir y mostrar eventos de riesgo de otras plataformas, como puede ser la presencia de servicios de protección civil o de un operario de grúa remolcando a un vehículo averiado en el arcén.

La tecnología IoT también mitiga el coste económico y social de los accidentes. De acuerdo con datos de la DGT e incluyendo todos los gastos directos e indirectos, cada fallecido en carretera supuso un coste de más de un millón y medio de euros en 2019. Un herido hospitalizado implicó un coste de más de 250.000 euros, mientras que otro no hospitalizado, de unos 7.000. Se trata de impactos que se pueden reducir de muchas maneras, pero la primera de ellas es tener información fidedigna y a tiempo de qué está pasando en cada momento para poder tomar las decisiones adecuadas, automatizando partes del proceso.

Preguntas para un futuro cercano

Actualmente, estos sensores se están probando en un tramo de un kilómetro en una autopista operada por Cintra, que en breve entrará en fase de piloto. Al mismo tiempo, continuamos trabajando para dibujar cómo puede ser el futuro. Para ello nos hacemos numerosas preguntas: ¿va a afectar el uso del vehículo autónomo en nuestro comportamiento como conductores humanos? ¿Cómo informamos a una máquina de la seguridad y los servicios que ofrece una autopista para influir en las decisiones de sus algoritmos?

Hace justo un siglo, entre 1915 y 1930, cuando el mundo cambió de vehículos de tracción animal a los de tracción mecánica en apenas 15 años, se produjo una reducción significativa del número de siniestros en la carretera gracias a la introducción de la nueva tecnología – mucho antes que los primeros códigos de circulación Hoy, gran parte de nuestro trabajo busca dejar también un impacto positivo, haciendo posible la transición tecnológica que viviremos en las próximas décadas.

Todavía no sabemos qué parte de la población seguirá queriendo tener un coche en propiedad o no, o si la presencia de nuevos tipos de vehículos hará que se mude más lejos de las ciudades. Lo que sí sabemos es hacia dónde queremos enfocar nuestros esfuerzos: definir los nuevos estándares de la infraestructura del futuro mediante un diálogo constante con el IoT más avanzado de los vehículos conectados y autónomos, con el objetivo último de mejorar la experiencia y seguridad de todos los usuarios de nuestras autopistas.

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