A lo largo de los últimos 120 años hemos presenciado la evolución y el desarrollo de cuatro «pantallas» que han cambiado por completo el modo en que nos informamos y nos entretenemos. Las cuatro pantallas de las que hablo son el cine, el televisor, el ordenador y el smartphone de hoy en día. La sociedad ha sabido reconocer la importancia de estas innovaciones y esto ha dado lugar a una carrera por llegar a la «quinta pantalla» que, según muchos, sería el coche conectado.
El objetivo de los coches conectados actuales es dar al conductor una interconectividad sencilla entre varias plataformas de entretenimiento digital, seguridad, diagnóstico y navegación. Los sistemas Bluetooth y GPS son ejemplos magníficos de funciones de entretenimiento digital y de navegación que se han vuelto cada vez más habituales y fáciles de usar en los coches de hoy en día. No obstante, la aspiración final de muchos de estos buscadores de la «quinta pantalla» es dar con un coche totalmente conectado que también sea autónomo o, dicho de otra manera, que cuente con conducción automática. Actualmente hay 44 corporaciones que trabajan en vehículos autónomos, desde fabricantes tradicionales de automóviles como Toyota o BMW hasta empresas tecnológicas como Apple o Samsung. Con tantos líderes empresariales globales que intentan desarrollar esta tecnología, no sorprende que lo que una vez se consideró fantasía muy pronto se transforme en realidad.
El bueno, el malo y el gracioso
La producción en masa de coches autónomos, y la producción de redes interconectadas para los mismos, aumentará las ya muchas ventajas individuales y sociales que los coches conectados intentan ofrecer. Por ejemplo, un coche autónomo podría permitirle centrarse por completo en responder a un correo importante del trabajo, en lugar de ponerse en peligro haciéndolo mientras conduce. Si tenemos en cuenta que algunos expertos consideran que el 90 % de todos los accidentes se producen por error humano, los coches autónomos podrán reducir de forma drástica el número de accidentes en carretera. Ya podemos ver una aplicación de esta tecnología en el aeropuerto Heathrow de Londres, donde se están utilizando coches con conducción automática llamados pods, para transportar a los viajeros hasta la terminal y fuera de ella.
A veces, las ventajas y las aplicaciones plausibles de los vehículos autónomos parecen ilimitadas, pero también es importante tener en cuenta los riesgos que suponen. Para evitar un problema como el de Jared (avanzar hasta 1:00) en la serie Silicon Valley, los productores de coches autónomos y los productores de su software deben considerar la seguridad informática como una absoluta prioridad. El incluir el coche autónomo en la red de carreteras podría resultar más catastrófico que el simpático escenario que podíamos ver en Silicon Valley. El reciente ciberataque internacional nos permite hacernos una idea de las desgracias que pueden ocurrir en consecuencia al deseo de la humanidad de estar aún más interconectados. Por tanto, la sociedad debe estar lista para confiar en esta nueva y emocionante tecnología antes de que se aplique en todo el mundo.
Repercusiones económicas y desafíos en una sociedad de coches autónomos
Según ciertas estimaciones, se prevén unos 10 millones de coches autónomos en las carreteras en 2020, lo que indica que hay partes de nuestra sociedad dispuestas a apostar por esta tecnología, a pesar de la oposición de algunos. A la reducción de los accidentes por errores humanos se le suma la reducción de los costes sanitarios asociados a esos accidentes. Se calcula un ahorro de 18 000 millones de dólares en costes sanitarios anuales derivados de las visitas hospitalarias como resultado de accidentes de vehículos a motor. Estos accidentes, junto con las detenciones por la conducción y por controles de alcoholismo, suponen de media el 42 % de los contactos con la policía, lo que significaría una disminución drástica en costes policiales y en servicios de emergencia. No obstante, mientras unos trabajan en su “oficina móvil”, otros estarán probablemente perdiendo su empleo. Los taxistas y los conductores de Uber están mostrándose rápidamente en contra de la tecnología de los coches autónomos porque creen que esta haría peligrar su puesto de trabajo. Esto podría hacerse realidad algún día, pero algunos expertos piensan que se tratará de un cambio gradual y no repentino. Este es un «problema» al que ya nos hemos enfrentado a lo largo de la historia de la humanidad; aunque ciertos trabajos se vayan perdiendo debido a un avance tecnológico, otros se crearán en su lugar.
La evolución del coche autónomo en Europa
Para ayudar a crear una sociedad con coches conectados, y en última instancia autónomos, Ferrovial Servicios, en colaboración con el Energy and Facility Management Centre of Excellence (Centro de competencia de energía y facility management), el Directorate of Innovation and Processes (Dirección de Innovación y Procesos – DIP) y el Centre of Innovation of Smart Infrastructure (Centro de Innovación e Infraestructura inteligente – CI3), participa en un proyecto de Horizon 2020 denominado IMPACT Connected Car. Este proyecto pretende escoger y financiar a 60 pymes en seis sectores: móvil, automoción, electrónica, TIC, servicios e infraestructura. Mediante el asesoramiento de empresas establecidas en esos mismos sectores, las pymes que finalmente sean escogidas para la financiación aspirarán a convertirse en líderes mundiales en innovación en sus respectivas áreas durante las próximas décadas.
Ferrovial Servicios ha sido elegida como empresa principal en la parte de infraestructuras del proyecto. Esta labor exigía a Ferrovial Servicios que participara en la definición de desafíos industriales para el coche conectado, la divulgación de dos convocatorias abiertas, así como la evaluación general y el proceso de selección de 60 pymes. Mientras el mundo vive una transformación de lo físico a lo digital, Ferrovial será empresa líder en los servicios digitales y la infraestructura de comunicaciones que nos conducirán a la esperada quinta pantalla y a la transformación de nuestros coches en “despachos con ruedas”.
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