Reducir, Reutilizar y Reciclar, además de ser las 3 «Rs» de la sostenibilidad, son al mismo tiempo el principio fundamental de la Economía Circular.
No es un secreto si te digo que la reutilización es una práctica con muchos años de historia, ya nuestros antepasados cuando se dedicaban a la agricultura lo practicaban. Por tanto, la reutilización de la materia orgánica – como el estiércol proveniente de los animales, es la más utilizada y practicada desde hace más tiempo. La materia orgánica es el componente más fundamental para la fertilidad del suelo, con mayor influencia en sus características tanto físicas, como químicas y biológicas, constituyéndose como la base de un firme sano.
Terrenos en camino a la infertilidad
Podríamos decir que sin Materia Orgánica, no tenemos suelo. Este principio, básico, de reciclaje y reaprovechamiento es uno de los paradigmas que la agricultura moderna tiene actualmente, enfrentándose a dos necesidades que no son necesariamente antagónicas:
- Conciliar la necesidad de alimentar a un número cada vez mayor de personas con calidad y a bajo coste.
- La necesidad de hacerlo de forma amigable con el medio ambiente.
En los últimos años, se ha observado que está disminuyendo la fertilidad del terreno ya que está decreciendo la reutilización de la materia orgánica en ellos, y de momento no se conocen políticas y/o medidas para invertir esta tendencia.
Si tenemos en cuenta que según la FAO, se requiere que el suelo tenga al menos un contenido del 2% de materia orgánica, nos enfrentamos al hecho de más o menos el 50% del suelo (al menos en Portugal), no reúne ni siquiera las condiciones para ser considerado como tal. Y se encuentra al mismo tiempo en un riesgo elevado o muy elevado de desertificación.
Susceptibilidad de los suelos a la desertificación
1. Baja | 11,8% | . |
2. Moderada | 35,9% | |
3. Elevada | 24,4% | |
4. Muy elevada | 28,0% |
Esta disminución, está directamente relacionada con las características edafoclimáticas (es decir, relativo al clima y el suelo) de los países de la cuenca mediterránea, donde la exposición solar es mayor y tiene una relativamente baja precipitación (generalmente concentrada entre 2 a 3 meses al año). Esto junto que hay poco espacio cubierto por vegetación, potencia el efecto mineralizador de los rayos solares.
Biosólidos, la solución de fertilización más sostenible
Por ello es imprescindible crear políticas de conservación del suelo, que tendrán que obligatoriamente pasar por el aumento del contenido de materia orgánica de los mismos. Es exactamente en ese espectro de medida que la aplicación controlada de lodos de depuración (Biosólidos) encaja. La utilización de biosólidos como fertilizantes o correctivos para los suelos es una técnica conocida y utilizada en los países desarrollados, presentándose como la más sostenible de las soluciones a tres niveles:
- Agronómica: o haciéndose valer del hecho de ser una de las más ricas fuentes de materia orgánica que contiene todavía macro y micro nutrientes en cantidades razonables, imprescindibles para el desarrollo de los cultivos y la recuperación de los suelos.
- Medioambientalmente: o sustituyendo la fertilización química, constituyéndose como fuente alternativa de la materia orgánica y macro y micro nutrientes. O bien, desviación de vertedero, miles de toneladas de residuos orgánicos.
- Económicamente: se presenta como la forma más económica para la gestión adecuada de los residuos que se produce en Portugal, aproximadamente 750.000 toneladas por año;
Por tanto, se puede ver que la utilización de biosólidos como fertilizante o correctivo se establece actualmente y a medio plazo como la más adecuada forma de gestión de este tipo de residuo. Representando en sí el paradigma de la economía circular. Creando riqueza, reaprovechando lo que sería de otra forma, un residuo.
No te olvides de que el suelo es un recurso no renovable a escala humana.
«En la Naturaleza nada se pierde, nada se crea, todo se transforma»
(Titus Lucrecius Carus (96-55 a. C.) basado en las ideas sobre la física del filósofo griego Epicuro (341-270 a.C.)
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