Cómic el salado
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Conoce a los artistas responsables de la novela gráfica El Salado

24 de septiembre de 2018

A finales de 2017, Ferrovial se puso en contacto con los hermanos Jiménez, artistas colombianos. ¿La idea? Contar la historia de la comunidad colombiana de El Salado y su pugna por retornar de un oscuro pasado.

Como parte de la agencia creativa Sharpball, Miguel y José Luis Jiménez pusieron manos a la obra en un proyecto de descubrimiento, aprendizaje y creatividad que duraría un año y que culminaría con la publicación de la novela gráfica El Salado, cuyo título se corresponde con el nombre de la comunidad cuya historia se encarga de contar.

Entender la historia y los matices de un proyecto nos da una pista más sobre su significado. En esta entrevista, los hermanos Jiménez hablan de su novela y de cómo lograron llevar la novela gráfica El Salado de concepto a cómic cultural de peso.

¿Qué es SHARPBALL?

M: SHARPBALL es un concepto de lo imposible y desafiante: una esfera afilada. También es un juego de astucia como el football es el balompié; a partir de una de las interpretaciones de la palabra sharp en inglés. Pero en realidad es, de manera más tangible, una compañía productora de entretenimiento transmedia para contenidos originales y de autor. Fundada oficialmente en el 2012, ha sido el recurso principal a través del cual hacemos emprendimiento a nivel de industria creativa y cultural. Y más que una empresa familiar, es una marca que creamos para promover, proteger y posicionar los impulsos -los sueños que llaman- que tenemos como artistas, creativos y ejecutivos. Jamás imaginamos que no solo iba a ser un facilitador para nuestros proyectos personales, sino un canal para asesorar, producir y administrar los proyectos de amigos, conocidos y colegas.

¿Por qué comenzasteis a dibujar?

M: Desde que tenemos memoria existe una afinidad con los bosquejos, la ilustración y las artes en general; resulta que mamá ha conservado varias superficies con evidencia de cómo rayábamos todo cuando pequeños. Sabemos que, al igual que muchas personas en sus primeros años, teníamos a nuestros padres averiguando si íbamos a demostrar destreza y predilección por alguna de las actividades sensorialmente estimulantes de una niñez temprana. El impacto que tuvo en la formación de nuestra personalidad el vivir en un Estados Unidos, un país que tenía tal cantidad de oferta en industria del entretenimiento fue muy contundente. Todo era cine, juguetes, videojuegos y cómics: Las Tortugas Ninja, G.I. Joe, Disney, Marvel y DC por nombrar unos pocos, y además la academia promovía mucho las actividades lúdicas, la lectoescritura y la expresión artística. Así que nuestro diario lo solíamos repartir entre consumir la imaginación de los demás y el pulir nuestra propia imaginación para tener otros mundos con los cuales distraernos.

novela gráfica el salado, hecha por sharpball

¿Dónde buscáis inspiración?

M: Cuando se avecinaba la posibilidad de trabajar en «El Salado», estaban pasando varias cosas en el espacio/tiempo que definieron la inspiración del proyecto. Como el enfoque medio ambiental era tan prominente y nos pareció todo un reto tomarlo como punto de partida, el primer ingrediente que entró en la fórmula fue la obra del maestro Hayao Miyazaki, específicamente sus películas «La princesa Mononoke» y «Nausicaä del Valle del Viento». Para el segundo ingrediente: tratar un marco de conflicto armado característico de Colombia, el equipo de comunicación de Ferrovial tenía como referente a «Los Once», nuestra primera publicación, y les gustaba mucho, pero temían que era fuera muy oscuro para lo que necesitaba el proyecto. Curiosamente, en ese momento estábamos moviendo otro proyecto personal, nuestro cortometraje en animación «El Rapto»; un relato sobre el secuestro contado de una manera muy conmovedora y esperanzadora. Lo enviamos para ver qué les parecía, y se dio la grata casualidad que les encantó no solo el tono de la historia sino la manera respetuosa, responsable y entretenida en que tratamos un tema delicado, sensible y aterrador. Nos preguntaron si podíamos replicar ese encanto para este proyecto y obviamente dijimos que sí. Una vez se aceptaron las condiciones para trabajar, manifestamos nuestra intención de querer ir al sitio a investigar: hablar con la comunidad, hacer registro audiovisual, y salir de la zona de confort. Tener la aprobación, validación y colaboración de las personas que vivieron los acontecimientos era nuestra gran meta filantrópica con el proyecto. Estamos muy agradecidos y orgullosos de lo que logramos junto a la comunidad saladera; el tercer y definitivo ingrediente.

¿Cuáles son vuestros artistas referencia?

M: Como personas, artistas y aficionados tenemos referencias que influyen en diferentes aspectos a distintos niveles, pero creemos ciegamente en que un proyecto debe tomar vida propia y decidir qué es lo que mejor define su carácter y personalidad. Una nota muy importante es que la historia se desenvuelve a través de la canción “Carmen de Bolívar” de Lucho Bermúdez, un ícono de la cultura colombiana, un personaje célebre de la costa. Buscamos jugar también con el concepto de realismo mágico, pero en la parte gráfica. Los acontecimientos como los viven nuestros personajes son fieles a la realidad y lo mundano, pero a nivel visual sí hay toda una exploración de elementos mágicos y fantásticos que reflejan cómo la tradición oral influye en la imaginación de un pueblo. Como supimos desde el comienzo que íbamos a manejar una fuerte influencia de arte precolombino, aprovechamos para abusar del lenguaje de cartoon americano y manga japonés para intensificar lo más exagerado y épico; los Encantos son una fusión entre la iconografía Zenú, el cubismo de Picasso y los Celestials de Marvel Comics y el Zaperoco una mezcla entre el Tatarigami de “Mononoke Hime”, Hexxus de “Ferngully, the Last Rainforest” y el arte de la portada de “Altars of Madness” de Morbid Angel. La parte real de la novela ocurre en un estilo que producimos inconscientemente; un punto medio entre el diseño de personajes de “El Rapto” y la segunda publicación en la que trabajó José Luis, la adaptación de “La vorágine” en novela gráfica. Es una especie de storybook, pero más adulto.

parte de la novela gráfica de el salado

¿Qué cuenta la novela gráfica de El Salado?

M: «El Salado» cuenta cómo en medio de una fuerte sequía una comunidad desplazada regresa a su tierra, convertida en un pueblo fantasma, a enfrentar el miedo que les produce un acontecimiento violento que ocurrió en el pasado. A grandes rasgos esto es el por qué de todo lo que ocurre, es el nudo. Pero hay un inicio que se cuenta a través de la exploración de la mitología Zenú –los habitantes originarios de esa región del caribe colombiano- y su vínculo espiritual con el agua, y un desenlace que tiene que ver con la llegada de Ferrovial y las otras ONG a habilitar el proyecto comunitario y de restauración del acueducto que propuso el panorama de reintegración para el pueblo saladero. Usamos varios recursos de ficción para contar una historia que es muy real, pero haciéndola sentir como algo de proporciones cósmicas; era nuestro recurso más honesto para darle la talla a lo admirable y la magnitud de lo que hicieron las instituciones y la gente en este hermoso, humilde y perseverante lugar.

¿Por qué un proyecto como El Salado?

M: Porque es un relato muy humano sobre la adversidad, pero su esencia es la superación y creemos que todo el mundo puede resonar con eso. Partiendo de la realidad, en Colombia este tipo de noticias tienen un tiempo de vigencia, y después de un rato se cambian por otras, o en el peor de los casos, pasan al olvido. Como un país que vive, de una u otra forma, a través de las consecuencias del conflicto armado, el conocimiento, la memoria y la tradición oral son las herramientas más útiles para empoderar a la sociedad y los distintos tipos de generaciones, así que patrocinar este tipo de iniciativas debería ser una prioridad en todo caso. El equipo de Ferrovial puso a nuestra disposición todo a su alcance para que estuviéramos cómodos, tranquilos y seguros con la cantidad de trabajo que requería el proyecto. Y es que disponer de todas las herramientas que estén a la mano para hacer que el mensaje viaje más rápido, se entienda mejor y se replique es un gana y gana. Si algo nos ha curtido como creadores colombianos es entender que la realidad supera la ficción, pero en un país como el nuestro, aparte del apoyo, se necesita un cierto grado de ficción para traspasar algunas barreras sociales, políticas y culturales.

novela gráfica colombiana el saldo

¿En qué os habéis inspirado para contar esta historia?

M: La primera vez que uno se enfrenta a la hoja en blanco quiere poner la combinación adecuada de inspiración; algo que retumbe con el espectador/lector/crítico interior para que sea sincero con uno mismo y esto lo ayude a conectar con la persona que está del otro lado. Así que la primera chispa de inspiración, por lo menos en nuestro caso, fue una mezcla entre algo muy comercial y universal en contraste con algo que pudiese llegar a considerarse muy íntimo y un dato revelador producto del proceso de investigación (el elemento clave, porque aparecen testimonios que validan la autenticidad del trabajo y en varias situaciones esto es lo que toca las fibras más fuertes). Esto nos ha enseñado que hacer las paces con la visión de creador y los requerimientos del proyecto es fundamental. Buscamos encontrar un puente entre los productos de entretenimiento que disfrutamos -independientemente del género y lugar de origen- y las experiencias tangibles que pueden llegar a ser terroríficas y definen nuestras vivencias como colombianos, pero sin que sea una explotación del trasfondo real en el que ocurre la ficción; que pueda ser algo sanador para el país.

¿Qué se espera de la novela gráfica colombiana?

M: Afortunadamente la novela gráfica colombiana está pasando por un muy buen momento, y es innegable. Se le espera mucho provenir ya que ha logrado una independencia industrial que la mantiene andando, vigente y cambiante. Dejó de ser un fenómeno de bajo perfil y cada vez es más unánime su aceptación como expresión artística de gran valor cultural; hay demanda, la oferta representa y el producto mejora constantemente. El público general ya la percibe con otros ojos, los autores pueden decidir si ser o no comerciales, los títulos salen con frecuencia y lo que antes era de nicho ahora tiene una audiencia mucho más amplia. Conocemos muchas personas que viven experiencias gratificantes y culminantes, dentro y fuera del país, a través de la autoedición o de estar publicados; y saber que es gracias a la inmortalización que representa ser un contador de historias es genial. Para nosotros ese bienestar de escena local significa el mundo, porque siempre podremos estar orgullosos de la casualidad que fue para nosotros involucrarnos profesionalmente en el mundo del cómic, ya que gracias a esto fue que llegó un correo con la invitación a ser parte de este proyecto tan colosal, encantador y de buenas intenciones. Ni en nuestros sueños imaginamos que pudiéramos llegar a ser una pequeña parte de semejante experiencia.

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