“El lobby elfo bloquea un proyecto de carretera”. En casi cualquier parte del mundo, este sería un titular de fake news. Pero hay una isla en medio del Atlántico Norte en que tiene sentido. Uno de cada diez islandeses está seguro de que los elfos existen. Más de la mitad no lo dice, pero no se atreve a negarlo, por si acaso. La cultura y la mitología nórdicas lo impregnan todo en Islandia. Y sus infraestructuras no son una excepción.
El grupo de presión Friends of Lava consiguió, efectivamente, bloquear un proyecto de carretera en 2013 porque la vía iba a atravesar un territorio habitado por elfos en el que incluso estos seres, conocidos como Huldufólk (personas ocultas), habrían construido una iglesia. La disputa llegó al Tribunal Supremo. Al final, en 2015, se decidió trasladar la iglesia tallada en roca y continuar con la obra.
Más allá de las anécdotas (en la historia reciente de Islandia se han paralizado cuatro proyectos por asuntos élficos), la red de carreteras islandesa está llena de particularidades. Una buena parte de las vías de comunicación está sin asfaltar. Hay carreteras que permanecen sepultadas bajo la nieve hasta bien entrado el mes de julio. Y los coches conviven con vientos huracanados y rebaños infinitos de ovejas.
Las carreteras islandesas, en datos
La mayor isla de Europa está habitada por poco más de 330.000 personas. Salen, según datos de la Comisión Europea, a tres personas por kilómetro cuadrado (la media en la UE es de 114 personas). Por cada islandés hay tres ovejas, un animal con gran presencia en todo el territorio. Su temperatura media en invierno es de 0,8ºC. En verano, sube hasta los 8,3ºC. Su geografía, que alterna grandes llanuras, imponentes picos, volcanes, glaciares, acantilados y fiordos, y sus habitantes están adaptados a uno de los inviernos más duros del planeta.
El tráfico rodado es el principal medio de transporte del país. A finales de 2017, la administración islandesa de carreteras y puertos (IRCA, por sus siglas en inglés), controlaba casi 13.000 kilómetros de carreteras. Las divide en carreteras principales, principales de montaña, secundarias, carreteras locales de acceso y carreteras de montaña. Solo una parte de las principales está asfaltada, así como los accesos a todos los núcleos habitados.
De hecho, incluso la carretera 1, la que da la vuelta a la isla y conocida como Ring Road, no está asfaltada en su totalidad. El resto de pavimentos varían en función de su mantenimiento. Pero en muchas de las carreteras interiores y en las de montaña está prohibido aventurarse sin un vehículo 4×4. La carretera 1 es también la única que está abierta 365 días al año. El resto depende de la nieve y el hielo.
Los problemas del invierno (y el deshielo)
“No todos los 13.000 kilómetros de carreteras en Islandia reciben servicios de mantenimiento en invierno. Poco más de 5.000 kilómetros lo hacen. Una gran parte del sistema de carreteras permanece cerrado, intransitable”, explica desde el IRCA. Y cuando se refieren al invierno, en ocasiones, se refieren a la mayor parte del año. En octubre y noviembre se cierran la mayoría de carreteras. Hasta el mes de mayo no se empiezan a abrir las primeras.
A esto hay que sumarle, según puntualiza el IRCA en su material informativo para conductores, el riesgo constante de fuertes vientos y ventiscas. Durante estos meses, la administración de carreteras centra sus esfuerzos en mantener limpias y transitables las vías prioritarias. Como se señala en este mapa, el resto es secundario, ya que el país (recordemos que tiene 300.000 habitantes) no puede asumir los costes.
Los problemas de las carreteras no se acaban cuando suben las temperaturas. La primavera es temporada de baches. Agujeros en el pavimento que se reproducen como por arte de magia (élfica). “Los agujeros o daños en la superficie pueden formarse rápidamente. Las peores condiciones se dan cuando la nieve se derrite y desaparece. Cuando se deshiela la capa superior de la carretera, el agua puede filtrarse y volverse a congelar durante la noche, desgarrando la superficie y creando un agujero”, explican desde el IRCA.
Así, cuando el invierno va tocando a su fin y la nieve va liberando carreteras y caminos, los esfuerzos de mantenimiento se centran en reparar el pavimento. De nuevo, la amplitud de la red de carreteras y el presupuesto del país dificultan las actuaciones rápidas. Y eso que alrededor de un 6% del gasto público se destina a las infraestructuras de transporte.
Los desafíos no solo son climáticos
A pesar de estas condiciones complicadas, Islandia tiene la menor tasa de muertes en carretera de la Unión Europea y países asociados. Sus carreteras están catalogadas, de hecho, como las más seguras de Europa. Desde la Comisión Europa sostienen, sin embargo, que el dato estadístico podría estar afectado por la baja congestión del tráfico islandés. Algo que podría estar a punto de cambiar.
En el año 2000, Islandia recibió 300.000 turistas extranjeros. El año pasado, rozó los 2,2 millones, es decir, más de siete veces la población del país. Y las previsiones son que las cifras sigan creciendo por encima del 10% anual. Además, según los datos oficiales, cada vez más turistas optan por viajar por la isla con un vehículo propio. Esto presenta desafíos evidentes para la red de infraestructuras, sobre todo alrededor de ciertos puntos de elevada presión turística.
Por ejemplo, entre 2016 y 2017, el tráfico en la carretera número 1 (la que da la vuelta a toda la isla) aumentó un 15,1%. Y en la zona sudeste, al sur de la capital, Reikiavik, que concentra varias atracciones turísticas, se disparó un 22,1%. A pesar de estos aumentos, apenas se registraron atascos continuados en las vías islandesas, más allá de retenciones puntuales.
Aun así, el país ya ha trazado un plan de actuación para adelantarse al previsible aumento del tráfico. Entre las actuaciones contempladas, se incluye:
- Mapeado de los puntos donde los turistas se detienen más en los arcenes. El objetivo es proponer infraestructuras para detenerse y aparcar, evitando así que se entorpezca el tráfico y mejorando la seguridad.
- Separación adecuada de los dos sentidos de circulación, algo que no ocurre en buena parte de las carreteras y aumentar la capacidad de algunos viaductos (muchos son de un único carril).
- Eliminación de puntos negros en los que se registran más accidentes y aumentar las medidas contra el exceso de velocidad (como mediante la instalación de bandas sonoras).
- Reforzar los servicios de mantenimiento y asistencia durante los meses de invierno.
Como primeras medidas, el IRCA ya mantiene una amplia red de cámaras que monitorean las carreteras. Y se acaba de firmar un convenio con los proveedores tecnológicos Origo e IBM para instalar un sistema de control centralizado en la nube que contribuya a reforzar la seguridad de los trabajadores, a mejorar la inspección regular de las carreteras y a la eficiencia en el mantenimiento de estas.
No son elfos, son ecosistemas delicados
Un clima casi polar que no da tregua. Un boom turístico sin precedentes. Por si fuera poco, las carreteras y el tráfico islandés lidian con un tercer desafío. Uno de carácter natural que nada tiene que ver con seres mitológicos. Cuando la nieve se derrite, además de baches, florece la vida en la isla. Sobre todo, en las tierras altas, a más de 300 metros sobre el nivel del mar, multitud de especies dormidas se apresuran a crecer y reproducirse en los meses más cálidos.
“Durante la primavera y el principio del verano, cuando la nieve se derrite y la tierra helada se descongela, la vegetación se encuentra en un estado muy vulnerable y puede ser dañada fácilmente. El riesgo más alto para su integridad es el impacto causados por los primeros vehículos, sobre todo cuando se circula por fuera de las carreteras asfaltadas”, reza la información del IRCA, claramente enfocada a los turistas.
“[En Islandia] la presión para mejorar la eficiencia del transporte por carretera es continúa. Aun así, las principales construcciones de carreteras están sujetas a una evaluación de impacto ambiental para que el daño sobre los ecosistemas sea limitado. Es ilegal conducir fuera de la carretera, especialmente en áreas con vegetación frágil, pero el control es complicado debido a que la mayor parte del territorio está deshabitado”, se detalla en el informe de Programa 21, la acción de las Naciones Unidas para promover el desarrollo sostenible.
El verano dura poco. En las tierras altas, menos de dos meses. Una carrera contrarreloj para las especies que buscan completar sus objetivos biológicos antes de que vuelva la nieve. Así que, en Islandia, al volante, cuidado con los baches, la falta de asfaltado y las especies delicadas. Y siempre con un tercer ojo atento, por si los elfos hacen acto de presencia.
Todavía no hay comentarios