Noticias falsas, o fake news, es uno de los temas más de actualidad en los medios de comunicación en pleno siglo XXI. El siguiente reportaje ofrece una amplia visión sobre los casos más relevantes ocurridos tanto en el ámbito nacional como internacional, cómo identificarlos y las herramientas para combatir la desinformación.
Hace apenas unos días los vecinos de Washington DC amanecían con la noticia de que Trump abandonaba la presidencia. La información era publicada – supuestamente- por el Washington Post. Pero había truco: se trataba de una edición falsa del periódico. Este es uno de los muchos ejemplos que hacen prever que el recién estrenado 2019 se convertirá en el año de las fake news, los bulos o las paparruchas. Nacieron al albur de la nominación de Trump en 2016 – gran promotor del término- y han corrido como la pólvora durante los últimos 3 años. Fue la palabra del año de 2017 y hoy está más de actualidad que nunca: todos los informes así lo corroboran. Y es que los datos son alarmantes: según la organización Freedom House, al menos 30 gobiernos pagaron en 2018 a creadores de opinión (opinion shapers) para la distribución de propaganda online en favor de sus intereses y se prevé que en 2022 el 50% de las noticias serán falsas.
Al 70% de la población española le preocupa la desinformación en internet, cifra solo superada por Brasil (85%), y seguida por Estados Unidos (64%); frente al 55% de la media mundial. Y es que un bulo en internet tiene un 70% más de probabilidades de ser ‘retuiteado’ y se propaga 6 veces más rápido que una noticia. Las personas por encima de 65 años son más propensas a compartir en Facebook noticias falsas que los jóvenes. Y es que la sociedad de este siglo XXI no sólo se informa a través de los medios tradicionales: en Estados Unidos las redes sociales superan ya a los medios impresos como fuente de información. Y son precisamente las redes sociales los altavoces de las noticias falsas, un fenómeno global que ha venido para quedarse.
A pesar de este clima de desinformación, la periodista Marta García Aller asegura que serán precisamente las fake news quienes salvarán al periodismo: “Nos habíamos acostumbrado a que la información fuera gratis online, sin darnos cuenta de que lo que era gratis también era la desinformación. El periodismo se puede transformar en ese filtro que nos ayuda diferenciar lo verdadero de lo falso”.
¿Qué son y cómo surgen las fake news?
Una fake news es lo que comúnmente se conoce como bulo: una información falsa que se propaga con algún fin. Tienen dos características: tener un objetivo claro y adquirir una apariencia real. Hay noticias falsas que adoptan el formato de noticia tradicional de un periódico, o pueden adoptar formatos audiovisuales, con fotografías o vídeos retocados u ocurridas en otro momento o lugar al que la información se está refiriendo. Los motivos de la difusión de este tipo de información suelen ser políticos, ideológicos o económicos, tal y como explica el periodista Marc Amorós. Los creadores de este tipo de información falsa abarcan desde periodistas freelances, consultoras, hasta las conocidas como granjas de clics o fábricas de noticias rusas.
«Se trata de noticias falsas que simulan un artículo dentro de un medio de comunicación de reconocido prestigio para dotarles de una aparente veracidad y que los usuarios acaben cayendo en el engaño», explica Álex Romero, Fundador y Consejero Delegado de la consultora Alto Data Analytics.
Y es que hasta la fecha la distribución de información no veraz tenía un campo de acción muy limitado. Si querías amplificar tu mensaje, el coste era muy elevado. Las barreras de entrada en el sector de la comunicación eran altas. No obstante, la tecnología ha roto las fronteras, y la irrupción de internet y de las redes sociales –Facebook, Twitter o WhatsApp- ha cambiado las reglas del juego. La posibilidad de difundir mensajes crece exponencialmente. Ya sea a través de mensajes en las redes o mediante la creación de forma gratuita de una plataforma web.
Política, economía y escenarios de crisis
La tipología de las fake news contempla diversas categorías de información: por un lado están las consideradas políticas, información esponsorizada por un partido político para apoyar a un determinado candidato o iniciativa legislativa. Aquí el fin no es económico sino de influencia. Casos recientes han ocurrido durante el referéndum independentista en Cataluña o el Brexit en Inglaterra. Las económicas, cuyo fin es la dinamización de un contenido cuyo objetivo básico es dirigir tráfico a una plataforma web específica para posteriormente monetizar publicitariamente ese espacio. O las creadas al son de las crisis: cuando se produce una catástrofe, un atentando…es cuando más noticias falsas se producen. El periodismo, las fuentes oficiales, no han tenido aún tiempo de contrastar la información y los impulsores de las fake news aprovechan el tirón que genera el caos.
El problema no es tecnológico sino de conducta
Las noticias falsas se difunden más rápido, de forma más profunda y más ampliamente que la verdad en todas las categorías de información, según un estudio del MIT. Así mismo los efectos son más relevantes en noticias de ámbito político que en otras materias como los desastres naturales, terrorismo, ciencia o información económica. La respuesta a esta tendencia está en la psicología: nos gusta la novedad, y las informaciones falsas son más novedosas y atractivas que la información real. Las personas respondemos a las noticias falsas con sorpresa o con disgusto, frente a un comportamiento más neutro que adoptamos con la información real.
Así mismo, tendemos a dar por ciertas las noticias que están de acuerdo con nuestra forma de pensar y a dar por falsas las demás. “Lees el titular y, si te gusta y te da la razón de alguna manera, lo compartes, la mayoría de las veces sin ir a la fuente y sin ni siquiera haber leído el contenido que acompaña a ese titular”, apunta Amorós. En este sentido la lucha no solo es tecnológica -intentar parar y reducir a los bots -programas informáticos que distribuyen información de forma automática en redes sociales-; sino de comportamiento. Según el MIT, la distribución de fake news no es debida principalmente a los bots sino que se debe a que los usuarios comparten y ‘retuitean’ este tipo de información.
Fake News que seguro que has visto en los medios
Las fake news son la antítesis del periodismo, que a su vez es la herramienta más valiosa para combatirlas. Algunas de ellas han provocado grandes confusiones entre la sociedad, alimentando sentimientos y opiniones infundadas en falsos testimonios.
Un caso realmente famoso fue el de la filtración de datos de Cambridge Analytica. La empresa fue acusada de manipular los datos de 50 millones de usuarios de Facebook para influir con mensajes personalizados durante la campaña electoral de Donald Trump. El caso permitió generar miles de mensajes dirigidos a diferentes perfiles de electores en redes sociales como Facebook o Snapchat. En esta línea, Kathleen Hall Jaimeson, de la Universidad de Pennsylvania, hizo pública la estrategia mediante la cual se manipuló supuestamente a la población norteamericana. Otro caso que tuvo mucha difusión fue la información falsa que afirmaba que los teléfonos móviles tenían debajo de la batería un micrófono para espiar a los usuarios, cuando en realidad la mayoría de los smartphones tienen ubicado en esa zona es un chip NFC.
¿Cómo podemos identificar una fake news?
Las fake news son un fenómeno totalmente asentado en nuestro día a día. Vemos noticias que son falsas, bulos que corren a la velocidad de la luz y que, cuando intentan ser desmentidos, en ocasiones resulta ser demasiado tarde. Por ello, se han desarrollado varias iniciativas para combatir estos bulos que cuestionan a diario la veracidad de las noticias que consumimos:
- Newtral: es una herramienta muy nueva. Se ha desarrollado en España y se basa fundamentalmente en hacer un análisis en directo (fact check) sobre hechos políticos, como plenos en el Congreso de los Diputados o entrevistas destacadas con dirigentes políticos, analizando datos y declaraciones presuntamente falsas que puedan haber realizado.
- Maldita: también desarrollada en España, trata de desmentir, a través de las propias redes sociales donde se generan esos bulos, diversas fake news que los internautas les envían. Su actividad se centra en temática política, científica, social o migratoria.
- Fake News Detector: el sistema, perteneciente al navegador Google Chrome, trata de identificar las fake news que podamos encontrar en una web y en redes sociales. Tras identificarlas, el navegador las clasifica en: Fake, Clickbait o Probably Fake.
- Fact-Check de Facebook: la famosa red social es una de las compañías que más veces se ha visto involucrada en acusaciones de propagación de fake news. Por ello desde la empresa anunciaron que un equipo humano e informático procederían a la verificación de contenidos y datos que se comparten en la red social, limitándose estas tareas a textos, enlaces, imágenes y vídeos.
- FactoidL: este sistema utiliza unos algoritmos para comparar una fake news con los contenidos publicados en Wikipedia y ver de esta manera si se trata de una noticia real o si utiliza información falsa.
Las plataformas que existen son variadas. También desde las instituciones se intenta combatir este boom: la Comisión Europea anunciaba recientemente que de cara a las elecciones de 2019 pondrá en marcha una plataforma digital segura donde los Estados miembros puedan compartir información sobre campañas de desinformación y coordinar las respuestas.
Que una noticia falsa no altere tus acciones en bolsa
Las fake news efectivamente afectan a día de hoy de forma directa al mundo político, pero también está afectando y afectará más profundamente al mundo empresarial. Las informaciones falsas pueden alterar la cotización en bolsa de una compañía o influir en el precio de operaciones de fusiones y adquisiciones. Para evitar bulos, los analistas financieros y los medios de comunicación especializados tienen que reforzar su labor de contrastar la información con las diferentes fuentes. Desde el punto de vista de la comunicación, adquiere un papel relevante el portavoz de la empresa para poder confirmar, asesorar o desmentir rumores.
Sebastián Cebrián, Director General de la Asociación de Directivos de Comunicación lo tiene claro: «en un mundo interconectado, tecnológico y en el que la sociedad civil, empleados, empresas e instituciones construyen y destruyen reputación, se produce una generación masiva de contenidos diversos, muchos de ellos falsos, tergiversados, manipulados o que responden a fines espurios. Por ello, las fake news sólo se pueden combatir reivindicando la credibilidad de la fuente, abogando por la transparencia y no faltando nunca a la verdad. Sólo los medios, empresas e influencers que cumplan esos requisitos ganarán la batalla de la credibilidad y serán los elegidos para informarse».
Una vez más la innovación tecnológica activa las alertas en los profesionales de la comunicación. El talante crítico se hace más necesario que nunca y se vuelve imperativo trasladar a la sociedad el primer mandamiento del periodismo: contrastar las fuentes. Aunque esto es sólo el principio de las fake news, que evolucionarán con su tiempo y la tecnología que las ampara, nos queda confiar en la formación y la educación, pilares fundamentales que nos llevarán a pensar antes de ‘retuitear’. Vienen curvas, pero estamos preparados.
Existen muchas maneras de combatir las fake news, y una de ellas es la investigación. En este campo hay muchos autores, no obstante, si quieres ampliar información os recomendamos la lectura de: “Fake news: la nueva realidad”, de Esteban Illades; “Fake news: la nueva arma de destrucción masiva”; David Alandete; y “Fake news: la verdad de las noticias falsas”, de Marc Amorós.
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