Las mañanas en los atascos son una tremenda pérdida de tiempo, pero también de dinero. En las ciudades que más se congestionan la cantidad puede ascender hasta los 20.000 millones de dólares al año y hay ciudadanos que pierden más de 100 horas anuales atascados dentro de sus vehículos.
Los Ángeles, Nueva York, Sao Paulo o Moscú. Ciudades con un gran atractivo para vivir o visitar pero con un gran problema, los atascos. Según un estudio publicado en 2018 por la consultora de transporte INRIX, Los Ángeles es la ciudad del mundo donde más tiempo pasan atascados, concretamente 102 horas durante las horas punta en un año. Por si fuera poco, la gran ciudad estadounidense pierde más de 19.000 millones de dólares anuales por estos atascos. Más llamativa aún es la cifra de Nueva York donde, aunque los ciudadanos pierden menos tiempo (91 horas al año en congestiones de tráfico), la ciudad pierde casi 34.000 millones de dólares, lo que supone 3.000 dólares por conductor al año.
En España tampoco nos quedamos atrás. Los madrileños pasan unas 42 horas anuales atascados. Es decir, según Inrix, el 13% del tiempo que se dedica a la conducción se pierde en congestiones. En un momento en el que ya se habla de coches inteligentes, que conducen solos e incluso drones capaces de transportar pasajeros, ¿cómo es posible que se pierda tanto tiempo y dinero en esto.
La realidad es que todas esas tecnologías están en desarrollo pero aún estamos en un estado muy temprano donde, a pesar de haber productos en funcionamiento, falta la infraestructura y la maduración de la tecnología. Seguro que te suena la Inteligencia Artificial, el Big Data, el 5G o el Internet de las Cosas, conceptos fundamentales para que en un futuro los vehículos inteligentes nos ayuden a reducir los atascos.
En el sector del transporte, y más si hablamos de la conducción del futuro, la cantidad de datos recogidos es imprescindible. Gracias al Big Data, las empresas encargadas de las infraestructuras, las automovilísticas y los conductores podrán contar con muchas más herramientas para gestionar el tráfico. Pero, ¿cómo extraer el mayor número posible de información de nuestras vías?
Aquí entra en juego otra tecnología fundamental, el Internet de las Cosas o IoT, por sus siglas en inglés. Pongamos el ejemplo de Carolina Osorio, investigadora del MIT que trabaja desde hace unos años en reducir un 20% los atascos en la ciudad de Nueva York. Para ello, recoge información de cámaras y sensores instalados en la ciudad para elaborar un algoritmo, es decir, un patrón inteligente, que permita entender mejor el tráfico y mejorar su gestión. Esos sensores colocados en las vías, ya sea en postes de luz, semáforos o en los propios vehículos, convierten a esos objetos en inteligentes, pues se conectan a Internet y, en este caso, son capaces de recopilar información. Estos semáforos o postes conectados pertenecen al universo del IoT.
A la sensorización de buena parte de las vías, se une la información que los usuarios somos capaces de aportar. Con la simple señal del teléfono móvil estamos comunicando nuestra ubicación exacta y con dispositivos como un reloj o una pulsera inteligente es posible saber incluso si estamos sentados o de pie. Toda esta información que cada usuario emite, unida a los datos que las propias calles y carreteras pueden llegar a emitir, supone una cantidad tan ingente de información que es necesario la entrada en escena de una nueva tecnología que, en este caso, ponga orden. Es aquí donde llega el momento de la inteligencia artificial.
El Instituto Alan Turing y Toyota Mobility Foundation trabajan desde el año pasado en una plataforma de inteligencia artificial (IA) capaz de predecir y evitar los atascos. ¿Predecir? Sí, la gracia de la inteligencia artificial es su capacidad de poder analizar todos los datos recogidos previamente y hacer que sean útiles. En este caso, el proyecto del Instituto y Toyota pretende aplicar un sistema de IA para controlar las señales de los semáforos, crear una plataforma para supervisar los datos y predecir la evolución del tráfico, y buscar mecanismos para que las ciudades colaboren compartiendo información sobre los principales focos de congestión o contaminación, para ofrecer itinerarios alternativos.
Vale, y con la transmisión de tantos datos, ¿aguantará la red? Por ahora, no. Por ello se ha hablado tanto en los últimos años del 5G como la tecnología que traerá la súper velocidad de navegación o que permitirá a los coches sin conductor circular. Imagina que un coche tiene que decidir entre acelerar o frenar en base a una señal que le emite un semáforo y esa información llega tarde. En la carretera no se puede permitir ni un segundo de demora entre que se envía la información y se recibe, pues en ese instante puede estar en juego la seguridad del conductor. Por ello, el 5G se espera como la red que permitirá que toda esa información que emiten los coches, las señales, los semáforos e incluso las carreteras, se gestione mucho más rápidamente, sin posibles demoras, para no poner en peligro la seguridad vial.
Muchas tecnologías en juego y un objetivo claro, conseguir unas carreteras más inteligentes en las que circulen nuestros coches, también inteligentes, y se mejore la circulación y nuestra seguridad. Aún no hay fechas, pero queda poco.
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