Un niño corre detrás de un neumático por una explanada de tierra
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"El Niño" que no conoces

Se dice que fueron unos pescadores del puerto de Paita, en Piura, quienes comenzaron a utilizar el término “corriente del Niño”, para referirse al suceso en el que del norte provienen masas de aguas calientes, empujando las aguas normalmente frías del mar peruano. Este fenómeno, presente regularmente durante el mes de diciembre, fue asociado inicialmente con la Navidad, con la llegada del niño Jesús.

06 de junio de 2019

Esta anécdota que acuña el nombre de El Niño, relacionada con la abundancia por la pesca artesanal de especies de tamaño generoso, coincide además con el inicio del verano y el calor en la costa, y la llegada de la temporada de lluvias y la siembra en la sierra. Con el paso de los años cobraría un significado diametralmente opuesto.

A mediados del siglo pasado, investigadores norteamericanos postulan que El Niño es en realidad un fenómeno de calentamiento del mar y de la atmósfera, que obedece a un patrón climático cíclico, que abarca toda la región del Pacífico, y afecta el Sureste Asiático, Australia y Sudamérica. El Niño Southern Oscillation, ENSO por sus siglas en inglés, se presenta periódicamente, cada 2 y 7 años. Eventualmente la temperatura del mar peruano, que en su estado normal fluctúa entre los 13 C° y 17 C°, con El Niño alcanza picos de 28 C° y 29 C°. Esto origina una seguidilla de manifestaciones naturales que causan desastres.

La historia reciente del Perú registra Niños nefastos en 1972 y 1973, 1982 y 1983, 1997 y 1998 y el último al que llamaron costero, entre enero y abril de 2017. Así, cuando hoy por hoy nos referimos al fenómeno del Niño (FEN) directamente va asociado a lluvias torrenciales, desborde de ríos, inundaciones, deslizamientos, huaicos, derrumbe de infraestructuras, poblaciones aisladas, afectación de servicios públicos, caída de los sectores pesca y agricultura, pérdida de medios de vida, y la vida misma.

Rituales para parar ‘El Niño’

El Niño, sin embargo, no es un fenómeno de los últimos tiempos. Un descubrimiento arqueológico reportado por la National Geographic, a pocos metros de la playa de Huanchaco, en Trujillo, La Libertad, sugiere que la cultura Chimú, que habitaba el norte peruano en tiempos pre Incas (1400 y 1450 años D.C.), fue devastada por un Niño de proporciones descomunales.

El hallazgo trata de los restos de 140 niños entre 5 y 14 años y 200 llamas menores de nueve meses que habrían sido llevados en procesión desde la ciudadela de Chan Chan, para ser sacrificados como ofrenda a “los Dioses” para evitar las lluvias torrenciales. Así lo manifiesta Gabriel Prieto, profesor peruano de arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo responsable de la investigación. Basa su hipótesis en la posición en la que fueron encontrados los niños, mirando hacia el mar.

¿Es ‘El Niño’ una consecuencia del cambio climático?

Pero, ¿cómo se relaciona el FEN con el cambio climático? Es innegable que la actividad humana ha dado pasos agigantados entre el siglo XX y XXI, y la era industrial y los estilos de vida de los tiempos modernos traen consigo la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), tales como: el vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano, el dióxido de nitrógeno y el ozono.

Los GEI se condensan en la superficie de la Tierra y provocan un aumento de la temperatura ambiental de impacto en el suelo, mar y aire. Se calcula que si no se emitieran estos gases la temperatura promedio de la superficie terrestre sería de -18 °C, a diferencia de los 15°C que es la media actual. Este aumento de temperatura ambiental, conocido como cambio climático, eleva las probabilidades de un FEN de efectos altamente nocivos para la humanidad, como seguramente lo vivieron los Moches del Perú antiguo. Basta con ver la magnitud de El Niño costero, de hace dos años, para tomar conciencia de lo que es capaz la naturaleza.

El norte del país fue muy lastimado, pero no solo el norte. Muy cerca de Lima, en Lurín, se presentaron huaicos que nos dejaron imágenes inverosímiles en nuestras retinas. Una mujer arrastrada por una masa de lodo, que por azar o destino pudo escapar de la muerte con sus propias fuerzas. Su nombre es Evangelina y se convirtió en símbolo de resiliencia y testimonio de la necesidad de una cultura de prevención y respeto del medio ambiente.

El Niño costero dejó un saldo catastrófico en todo el país. 162 personas fallecidas, 500 heridas, 19 desaparecidas, 285.955 damnificadas y 1.559.487 afectadas. 66.093 viviendas destruidas y otras 371.370 afectadas. 354 instituciones educativas y 64 establecimientos de salud, inservibles. 4.000 kilómetros de caminos rurales y 4.391 kilómetros de carreteras perdidas, 489 puentes caídos. 50.514 áreas de cultivos arrasados y 22.674 canales de regadío estropeados, y la paralización de la pesca.

Una de las imágenes de los destrozos causados por este fenómeno meteorológico

 

Pero más que las cifras, lo que resuena como un eco, son las voces de los damnificados. Don Asunción Quintana, morador de Cura Mori, dedicado al cultivo del limón, recuerda con amargura cómo ese verano toda su inversión literalmente se la llevó el agua: “Las plantas estaban a mitad de agua. Hasta ahorita me he vendido 20 soles de limón en año y medio. Yo siempre me acuerdo y digo, 20 soles, para perder más de 30 mil, 40 mil soles. Y no solamente yo, bastante gente”.

600 kilómetros más al sur, en La Libertad, Gina Saravia narra el dolor de su pérdida. “El huaico que ha venido ha hecho una profundidad de tres metros para adentro, donde mi hijo pensando que era una cosa simple da una pisada al agua y se va. Lo he visto morir a mi hijo y no me puedo recuperar”.

Así como vino el desastre, también vino la esperanza. Para los peruanos es imposible olvidar gestos como el de aquel hombre que salió en una balsa inflable en forma de unicornio a rescatar personas que yacían atrapadas en el agua. O la respuesta como un puño de personas solidarias que se organizaron para brindar ayuda y tender la mano a quien lo necesita.

Imagen de uno de los asentamientos de ayuda humanitaria.

Desde la Fundación Ayuda en Acción, alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y en cumplimiento de nuestro mandato de ayuda humanitaria, estuvimos presentes en el albergue La Quinta La Gloria, en La Libertad y en el albergue del km. 980 de Cura Mori, Piura. Fuimos un vehículo de ayuda llevando kits de alimentos, agua segura y de limpieza. Entregamos 107 módulos de viviendas temporales, 182 unidades sanitarias, realizamos talleres de apoyo emocional dirigido a la infancia. Posteriormente seguimos trabajando para que miles de familias mejoren su calidad de vida y su economía.

El proyecto específico con la empresa Ferrovial, en Chato Chico y Chato Grande, beneficiará a más de mil pobladores curamorinos. Esta alianza permitirá, entre otros beneficios, que el agua potable llegue a poblaciones reiteradamente golpeadas por las inundaciones.

También estamos implementando, con el apoyo económico de la Unión Europea, un proyecto para la recuperación de los medios de vida y la dinamización de la economía en Cura Mori. Por todo eso no nos cansamos de decir #SomosAyuda ¡Mucho hecho, mucho por hacer!

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