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Un día cualquiera en el 2045

13 de agosto de 2019

Me dirijo al aparcamiento y me doy cuenta de que, con el auge de los coches sin conductor, hace tiempo que las autoescuelas han desaparecido. Sacarse el carné de conducir se ha vuelto obsoleto y más un hobby para románticos que una necesidad real. Las autoescuelas se han convertido en centros de formación que, mediante cursillos de un día, enseñan a sacar el máximo provecho a las nuevas funcionalidades de los vehículos inteligentes, como entretenimiento, planificación de ruta y vacaciones, o teleconferencias.

Mi coche autónomo se está acercando. El coche ha leído mi deseo de ir a casa a través de un pequeño implante de comunicación cerebral que tengo bajo la piel del cráneo. También llevo varios sensores incrustados debajo de la piel para el control de la salud, como la presión arterial, balance de bacterias, o los niveles de oxígeno.

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Entro en el coche y la interacción con este es casi humana, en cuanto a voz, emoción y experiencia. El coche se ha aprendido mis preferencias musicales, de temperatura e iluminación, que se ajustan sin necesidad de apretar un botón.

La tecnología de control por pensamiento es aún bastante reciente, pero en mi vehículo ya está en marcha. Es la misma tecnología que utilizan los veteranos de guerra para mover sus extremidades protésicas de forma remota. Es un mundo en el que, con el mero pensamiento, puedes controlar tu entorno, de la misma manera que la neurotecnología ayuda a un paciente paralizado a comunicarse con el mundo que le rodea mediante la actividad neuronal.

Imagen del salón de una casa con iconos digitales sobreimpresos

Y cuando llego a casa, estos mismos avances neurotecnológicos me permiten «hablar» con la arquitectura electrónica de mi casa sin decir una palabra. Los mandos a distancia desaparecieron hace tiempo y los aparatos caseros también funcionan a través del pensamiento.

Al mismo tiempo, el mundo de la nanotecnología está transformando nuestras vidas de manera impensable. Piel artificial, células solares pulverizables, partes del cuerpo auto-reparables, capas de invisibilidad, y una gran cantidad de aplicaciones médicas a nivel de ADN que podrán crear y reconstruir partes del ser humano y el medio ambiente. Por ejemplo, las impresoras en 3D ya imprimen ADN sintético para repararnos desde el interior y regenerar partes del cuerpo como un diente autosustitutivo.

Abro la nevera y encuentro unas fresas que todavía están ácidas. Mi médico, que se ha especializado en big data y análisis de la información recogida por mis implantes y sensores, me ha indicado que tengo que estabilizar el nivel de PH, bajar mi colesterol, y cuidar las intolerancias. Para esto no me ha recetado un medicamento sino un conjunto de Apps que se han convertido en los nuevos medicamentos preventivos.

Al lado del microondas tengo una nueva máquina que imprime comida en 3D con cientos de cartuchos de diferentes ingredientes y que uso para imprimir comida de manera rápida con la cantidad exacta de calorías y nutrientes que necesito.

Me acerco al piano, coloco mis guantes táctiles que están llenos de sensores y actuadores y que son capaces de generar impulsos de corriente que mueven los músculos de mis dedos, y me preparo para una clase de música. Mi profesor es un avatar de un famoso pianista fallecido, que consigue impartirme una clase magistral haciendo que mis dedos se muevan para aprender a tocar el piano de forma adecuada.

Antes de ir a dormir, ojeo el periódico y leo que la carrera más solicitada este año por los estudiantes es filosofía. Nuestra vida entera está volcada en las maquinas, los ordenadores tienen mayor computación que nuestro cerebro, y el big data se realiza de manera automática a través de la inteligencia artificial (IA) de esas máquinas. Todo es posible, todo es factible, lo importante no es el que podemos hacer si no el por qué y el para qué, la filosofía, la ética, el hacer las cosas sostenibles, entender como nuestras acciones y la de las maquinas afectan a nuestro presente y futuro, el de los otros y lo que nos rodea, y volvemos a buscar nuevos sentidos a la vida. Las humanidades y nuestra Inteligencia Humana (a diferencia de la Inteligencia Artificial) son protagonistas de nuevo, y a través de ellas y un nivel de conciencia más elevado, volvemos a acercarnos a aquello que nos hace únicos como humanos y complementamos mejor a las maquinas.

El futuro ¿ya es presente?

Esto es sólo un pequeño esbozo de lo que nos depara el futuro. Un futuro que se acelera exponencialmente debido a los grandes avances tecnológicos, el mundo de los datos y los algoritmos, y la – IA que cambiarán el mundo tal y como lo conocemos. No nos faltan desafíos y oportunidades. Hay mil millones de personas que quieren tener electricidad, millones que carecen de agua potable, el clima está cambiando, la fabricación es ineficiente, el tráfico ahoga las ciudades, la educación es un lujo para muchos, y la demencia o las enfermedades degenerativas nos afectarán a casi todos si vivimos lo suficiente. No obstante, los científicos y tecnólogos, los emprendedores, y el mejor entendimiento de la sociedad, conjuntamente con la gran revolución de la IA nos permitirá encontrar soluciones para muchos de estos problemas; y estoy seguro de que lo conseguiremos. Prepárate para el nuevo mundo que está por llegar.

Imagen de una cabeza d perfil sobre la imagen de una ciudad e iconos sobreimpresos

La revolución que llega, la Inteligencia Artificial

La IA en sí misma todavía está en una etapa incipiente. Gracias a los avances de los últimos años, estamos empezando a construir sistemas que pueden percibir, aprender y razonar, y sobre esta base, pueden hacer predicciones o recomendaciones. Casi todos los campos de la actividad humana podrían beneficiarse de los sistemas de IA diseñados para complementar la inteligencia humana. Desde la prevención de enfermedades que alguna vez fueron mortales, hasta permitir que las personas con discapacidades participen más plenamente en la sociedad, hasta la creación de formas más sostenibles de utilizar los escasos recursos de la tierra, IA promete un futuro mejor para todos.

Un cambio de esta magnitud inevitablemente origina problemas sociales. La era de los datos y la informática nos ha obligado a lidiar con preguntas importantes sobre la privacidad, la seguridad, la equidad, la inclusión y la importancia y el valor del trabajo humano. Todas estas preguntas cobrarán una importancia particular a medida que los sistemas IA se vuelvan más útiles y se desplieguen más ampliamente.

Esto tomará un enfoque centrado en el ser humano. Y tomará un enfoque que esté centrado en el aprovechamiento del poder de la inteligencia artificial para ayudar a las personas. La idea no es reemplazar a las personas con máquinas, sino complementar las capacidades humanas con la capacidad incomparable de IA para analizar grandes cantidades de datos y patrones que de otro modo serían imposibles de detectar. La Inteligencia Humana y la Inteligencia Artificial deberían sumarse.

Es imposible predecir cómo la IA cambiará nuestras vidas y la de nuestros hijos. Y sin embargo, la gestión de esta transición es crítica. , Pero seguro que ayudará a muchas personas jóvenes y mayores que tienen ideas imaginativas para cómo utilizar la inteligencia artificial para abordar los desafíos sociales. Un enfoque centrado en el ser humano solo puede realizarse si los investigadores, los responsables de la formulación de políticas y los líderes del gobierno, las empresas y la sociedad civil se unen para desarrollar un marco ético compartido para la inteligencia artificial.

Esto, a su vez, ayudará a fomentar el desarrollo responsable de los sistemas de inteligencia artificial que engendrarán confianza para sentar las bases de una IA centrada en el ser humano en la que todos confíen. Construir el futuro que está por venir está en nuestras manos.

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