Limpia, segura y ordenada: así es la smart city que Leonardo da Vinci ideó hace 500 años
09 de octubre de 2019
Calles con tráfico segregado. Zonas peatonales. Autovías de agua. Edificios de varias alturas con escaleras exteriores. Vías diseñadas para sacar el máximo partido a la luz solar y reducir los daños por terremotos. Algunas de estas ideas nos sueñan extrañas. Pero la mayoría forman hoy parte de muchas de nuestras ciudades. Sin embargo, hace medio milenio, eran ciencia ficción (al menos en el mundo occidental).
Todas aparecen reflejadas en el Manuscript B y el Codex Atlanticus y pertenecen a Leonardo da Vinci. Probablemente, no todas ellas fueron de su invención. Pero sí fueron observadas y detalladas por genio italiano. De la revisión de sus textos (la mayoría se han perdido), surge un innovador proyecto de ciudad eficiente y limpia. Una smart city que se adelantó 500 años a su tiempo. Solo que nunca se hizo realidad.
Del lazzaretto a la cittá ideale
Durante todo el siglo XV, la ciudad de Milán estuvo obsesionada con un proyecto (que no se hizo realidad hasta finales de la centuria). Querían construir un edificio en el que aislar a los enfermos. El Renacimiento tomaba forma, pero la urbe italiana seguía sufriendo los ataques de la peste. Solo en 1485, murieron más de 100.000 personas.
Este lazzaretto, una construcción habitual para la contención de enfermos contagiosos, debía ser bien ventilado y tener medidas sanitarias como una letrina por persona. Además, estaría aislado del resto de la ciudad por un foso. Su construcción empezó en 1488 y se prolongaría durante más de 20 años. Todavía hoy es recordado con la via lazzaretto en pleno centro de la capital lombarda.
Sin embargo, el impacto de aquella peste de 1485 no solo impulsó este proyecto. La Italia renacentista había recuperado el urbanismo para occidente. Había que poner solución a las ciudades caóticas e insalubres de la Edad Media. Proyectos de construcción como el de Pienza (hoy patrimonio de la UNESCO) perseguían el concepto de cittá ideale. No necesariamente una ciudad bella. Pero sí eficiente, limpia y bien organizada. Todo ello sirvió de inspiración para Leonardo da Vinci.
Los ideales de la ciudad renacentista
“Leonardo quería una ciudad cómoda y espaciosa, con las calles y los edificios y ordenados. Recomendaba muros altos y fuertes, con torres y baluartes si fuese necesario, y pensaba que la ciudad tenía que ser magnífico y sublime como un templo sagrado”, señala Alessandro Melis, Principal Lecturer in Sustainable Cities de la universidad de Portsmouth en este artículo. Una ciudad que, de entrada, debería cumplir los ideales renacentistas (aunque no solo).
La ciudad ideal del Renacimiento se basaba, como no podía ser de otra forma, en los preceptos de la arquitectura y el urbanismo clásicos. Inspirados por Roma y Grecia, los arquitectos renacentistas señalaban la importancia de elegir un lugar saneado, el diseño de la ciudad para resistir a la naturaleza (desde ataques de animales hasta tormentas), la construcción de lugares amplios para la actividad pública y la organización eficiente, entre otros elementos.
En definitiva, una ciudad moderna y racional. Para ello, era necesaria una fuerte inversión, ya que había que construirla prácticamente desde cero (como se hizo con Pienza). Leonardo da Vinci eligió un punto a orillas del río Tesino, el mayor afluente del Po, para llevar a cabo su proyecto de ciudad ideal. Nunca llegó a construirse y, con el tiempo, los estándares renacentistas cayeron en el olvido. No fue hasta el siglo XIX y, sobre todo, XX, que se retomaron algunas de las lecciones de Leonardo y sus contemporáneos.
Y la innovación de Leonardo
Da Vinci observaba e inventaba. Su proyecto de ciudad incorporaba mucho de lo que habían hecho sus predecesores. Pero también algunas innovaciones propias. Así era, tal como recoge el Museo Nazionale della Scienza e della Tecnologia Leonardo da Vinci, la smart city que diseñó el sabio italiano hace más de medio milenio.
- Calles perpendiculares formando un plano de rejilla al estilo romano. Un modelo que se copiaría siglos después en muchas de las ampliaciones de las ciudades europeas conocidas como ensanches.
- Una red de canales internos, regulada por compuertas, que hiciera posible el abastecimiento de los edificios sin utilizar las calles, reservadas para los peatones. Además, esta red de agua, que no se quedaría nunca estancada gracias a un sistema de bombas hidráulicas, se usaría también para el saneamiento de las viviendas. Sus diseños incluían estudios para prevenir la erosión y la excesiva sedimentación.
- Edificios de varias alturas, algo poco habitual en la época, comunicando las viviendas o los espacios interiores mediante escaleras externas en forma helicoidal.
- Ciudad estructurada en varios niveles. Uno superior de circulación para personas a pie y uno inferior cerrado, en conexión con los canales, para el tráfico de mercancías y el abastecimiento de los edificios. nivel superior abierto, para tránsito de personas y un nivel inferior cerrado, para el tránsito de carros y mercancías.
- Calles amplias, al menos tan anchas como altos los edificios en sus márgenes, para aumentar la luz solar directa sobre las viviendas y minimizar el impacto de los terremotos.
La ciudad ideal de Da Vinci estaba pensada para albergar a 30.000 personas, estaba diseñada bajo parámetros de buena ventilación e iluminación y disponía de espacios amplios y abiertos en el nivel superior para albergar la vida pública. Se trató, en definitiva, de uno de los primeros intentos serios de solventar los desafíos que planteaba la aglomeración de personas y la creciente actividad comercial en las ciudades.
Han pasado más de 500 años y lo cierto es que los diseños concretos de Leonardo Da Vinci no tendrían mucho encaje en las ciudades de hoy. Sin embargo, ideas como la apuesta por la verticalidad, la mayor presencia de agua y espacios abiertos, la integración con la naturaleza o el aprovechamiento del sol siguen teniéndose en cuenta a la hora de pensar las smart cities del futuro.
Todavía no hay comentarios