Los aeropuertos, nodos clave para la conectividad y el desarrollo socioeconómico de cualquier región, han evolucionado con el paso del tiempo para adaptarse a las necesidades de pasajeros y aerolíneas.
En un mundo cada vez más global en que la tecnología avanza además a pasos agigantados, y en el que por lo tanto el tráfico aéreo va a seguir incrementándose y abarcando cada vez más destinos, los aeropuertos van a seguir encontrado en la innovación un vector clave para diferenciarse de sus competidores.
Para intentar arrojar un poco de luz sobre hacia dónde van los aeropuertos, en Ferrovial Aeropuertos, hemos analizado una serie de áreas clave y establecido cuáles serán las principales palancas del sector para satisfacer y superar las expectativas de sus pasajeros, pero también de otros stakeholders como las aerolíneas, los empleados o las comunidades locales.
El acceso a los aeropuertos: un factor fundamental en la experiencia al pasajero
La forma en que los usuarios y empleados acceden a un aeropuerto resulta determinante en su experiencia. El incremento en el número de viajeros obligará a una mayor oferta de transporte público que, además, deberá respetar cada vez más el medio ambiente. Tecnologías como el internet de las cosas unido a sistemas de conducción autónomos y bajo demanda permitirán a usuarios y medios de transporte crear rutas más flexibles para los pasajeros. En nuestros aeropuertos, por ejemplo en el caso de Southampton, ya se están realizando pruebas piloto con autobuses autónomos para el transporte de pasajeros.
Para quienes prefieran acceder al aeropuerto con su propio vehículo, cada vez se generalizará más el establecimiento dinámico de precios en las vías de acceso al aeropuerto que variará en función de la calidad del aire y del tráfico en la zona. En cualquier caso, con la aparición de servicios de ride-hailing, car-sharing y el transporte público bajo demanda parece lógico que la tendencia suponga una reducción del vehículo privado en favor de modelos basados en movilidad como servicio.
Si echamos la vista todavía más hacia el futuro, cabe esperar que los servicios de Hyperloop no solo compitan con el transporte aéreo en rutas de corto recorrido, sino que planteen también un medio de transporte rapidísimo entre núcleos urbanos y aeropuertos. Algunas compañías están testeando incluso aviones autónomos de pequeña capacidad para conectar ciudades y aeropuertos: una revolución todavía lejana en el tiempo, pero que tendrá importantes implicaciones para estos últimos, porque les obligará a acomodar en sus aeródromos a una nueva gama de vehículos.
La tecnología, el gran aliado de los aeropuertos del futuro
Resulta inevitable asociar los aeropuertos del futuro a edificios singulares de gran espectacularidad, pero si esas nuevas infraestructuras no resultan intuitivas para quienes las transitan a diario para viajar por todo el mundo, la experiencia de sus pasajeros no mejorará.
Uno de los elementos de diseño de un aeropuerto que plantea un mayor margen de mejora son los mostradores de check-in, que ya han cambiado mucho de la mano de la facturación online, pero que en el futuro podrían diseñarse de una forma más modular –de modo que puedan moverse o retirarse en función de la evolución del tráfico de un aeropuerto–, y que podrían incorporar además tecnología biométrica para procesar de forma mucho más rápida a los pasajeros.
Otro ámbito llamado a cambiar por completo en los próximos años es el de la gestión de equipajes. A medida que la economía digital nos habitúa a enviar y recibir más cosas de un lado u otro del mundo, no es descabellado pensar que cada vez estaremos más predispuestos a enviar nuestras maletas a destino incluso antes de poner un pie en el aeropuerto, lo cual, sumado a los avances en impresión 3-D, que nos permitirá imprimir rápidamente todo tipo de objetos, apunta a que los aeropuertos puedan llenarse en el futuro de pasajeros sin equipaje, y, por lo tanto, con mayor movilidad y disposición a disfrutar de su oferta comercial, de ocio y de restauración.
Para quienes sigan prefiriendo viajar con su equipaje, la tecnología y un mayor intercambio de información entre aerolíneas y aeropuertos permitirá un seguimiento continuo de la situación de las maletas, incluso durante el vuelo. La tecnología también facilitará el transporte de maletas dentro de las terminales mediante robots y volver mucho más económico y accesible el servicio de entrega directamente en nuestro hotel o domicilio. Esto último podría abrir nuevas vías de explotación comercial para el aeropuerto pudiendo destinar parte de la zona de entrega de maletas a espacios para anunciantes y agencias de servicios de turismo.
Por lo que respecta a la experiencia en las terminales del futuro, se caracterizará por una señalética clara e intuitiva, por diseños que reduzcan los trayectos a pie o que los acorten mediante vehículos autónomos –en un contexto en que una población cada vez más envejecida poblará los aeropuertos de pasajeros que requieran asistencia–, y por la introducción de tecnologías como el reconocimiento facial, que permitirán estudiar mejor el comportamiento de los usuarios.
En el área comercial, veremos cada vez una mayor presencia de marcas locales, en lugar de encontrarnos a las mismas multinacionales en todos los aeropuertos, y también una oferta comercial más flexible y dinámica gracias a la monitorización del comportamiento del pasajero. El e-commerce no debe verse como un competidor para la actividad comercial en el aeropuerto sino como una oportunidad para que las marcas aprovechen el tiempo de espera de los pasajeros para ofrecer una experiencia diferencial a actuales y potenciales clientes.
Por último, y en materia de seguridad, se generalizará el inicio de los controles incluso antes de llegar al aeropuerto, los procesos menos intrusivos –consistentes por ejemplo en instalar detectores de metales por toda la terminal para que su detección no deba realizarse únicamente en los controles designados–, o la instalación de cámaras capaces de detectar comportamientos sospechosos.
Empleados, aerolíneas y comunidades locales: tres grupos de interés claves ahora y en el futuro
Si bien poner el foco en el pasajero será clave en los aeropuertos del futuro, estos ni pueden ni deben desatender a otros stakeholders clave; de forma destacada, a sus empleados, a las aerolíneas y a las comunidades locales.
En la gestión de sus equipos, brindar puestos de trabajo seguros seguirá resultando clave, pero cada vez será más importante aportarles también una formación continua para ir adaptando sus funciones a las demandas cambiantes de los pasajeros. No en vano, un aeropuerto con guías virtuales, robots o con el que podamos interactuar a través de una app necesitará menos personal realizando tareas de procesamiento de pasajeros que deberán reciclarse para desempeñar funciones de mayor valor añadido; algo que, en muchos casos, se conseguirá mediante el establecimiento de academias o centros de formación con programas especializados en los propios aeropuertos.
Por lo que respecta a las aerolíneas, su relación futura con los aeropuertos vendrá impartida sobre todo por la automatización de muchos procesos: desde los trayectos de los aviones una vez en pista, que podrán realizarse por control remoto, hasta la generalización de los vehículos y puentes de embarque autónomos, pasando por las torres de control remotas que algunos aeropuertos ya están testeando.
Los avances en el diseño de aeronaves también obligarán a una colaboración reforzada entre aeropuertos, aerolíneas y fabricantes, porque, por ejemplo, la posibilidad de que algunos modelos puedan plegar sus alas para ocupar un menor espacio en plataforma tendrá enormes implicaciones en el diseño de terminales, puertas de embarque, etcétera.
Por último, los aeropuertos del futuro deberán prestar una atención redoblada a sus comunidades locales, que pasará por la generalización de los comités consultivos que permitan establecer con los mismos puentes de comunicación sólidos y recurrentes. También cabe esperar que los aeropuertos cada vez recluten más personal local para contribuir al desarrollo económico y social en la zona donde operan, de modo que deberán implicarse cada vez más en su formación bien trabajando con escuelas, institutos y universidades preexistentes o con academias y programas de aprendizaje y empleabilidad propios.
Una buena relación con las comunidades locales pasará asimismo por mitigar los efectos colaterales de la actividad aeroportuaria, para lo cual cada vez será más frecuente la implicación de los aeropuertos en la investigación para desarrollar aeronaves más silenciosas y que consuman combustibles sostenibles, se generalizarán las flotas eléctricas o aumentarán los proyectos para reducir el consumo de plásticos o fomentar una mayor biodiversidad en sus entornos. El aeropuerto de Heathrow, es un gran impulsor de una aviación más sostenible como demuestra su ambicioso plan de sostenibilidad Heathrow 2.0, gracias al cuál ya ha conseguido convertirse en un aeropuerto neutro en carbono y persigue eliminar por completo sus emisiones antes de mediados de 2030.
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