La Inteligencia Artificial lleva tiempo abriéndose paso en nuestro día a día, pero ¿qué es realmente la Inteligencia Artificial?, ¿a qué nos referimos cuándo hablamos de ella? Podríamos deducir que es la inteligencia de las máquinas, aquella que está vinculada a la tecnología, incluso a las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Sin embargo, veremos cómo esta -nueva- disciplina va más allá.
Tomando como referencia un marco teórico, nos centraremos en los conceptos de Inteligencia e Inteligencia Artificial. Viendo como la primera es tan necesaria como implícita para la existencia de la segunda, convirtiéndose la una en el epítome de la otra.
Comenzando por la Inteligencia esta trae consigo el estudio de la mente, del pensamiento y de la filosofía. Para empezar, además de cuestionarnos sobre la inteligencia, podemos preguntarnos: ¿qué es el pensamiento?, ¿qué es la mente?, ¿qué es una idea?
Inteligencia
Etimológicamente inteligencia viene del latín intelligentia, es decir, “cualidad de saber escoger -legere- entre varias opciones”.
La RAE da las siguientes definiciones: “capacidad de entender o comprender”, “capacidad de resolver problemas”, o “conocimiento, comprensión”. Además, hace referencia a los diferentes tipos de inteligencia que conocemos, Inteligencia Emocional e Inteligencia Artificial.
Filosofía
Su etimología se centra en el amor –philos– a la sabiduría –sofos– y pese a su multitud de corrientes y definiciones la RAE la define como un “conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano”. También menciona la filosofía analítica cuyo punto de partida es la importancia del lenguaje, la filosofía moral centrada en las acciones humanas, y la filosofía natural con las leyes de la naturaleza.
Pensamiento
Etimológicamente el sufijo –miento hace referencia al resultado, definiéndolo por tanto como el acto de pensar. Sin embargo, la RAE lo define como “facultad o capacidad de pensar”, “acción y efecto de pensar” o “conjunto de ideas de una persona, de una colectividad o de una época”.
De esta manera vemos como la Inteligencia engloba nuestros pensamientos y saberes, así como nuestra capacidad para usarlos. El propósito por el que nace la Inteligencia Artificial es el mismo pero ubicado en las máquinas. La IA trabaja para dotar al artificio de un conocimiento que le permita acceder autónomamente a esa capacidad de pensar.
Observamos un cambio en el sujeto -ser humano/máquina-. Nosotros contamos con el cerebro, así como, el ordenador cuenta con su CPU. Viendo que el ámbito de la Inteligencia Artificial es tan complejo como el de la filosofía, centraremos la importancia en el sistema cognitivo y más precisamente en el lenguaje.
El lenguaje juega un papel clave a la hora de instalar ese nuevo cerebro. Los pensamientos exigen gran precisión para la escritura de un código claro y concreto capaz de programar esas máquinas. El semiólogo Yuri Lotman nos hablaba del sistema monolingüístico cuya base es «la transferencia a la realidad lingüística de la abstracción que prevé una identidad completa entre el emisor y destinatario” y su finalidad “lograr precisamente una adecuación en la comunicación: las perturbaciones en ellas son consideradas como obstáculos provocados por inevitables imperfecciones técnicas”.
Como él nos indicaba, “la sustitución del término -lengua- por -código- no es tan inocua. El término -código- conlleva la estructura creada, artificial e introducida con un acuerdo instantáneo”.
Haciendo ahínco de este autor hablamos de la semiosfera, es decir, aquel espacio en el que los signos interactúan separados del área extra-semiótica. Esta separación se realiza a través de la frontera que juega un importante papel traduciendo y dotando de significado a los códigos que pasan por ella.
Por tanto, la escritura y la lectura del código entran en continua relación para una exitosa comunicación entre el emisor (quién introduce la información) y el destinatario (la máquina que recibe y descifra la información).
Si después de este pequeño marco teórico buscamos definiciones de Inteligencia Artificial encontraremos multitud de ellas. El fundador del laboratorio de Inteligencia Artificial en el Instituto de Tecnología de Massachusetts nos dice que es “la ciencia de hacer que las máquinas hagan cosas que requerirían inteligencia si las hubiera hecho un ser humano”.
McCarthy habla de ella como “la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligentes”, y Haugeland nos dice que “las computadoras pueden manipular elementos arbitrarios para que una máquina piense”.
La Inteligencia Artificial también puede categorizarse en diferentes ámbitos como la heurística, la representación del lenguaje, y el estudio de los diferentes lenguajes. Además, puede estudiarse a través de dos escuelas: la convencional o la computacional.
Mencionaré un ejemplo de Inteligencia Artificial a través de códigos:
El ajedrez
En el libro “Cómo la vida imita al ajedrez” el gran estratega Garry Kasparov narra sus victorias, logros, derrotas, tablas, incluso sus memorables partidas contra Karpov o Deep Blue.
Deep Blue, así se llamaba el programa de ordenador desarrollado, por IBM, a finales de los noventa, compitió contra el campeón mundial de ajedrez en dos ocasiones. El primer encuentro se celebró en Filadelfia en 1996. La gran exactitud con la que contaba la máquina le llevó a alguna victoria, pero no fue suficiente para derrotar la estrategia de Kasparov, que le llevó a la victoria del primer match humano/máquina.
Un año más tarde se disputó el segundo encuentro, el gran duelo de la historia del ajedrez. Un encuentro que estuvo reñido desde el principio y que terminó por ganar Deep Blue, pese a los movimientos irregulares de Kasparov en la búsqueda por la nueva victoria. A continuación, se muestra la imagen final de la partida.
En este punto podemos mencionar el Juego de la Imitación del que habla el matemático A. Turing. Deep Blue fue nutrido de códigos de conocimiento a través de la imitación de las jugadas de Kasparov, mientras que el ser humano lleva este juego innato desde bebés.
No puedo terminar sin dejar de mencionar el papel que la Inteligencia Artificial esta llevando a cabo frente al COVID-19. Ejemplo de ello han sido las diferentes tecnologías y aplicaciones que se han utilizado en Asia, sobre todo en China, para acelerar la secuenciación del genoma.
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