Certezas que no son: sobre mi experiencia formando nuevos equipos en Chile
08 de enero de 2021
En junio de 2013 aterrizaba en Chile con dos maletas, muchas inquietudes, expectativas e incertidumbres. En Chile en junio es invierno, pero ese día hacía sol. Había salido de mi casa 21 horas antes, y allí habían quedado mi mujer y mi hijo. Ellos viajarían 6 meses después.
La empresa me había propuesto para desarrollar el área de edificación en Chile. Después de pensarlo mucho, aceptamos el reto. Llegaba a un gran país, a una delegación que no había pedido que yo llegase y a desarrollar un negocio que no habían podido desarrollar, sin garantías de continuidad ni de éxito.
Primera certeza errónea: “La edificación en el extranjero es un mal negocio, no sabemos hacer edificación fuera de España. La edificación viaja mal”.
Primera certeza equivocada y repetida hasta la saciedad antes de mi partida. Y yo había dejado mi casa y mi comodidad para comprobar si era cierto o no. Un salto al vacío que había aceptado porque mi jefe, al que considero mi amigo, me lo había ofrecido. Y si me lo ofrecía tenía que ser porque era algo bueno. Eso fue lo que me hizo aceptar el desafío.
Mi primera tarea al llegar a Chile, además de buscar casa, colegio y realizar todos los miles de trámites burocráticos necesarios, fue recorrer la ciudad viendo todas las obras que pude. Traté de abrir los ojos y aprender las diferencias entre la construcción de Chile y la de España. Apunté empresas, teléfonos, ritmos y datos, buscando oportunidades de negocio, aprendiendo e investigando.
Segunda certeza errónea: “Es imposible contratar obras de edificación en Chile y ganar dinero”.
Segunda certeza que me repetían a mi llegada a las oficinas centrales de la delegación. “No se pueden conseguir clientes, sólo las empresas chilenas pueden”.
Después de dos intentos sin éxito, contratamos las primeras obras. Tres, casi de golpe. La solución que tomamos fue especializar al equipo en edificación. Cuando llegó el momento de montar los equipos para cumplir los contratos y ponerse a construir, lo primero que hice fue llamar a la gente con la que había trabajado en España. Jefes de obra y de producción con grandes capacidades que se atrevieron a dejar su zona de confort y venir a ayudarme. Casi todos atendieron la llamada.
En esta tarea tuve siempre el apoyo de mis superiores. Montamos la estructura con profesionales como Alberto, David, Germán, Nuria, Sara u Osvaldo, y más tarde vinieron Santi, Guillermo, Joserra, Javier, Pablo… Teníamos ante nosotros el reto de iniciar obras en un mercado nuevo, con plazos exigentes, y se observaba a los nuevos equipos con lupa.
Es muy interesante la reflexión que hice en ese momento. Empezamos a contratar a ingenieros españoles, porque parecía que hablábamos el mismo idioma. Pero el técnico chileno es igual o mejor, solo que tiene una formación diferente. España forma con el modelo francés, generalista, y Chile lo hace con el anglosajón, especialista.
Con el tiempo aprendí que no hay que hacer que el equipo del país se adapte a ti. Es mejor adaptarte tú a la forma de trabajar del país, siempre intentando combinar lo mejor de las dos partes para ser más eficiente.
Teníamos que pensar a largo plazo. Copiamos una de las claves del éxito de Ferrovial en España: hablamos con universidades y firmamos convenios para incorporar a recién titulados y formarles desde cero. Empezamos entonces a contratar lo que ahora se llama centennial. Si un millennial estaba estigmatizado, un centennial mucho más.
Tercera certeza errónea: “Los jóvenes no se esfuerzan como lo hacíamos nosotros, no son fieles y no tienen motivación. Van a cambiar de empresa a la primera de cambio. Vas a perder el tiempo enseñándoles.”
Certeza que no es cierta, pues ya han pasado seis años y tenemos técnicos que son extraordinarios jefes de producción y que podrían liderar un proyecto como jefes de obra. Tenemos grandes jefes de oficina técnica, programadores, responsables de calidad, medioambientalistas, etcétera. Todos con visión global, porque han pasado por varios puestos de trabajo.
Todos siguen mayoritariamente con nosotros, todos tienen dedicación plena y alta responsabilidad y todos quieren a esta empresa. Tenemos la misma cantidad de hombres y de mujeres, que mantienen el mismo empuje que mostraron en la primera entrevista de prácticas de universidad.
Lo que piden las nuevas generaciones es un trabajo motivador, ambientes estimulantes y evolucionar técnica y profesionalmente. Les inscribimos de forma voluntaria en cursos BIM de 60 horas que acababan a las 22:00 y en cursos de PowerBI y Access en horarios agotadores. Se apuntaron todos. También les pedimos movilidad de una obra a otra para refuerzos puntuales y nunca hubo problemas. El trabajo que han tenido los jefes de obra y jefes de grupo en la formación de esta gente ha sido enorme. Y el fruto está ahí.
Ahora estas nuevas generaciones llegan a proponer Dashboard automatizados de avance, modelos BIM enlazando costes y programación, soluciones de protocolos online, nuevas formas de hacer las cosas de manera más eficiente, etcétera. Es una generación que provoca renovación y que hace que las obras y la empresa funcionen mejor. Trabajan digitalmente y colaboran de forma innata, sin nichos cerrados. Nos hacen mejores, más productivos y más eficaces. Son el futuro y el presente. La mejor cantera que tenemos a día de hoy ya son ellos.
«La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores y chismea mientras debería trabajar«. Esta cita se suele atribuir a Sócrates, pero en realidad es de 1907. Nos muestra que muchas certezas están equivocadas y no hacen más que repetir miedos o desconocimientos.
Un repaso de mis ocho años en Chile
Lo más complicado de venir a Chile ha sido el sacrificio familiar. Nunca podré agradecer lo suficiente a mi mujer su sacrificio personal y profesional y la apuesta que hizo por mí.
Lo más gratificante es ver que se pueden hacer grandes cosas con pocos recursos. Que la gente que está bajo tu responsabilidad progresa y es capaz de hacer obras bien construidas. Dentro de poco llevaré 8 años en Chile, de los algo más de 20 que llevo trabajando en Ferrovial, y mi mayor satisfacción profesional son los equipos que hemos formado en esta etapa. Con buenos equipos se puede lograr cualquier reto. Conseguirlos es un trabajo que requiere pensar a largo plazo, esfuerzo, constancia y dedicación, pero terminas recogiendo los frutos.
También es gratificante ver que has aportado tu grano de arena a hacer infraestructura que ayudan a la sociedad. Ver a la gente llorar cuando se abrieron las estaciones que construimos, a los profesores sacarse selfies en los nuevos edificios donde van a dar clases, a los jueces enorgullecerse de los nuevos juzgados que van a estrenar… eso se queda para siempre.
Como anécdota del cambio generacional, el último becario al que entrevistamos no preguntó salario, ni dónde iba a trabajar, ni cuántas horas iba a tener que estar. Dijo que le atraía esta empresa por su política medioambiental y preguntó si iba a poder aplicar medidas ambientales en la obra donde estuviese trabajando. Las nuevas generaciones no quieren lujos, son educados, aprecian las enseñanzas y son responsables en el trabajo. Son el futuro.
Como resumen, sal de tu zona de confort y apuesta por profesionales jóvenes y del país. Dedica esfuerzo a formarles porque así tu empresa y tú creceréis. Duda y repiensa todas las certezas que te cuenten sin menospreciarlas, pero sin darlas por inamovibles. Da sin esperar nada a cambio, comparte sin esperar contraprestación, ten claro tu objetivo y sigue tu ruta pese a las trabas que te surjan o te impongan, sé honesto contigo y con los demás.
Y, por si alguien pregunta, la primera y la segunda certeza no lo son.
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