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Diseño y construcción

Ciudades subterráneas: cuando la vida se hace bajo el suelo

31 de agosto de 2021

En 1963, un vecino de la región de Capadocia, en Turquía, derribó una pared de su sótano y descubrió lo que parecía una gran galería subterránea. No se equivocaba: se trataba de la antigua ciudad de Derinkuyu, de al menos 18 niveles de profundidad y con capacidad para dar refugio a miles de personas.  

Más allá del entramado de Derinkuyu y de la Capadocia, en donde los suelos volcánicos hacen que en ocasiones sea más sencillo excavar que levantar edificios sobre la superficie, el mundo está repleto de grandes sistemas subterráneos. Estos fueron construidos para escapar de las temperaturas extremas, refugiarse de ataques e invasiones o simplemente para aprovechar el espacio que se esconde bajo nuestros pies. Las catacumbas de París o Roma, la ciudad de Mamata en Túnez o la villa de Kariz en Irán son algunos ejemplos.  

Sin embargo, no todas las grandes ciudades subterráneas nos hacen viajar al pasado. Hoy en día también se siguen construyendo, a menudo, con los mismos propósitos que hace miles de años.

El PATH de Toronto  

Boca de metro con acceso al sistema PATH, en Toronto

Con una latitud de 43 grados Norte y temperaturas que alcanzan con facilidad los 10 grados bajo cero, la ciudad de Toronto (Canadá) cuenta con numerosas opciones para refugiarse durante los meses más fríos del año. Una de ellas es el PATH, una gran red de pasarelas peatonales en su mayoría subterráneas.  

La construcción del primer camino bajo tierra de Toronto se remonta al año 1900, cuando se excavó para conectar comercios. En 1927, ya había cinco túneles en el centro de la ciudad y, a lo largo del siglo XX, caminar bajo tierra fue haciéndose cada vez más popular para los ciudadanos de Toronto. Finalmente, en la década de los 80, el gobierno de la ciudad impulsó el desarrollo del sistema de túneles que conocemos hoy.  

El PATH se extiende a lo largo de más de 30 kilómetros cuadrados bajo el centro de Toronto. En sus galerías hay restaurantes, tiendas y numerosos servicios de ocio. Se trata de una parte fundamental de la ciudad, que conecta directamente con más de 75 edificios, seis estaciones de metro y muchos enclaves populares (como el Hockey Hall of Fame o el Roy Thomson Hall).  

Pero lo cierto es que Toronto no es la única ciudad de Canadá que cuenta con un sistema subterráneo. La red RESO, en Montreal, conecta estaciones de metro, grandes hoteles, cerca de un millar de tiendas y numerosos edificios de oficinas. Además de acoger gran parte de la vida de la ciudad, es una visita imprescindible para turistas y visitantes.  

La vida subterránea de Helsinki 

Piscina subterránea en Helsinki

Una gran piscina, una iglesia excavada en la roca, tiendas, museos y galerías que conectan diferentes puntos de la ciudad. Al otro lado del océano Atlántico, Helsinki (en Finlandia) cuenta también con una gran superficie subterránea que está presente en el día a día de sus habitantes. 

La idea de hacer una segunda versión de la ciudad bajo el suelo se remonta a la Guerra Fría, cuando los dirigentes de Finlandia contemplaban opciones para protegerse de la vecina Rusia.  

Hoy, la ciudad cuenta con un plan para modernizar este sistema y optimizar el espacio urbano. “El ‘Plan de la ciudad de Helsinki’ propone una construcción más densa, y la expansión de la ciudad hará necesario transferir algunas de las operaciones bajo tierra y usar las instalaciones subterráneas de manera más eficiente”, explican en la web del ayuntamiento. Otro de los grandes planes de expansión subterránea pasa por crear un túnel para unir Helsinki con Tallin (Estonia) por tren.  

Jardines bajo Nueva York 

Recreación gráfica de proyecto subterráneo Lowline

En los últimos años se ha estudiado la posibilidad de dar un respiro a los entornos urbanos más densos del mundo con espacios de ocio bajo tierra. Un ejemplo es el Lowline, un plan para llenar de vida una histórica terminal de tranvías del Lower East Side de Nueva York.  

El Lowline es un parque subterráneo iluminado con tecnología solar. Gracias a un sistema basado en tragaluces, colectores parabólicos y superficies reflectantes, se introduce la luz suficiente para que plantas, árboles y hierba crezcan bajo tierra. Con Lowline, sus creadores buscan un nuevo tipo de espacio público que recupere enclaves históricos y los convierta en espacios verdes.  

La estación, creada en 1908 y abandonada 40 años después, conserva todavía sus antiguos adoquines, las vías del tren y los grandes techos abovedados. Su elección para este proyecto no fue casualidad: la zona en la que se encuentra es una de las menos verdes de la ciudad. 

A lo largo de la última década, se realizaron estudios y pruebas piloto que confirmaron la viabilidad del proyecto. Actualmente, está parado y a la espera de financiación, y sus fundadores están explorando la idea de llevarlo a otras ciudades. 

El rascasuelos mexicano 

“El Centro Histórico de la Ciudad de México necesita desesperadamente un cambio de imagen programático. Se requiere nueva infraestructura, oficinas, locales comerciales y espacio habitable, pero no hay parcelas vacías disponibles. Las leyes federales y locales prohíben la demolición de edificios históricos y las regulaciones de altura limitan las nuevas estructuras a ocho pisos”, explican desde el estudio mexicano Bunker Arquitectura (BNKR).  

¿Su propuesta? Construir hacia abajo. El Earthscraper es un proyecto de rascacielos a la inversa y en forma de pirámide invertida, que se adentra hasta 300 metros de profundidad bajo el Zócalo de Ciudad de México. Este proyecto (nunca aprobado) plantea un edificio con vacío en el centro, para que todos los espacios cuenten con iluminación y ventilación natural. Para no perder la vida en la superficie, estaría cubierto con un gran piso de vidrio. 

Proyección del Earthscrapper, con numerosos pisos y espacios verdes bajo el suelo.

Lo cierto es que las construcciones subterráneas son beneficiosas en lugares con climas extremos. Al encontrarse bajo tierra, las temperaturas son más estables y templadas. La localidad de Coober Pedy, en Australia, es un buen ejemplo: allí, la mayoría de los vecinos viven en viejas minas rehabilitadas para protegerse de las altas temperaturas. En países como España, las construcciones subterráneas también fueron durante siglos una solución para escapar del calor.  

Sin embargo, la idea de plantear construcciones subterráneas en grandes ciudades como solución a la sobrepoblación ha suscitado numerosas críticas. La primera, la posibilidad de que pueda llevar a la segregación. Es decir, a una sociedad en la que la riqueza acabe determinando quién vive por encima y por debajo de la superficie.  

 

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