El poder del agua para promover los derechos de la mujer en África
22 de octubre de 2021
En numerosas regiones del mundo, contar con servicios de agua potable, limpia y segura es un lujo al alcance de muy pocos. Se calcula que tres de cada diez personas carecen de acceso a fuentes de agua potable fiables, y que más de la mitad de la población mundial no dispone de sistemas de saneamiento seguros.
A menudo, las más perjudicadas por la falta de acceso al agua son las mujeres y las niñas. En muchas regiones de África, por ejemplo, ellas son las que se encargan de recolectar el agua y las que más la utilizan en sus tareas diarias. La necesitan para cocinar, para limpiar el hogar o para garantizar el aseo de toda la familia.
El tiempo que dedican a recolectar este bien tan escaso dejan de dedicarlo a otras tareas que podrían proporcionarles ingresos. En el peor de los casos, las niñas también tienen que centrarse en su recogida y dejan de acudir a la escuela. Así, el agua se convierte en un elemento que aumenta aún más la brecha que separa a los hombres y las mujeres.
Como responsable del programa Infraestructuras Sociales de Ferrovial, he tenido la oportunidad de participar en numerosos proyectos para facilitar el acceso al agua potable en diferentes puntos de África. Por ello, me gustaría contaros uno de los más desafiantes que tuvo lugar en una zona en la que la falta de agua es un problema para miles de mujeres y niñas: Zabzugu, uno de los distritos más pobres de la Región Norte de Ghana.
La vida antes y después de tener un pozo
En Zabzugu, más de la mitad de las comunidades no disponía de agua suficiente para abastecerse. Para muchas mujeres, gran parte de las actividades diarias giraba en torno a conseguirla: tenían que recorrer una media de entre cuatro y cinco kilómetros para llegar a las fuentes. Una vez allí, sacaban el agua de forma manual, un proceso que es cansado y sobre todo muy lento. En total, la mayoría dedicaba un mínimo de tres o cuatro horas al día a recolectar agua.
Hoy, la situación en Zabzugu ha cambiado. Tras la mecanización con energía solar de cuatro pozos por parte de Ferrovial y World Vision, la gran mayoría de los hogares está a una distancia de entre 500 y 700 metros de la fuente de agua potable más cercana. La distancia máxima es de un kilómetro, un trayecto que sigue siendo importante, pero que se encuentra entre los márgenes mínimos recomendados por la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Gracias a la mecanización de los pozos, el tiempo de recogida del agua también se ha reducido. La tarea no suele superar un máximo de media hora al día, lo que se ha traducido en mejoras de salud, económicas y sociales.
Los primeros beneficiados son los niños, que son los que más sufren las enfermedades infecciosas que pueden contagiarse por un tratamiento inadecuado del agua. Para ellos, contar con sistemas seguros es fundamental: cada año, mueren alrededor de medio millón de niños en todo el mundo debido a enfermedades diarreicas asociadas a la falta de higiene. Además, la mecanización de los pozos sirve para abastecer al centro de salud de Zabzugu y las escuelas del distrito, que no disponían de agua corriente.
Las familias también han visto beneficios a nivel económico, porque las mujeres tienen tiempo para dedicarse a tareas más productivas y porque la reducción de enfermedades evita la pérdida de días de trabajo. Todo ello va acompañado de una mejora en el bienestar general de las familias.
Desde la perspectiva de las mujeres
El de Zabzugu no es el único proyecto con el que se ha mejorado la posición de las mujeres gracias al acceso al agua en África. También hemos participado en otros en países como Zimbabue, Kenia y Tanzania. En todos ellos, reducir los tiempos de recolección fue uno de los principales objetivos y, en todos, el acceso al agua cambia radicalmente el día a día de las mujeres.
Estos cambios empiezan en el momento de la concepción de los proyectos. Por eso se da a las mujeres un espacio relevante en la toma de decisiones. Sus necesidades son fundamentales a la hora de organizar quién gestiona las fuentes o los horarios en los que están en funcionamiento, por ejemplo.
Otro punto importante para mejorar el bienestar de las mujeres, y en particular las niñas, es la creación de baños separados y con buenas condiciones higiénicas en los colegios. Esto evita que las niñas dejen de acudir a la escuela cuando tienen la menstruación, un problema muy habitual que está detrás de un alto porcentaje de casos de abandono escolar en numerosos países del mundo.
En América Latina, por otro lado, la situación es diferente. Allí la prioridad no es acercar el agua a las casas, sino mejorar los sistemas de saneamiento por razones de higiene y también de seguridad. Y es que, para muchas mujeres, hacer sus necesidades al aire libre supone exponerse a situaciones de riesgo.
Desde su creación en 2008, a través del programa Infraestructuras Sociales hemos conseguido mejorar la vida diaria de más de 235.000 personas de África y América Latina mediante la creación de infraestructuras que mejoran el acceso al agua potable. Muchas de ellas son mujeres que han visto mejorar su salud, su seguridad y su calidad de vida.
Todavía no hay comentarios