Silueta de una mujer
Igualdad

No hay límite para las mujeres, sin importar la carrera que elijan

Como una de las primeras mujeres piloto de la Real Fuerza Aérea, Mandy Hickson sabe lo que supone ser una mujer fuerte, dotada y determinada trabajando en una profesión dominada por hombres. Es una conferenciante motivacional y autora de «An Officer, Not a Gentleman: The inspirational journey of a pioneering female fighter pilot».

28 de marzo de 2022

Cuando me decidí a ser piloto en 1987 a los 14 años, las mujeres no podían volar en la Real Fuerza Aérea. Fue en la universidad cuando cambiaron las reglas, y habían implementado varias cosas para entonces. Tenían licencia de piloto privado y estaba lista para presentar mi solicitud.

Fallé la prueba para pilotos de la RAF dos veces, una prueba compuesta por distintos tests de aptitud para pilotos realizados en un ordenador que incluyen tests de memoria, orientación espacial, coordinación ojo-mano, aritmética mental y problemas matemáticos. Parece que había un sesgo inconsciente en el sistema. La mayoría de las mujeres fallaban en las pruebas, mientras que la mayoría de hombres las pasaba. La RAF reconoció que era posible que tuviera que cambiar sus tests. Lo hicieron y ahora vemos una valoración más justa.

Finalmente, tras mucha persuasión, me uní a la primera ola de mujeres piloto.

Había bastantes mujeres en mi curso de formación para oficiales, pero después la gente se iba desgajando para hacer cosas distintas. En cada fase del entrenamiento, normalmente solo estaba yo y a veces una o dos chicas más, junto con unos 15 hombres.

Cuando haces algo nuevo, lo haces porque te apasiona, porque quieres hacerlo, no porque quieras ser una pionera. Pero ahora, cuando echo la vista atrás, me doy cuenta de que lo fui.

¿Parte del problema, o parte de la solución?

No me veía como una persona muy distinta, pero las cosas se complicaron cuando llegué a mi escuadrón de primera línea. Nunca antes habían tenido a una mujer piloto. No había baños para mujeres.

No había ropa de cuero para mujeres. Tuve que usar slips, que no son muy incómodos para una mujer: el corte no se adapta.

También estaban los típicos comentarios desconsiderados e impertinentes. ‘Es fácil adivinar en que jet está Mandy: es el que no está bien aparcado’. Este tipo de cosas

Cada día podía recibir 20 comentarios distintos como ese de 20 personas diferentes. Era tedioso, pero enseguida me salió callo. En realidad, eran mis buenos amigos varones los que afeaban el mal comportamiento de los otros. Tuve mucho apoyo de ellos a lo largo del camino.

Esa es una lección realmente importante. Sin importar tu sexo o cultura, si ves un comportamiento que no te gusta, puedes ser parte del problema, o parte de la solución.

El sentimiento de pertenencia es muy importante

Hay una diferencia entre encajar y pertenecer. Para empezar, en la RAF estaba intentando ser algo que no era. Me volví mucho más masculina, decía muchos tacos, bebía un montón. Incluso me di cuenta de que estaba empezando a vestirme como un hombre.

Y entonces fui consciente de que no quería convertirme en un hombre. Hubo un momento de reflexión en el que me di cuenta de que no tenía que ser como ellos.

En el trabajo todos tenemos que ser nosotros mismos. Encontrar un sentimiento de pertenencia es la clave para un rendimiento alto.

Empecé a ponerme vestidos, faldas o lo que me apeteciese llevar otra vez.

Sé auténtica y no te rindas al síndrome del impostor

La clave está en la autenticidad. Puedes tener mucho más impacto apareciendo como una mujer femenina, si eso es lo que eres.

Tienes que aprovechar tus fortalezas y usarlas. En lugar de pensar: como soy una mujer en un cargo superior, la gente me va a ver de forma distinta, debes tener confianza en ti misma. No importa cuál sea tu sexo o identidad.

Si alguna vez te asaltan esas dudas, o cualquier tipo de síndrome del impostor, busca pruebas de que no puedes hacerlo. A menudo no hay ninguna. Pero hay muchas pruebas de que sí puedes.

No puedes ser lo que no puedes ver

He trabajado con muchas empresas de la construcción. De alguna forma, ha sido muy refrescante. Para empezar, en la industria de la construcción hay un conjunto completo de ropa diseñado para mujeres: así que nada de slips.

Pero todavía queda trabajo para hacer que esta sea una profesión atractiva y realmente acogedora para las mujeres. Tienen que haber más modelos femeninos para las aprendices jóvenes que están llegando: no puedes ser lo que no puedes ver.

Puede que algunas carreras sean siempre sean más masculinas. Pero lo que es más importante es no evitar nunca que nadie haga lo que quiere hacer: si eres una mujer, hazte ingeniera. No es una cosa de hombres ni de mujeres, siempre puede haber diversidad.

Los mensajes de inclusión deben venir de arriba

Necesitas gente con todo tipo de procedencias distintas. Hablamos mucho de diversidad cultural y diversidad de género, pero también queremos diversidad cognitiva. Si solo das empleo a gente como nosotros, gente como a , siempre vas a obtener las mismas ideas y los mismos resultados.

Esperemos que ahora esté llegando gente con más conciencia social. Los hombres de la industria de la construcción no deben ser ni comportarse de ninguna forma establecida concreta.

Es esencial que estos mensajes vengan de arriba. Tienen que ser algo más que palabras colgadas en una pared: la inclusión debe practicarse y debe ser un lenguaje que use todo el mundo.

También necesitamos modelos de referencia activos. Un poco de discriminación positiva puede ser algo bueno para empezar a cambiar las cosas. Las empresas pueden usarla para poner a mujeres en las juntas directivas o en otros altos cargos. Las mujeres pueden hacer el trabajo igual de bien que los hombres. Sencillamente no han tenido la oportunidad o no se les ha empujado tanto.

Hace poco tuve una reunión en Londres donde hablé con los chicos de mis días en la RAF. Habían estado reflexionando sobre su comportamiento de hace 20 años y preguntándose lo duro que debía haber sido para mí.

Culturalmente, era donde estábamos en ese momento. No quiere decir que estuviera bien. Y no es la forma en que deberían hacerse las cosas, ni ahora ni en el futuro.

Así que sigamos mirándonos en el espejo. ¿Qué hemos aprendido? ¿Cómo hemos reflexionado todos sobre ello? Tenemos que analizar lo que nos ha traído hasta este punto. Pero es más importante hacia dónde vamos a ir a continuación.

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