Earth’s Black Box
Cambio climatico

La caja negra de la Tierra: una construcción para informar sobre el cambio climático a la sociedad del futuro

01 de junio de 2022

A menudo hablamos del legado que nuestro estilo de vida dejará a las nuevas generaciones. De la subida del nivel del mar, del aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y del incremento de las temperaturas. Nos preguntamos qué opinarán sobre el hecho de que sabíamos que estábamos cambiando el clima y no hicimos nada (o, al menos, lo suficiente) por evitarlo.

Para garantizar que estas generaciones futuras puedan tener respuesta a sus preguntas, un grupo de científicos y artistas australianos está construyendo una gran caja negra para registrar cómo la humanidad está gestionando el cambio climático. Esta se alimentará de energías renovables, registrará datos día y noche y será tan resistente que podrá aguantar condiciones extremas.

Se espera que la Earth’s Black Box se convierta en realidad este 2022 y se ubique en algún lugar de Tasmania. Por ahora, el proyecto está en fase beta, registrando las conversaciones sobre cambio climático que se publican en las redes sociales.

Una caja negra para las futuras generaciones

Al igual que las cajas negras de los aviones, el principal objetivo de la Earth’s Black Box es sobrevivir en caso de accidente. En concreto, a un colapso medioambiental. “La Earth’s Black Box es una estructura con un dispositivo que registrará cada paso que la humanidad dé hacia la catástrofe climática o alejándose de ella”, señala Jim Curtis, director creativo ejecutivo de la agencia Clemenger, una de las entidades involucradas en el proyecto junto a la Universidad de Tasmania.


Ilustración de la caja negra del cambio climático. Earth’s Black Box.

El plan para crear la Earth’s Black Box se presentó a finales de 2021, después de que los líderes mundiales se reuniesen en Glasgow para la celebración de la COP26 (la vigésimo sexta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático).

La fecha no fue casualidad: esta edición de la COP era especialmente importante, porque en ella se debía evaluar qué se había hecho para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París hasta el momento. Las conclusiones fueron poco esperanzadoras: hubo consenso en que el mundo no había hecho lo suficiente para frenar el cambio climático. Pero, además, la cumbre terminó sin nuevos compromisos sólidos y vinculantes para mejorar la situación.

Diferentes futuros posibles

Un mundo movido por las energías verdes, otro en el que las emisiones de gases de efecto invernadero no paran de subir e incluso otro en el que las altas temperaturas hacen imposible la vida tal y como la conocemos. Existen muchos escenarios posibles para el futuro, y lo cierto es que el rumbo de la historia depende de lo que hagamos hoy.

De acuerdo con el sexto informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), una cosa está clara: hagamos lo que hagamos, a finales de siglo las temperaturas serán, al menos, una media de 1,5 °C más altas que en la época preindustrial. Si reducimos drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero en la actualidad, la subida puede quedar ahí. Si por el contrario estas siguen aumentando, las temperaturas medias podrían subir hasta 4,5 °C.

Chimenea lanzando, entre otros elementos, gases de efecto invernadero a la atmósfera
Chimenea lanzando, entre otros elementos, gases de efecto invernadero a la atmósfera. Veeterzy (Unsplash)

Las consecuencias de este aumento se notarán en la subida del nivel del mar y en el incremento de la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, entre otras. Sin embargo, existen opciones para evitarlo. El IPCC destaca, entre las principales soluciones, abandonar los combustibles fósiles y apostar por energías renovables como la eólica y la solar. Algunas también dependen de nuestros hábitos, como adoptar dietas más ricas en vegetales o cambiar el coche por la bicicleta y el transporte público.

Un gran monolito de acero

La  Earth’s Black Box, inspirada en las cajas negras de los aviones, tendrá la forma de un gran monolito de acero de diez metros de largo y unos 7,5 centímetros de grosor. Dentro albergará un dispositivo conectado a internet que, gracias a un algoritmo, podrá almacenar información relacionada con el cambio climático. Desde temperaturas promedio hasta datos sobre el consumo global de energía, pasando por informes científicos y protestas sociales.

Manifestación de jóvenes para reclamar acción climática
Manifestación de jóvenes para reclamar acción climática. Callum Shaw (Unsplash)

Para garantizar que este dispositivo nunca deje de funcionar, se alimentará con energía solar y además contará con baterías. Su ubicación concreta es todavía una incógnita, pero el hecho de que se instale en la costa oeste de Tasmania garantiza que podrá recibir numerosas horas de luz solar.

Una de las premisas para crear esta gran construcción de acero es hacerla lo más resistente posible, para poder registrar nuestros pasos durante décadas e incluso siglos. Así, su diseño, su forma y sus materiales están pensados para que soporte el paso del tiempo, la erosión y, sobre todo, el impacto de posibles desastres naturales.

De acuerdo con sus creadores, la Earth’s Black Box se construirá en 2022. Por ahora, su dispositivo está en fase beta, registrando conversaciones de redes sociales en cientos de idiomas diferentes. Tal y como señalan en la web del proyecto, cómo terminará la historia depende completamente de nosotros. Lo que sí es seguro es que nuestras acciones e interacciones ya se están registrando.

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