Diseño y construcción

Pareidolia, cuando vemos caras… hasta en los edificios

22 de febrero de 2023

Cuando el Principito dibujó lo que claramente era una boa tras comerse un elefante, los adultos no entendieron bien su significado. “¿Qué es tan terrorífico de un sombrero?”, le preguntaron. Tuvo que dibujarlo de nuevo, mostrando el elefante a través de la piel de la serpiente. En esta ocasión, sí vieron al elefante, pero no supieron valorar su obra de arte. El Principito decidió abandonar la que, según él, hubiese sido una gloriosa carrera como dibujante.

A medida que crecemos, los adultos perdemos gran parte de la imaginación que teníamos de niños. Pero no esto no quiere decir que dejemos de ver caras y figuras en donde no las hay: de hecho, lo hacemos muy a menudo y de forma inconsciente. Esto se debe a la pareidolia, el fenómeno que nos hace ver rostros e incluso expresiones en objetos y hasta en edificios.

La relación entre la pareidolia, el diseño y la arquitectura es estrecha, hasta el punto que se han realizado estudios para analizar nuestra respuesta emocional ante los edificios y algunos arquitectos – como el japonés Kazamasa Yamashita – han creado caras en sus planos. Te contamos qué es la pareidolia y su relación con el mundo del diseño y la construcción.

¿Qué es la pareidolia?

El término pareidolia proviene del griego para (παρά), que significa “semejante a”, y eidolon (εἴδωλον), cuyo significado es “figura” o “imagen”. Hace referencia a un fenómeno psicológico en el que un estímulo, normalmente una imagen, es percibido como algo ya conocido. En otras palabras, a ese momento en el que nuestro cerebro identifica los elementos de una imagen como algo familiar. 

Casa con una cara sonriente

Casa con una cara sonriente (Pxhere)

El hecho de que la pareidolia nos lleve a ver sobre todo caras o formas de personas y animales no es casualidad: nuestro cerebro intenta encontrar significado y lógica en todo lo que ve, y relaciona las nuevas imágenes con las que tenemos archivadas en la memoria. Y uno de los elementos que más memorizamos y a los que prestamos más atención son los rostros, tanto de personas como animales. 

Así, cuando percibimos una similitud entre un objeto y una cara, por mínima que sea, nuestro cerebro interpreta que estamos ante un elemento conocido. Algunas teorías señalan que es un rasgo evolutivo, que nos permite a los humanos (y a otras especies de animales) reconocer con rapidez un peligro. Por ejemplo, la presencia de un depredador. 

La pareidolia y el diseño

A nadie le parecería raro ver la forma de dos ojos en los focos de un coche o una cara en un buzón. Y lo cierto es que, a menudo, se aprovecha esta similitud para crear productos que generen simpatía. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Strathclyde (Glasgow, Escocia), analiza las implicaciones de los rasgos faciales y antropomórficos en el diseño de producto. 

De acuerdo con los investigadores, la pareidolia es un fenómeno que puede ocurrir accidentalmente, pero también de forma deliberada para provocar una determinada reacción o respuesta. Puede usarse, por ejemplo, para que una nueva tecnología sea aceptada o resulte más comprensible (es el caso, por ejemplo, de los robots). 

También vale para proyectar determinados valores, para simplificar sistemas complejos y para aumentar la sensación de conexión con los mismos. Un ejemplo lo tenemos en el diseño de los coches: no genera la misma respuesta un coche con grandes focos redondos que otro con focos alargados (que pueden imitar, por ejemplo, el rostro de felinos veloces como jaguares o guepardos). 

Imagen del faro alargado de un coche

Imagen del faro alargado de un coche. Jonathan Gallegos (Unsplash)

Otras investigaciones también han analizado cómo esta reacción emocional influye en la forma en la que vemos, entendemos y disfrutamos de la arquitectura. ¿Qué pasa si la mente interpreta subconscientemente la configuración geométrica de diferentes formas de fachada como una expresión de emociones particulares?

Esta es una de las preguntas que se plantean en el estudio ‘Pareidolia analysis of architecture: Reading the emotional expression of a building façade’. En él, se estudia la reacción emocional que genera observar (en diferentes momentos del día) Villa Savoye, de Le Corbusier, y Robie House, de Frank Lloyd Wright, casas que no presentan mucha similitud con una cara humana. Las expresiones más detectadas fueron de felicidad, de sorpresa, de ira o de repugnancia. 

Pareidolia: los casos de las casas con caras 

Aunque siempre depende de la imaginación de cada uno, podríamos afirmar que el mundo está lleno de casas y otras construcciones con caras. Muchas veces, las ventanas parecen ojos, las puertas bocas y los tejados, melenas que caen a los lados. 

Granero con forma de cara en el sur de Irlanda

Granero con forma de cara en el sur de Irlanda. Ingvild Sommer (Flickr)

Algunos arquitectos van más allá y crean caras de forma totalmente consciente en sus diseños. Es el caso del arquitecto japonés Kazumasa Yamashita, autor, entre otras obras famosas, de la Face House de Kioto. Una casa con ojos, nariz y boca.

La Face House de Kioto

La Face House de Kioto. Brakeet (Wikimedia Commons)

Tal y como explican en la revista ‘The Architectural Review’, el objetivo de Yamashita era humanizar una calle del centro de la ciudad y dar una imagen diferente a un edificio que no era más que un bloque de hormigón. Los rostros humanos de la casa son también funcionales: la nariz deja entrar luz a una de las habitaciones y la boca es una puerta a la calle desde un de los estudios de la vivienda (su dueño es diseñador).

Otros artistas dan vida y rostros a los edificios que ya existen. Nikita Nomerz, por ejemplo, pinta caras en viejas construcciones abandonadas de ciudades rusas. El arquitecto Federico Ballina, por otro lado, disfruta viendo formas de animales en edificios de ingenieros y arquitectos famosos, como Eiffel, Utzon o Wright, y las traslada a divertidas ilustraciones de su álbum Archizoo – An architectural Pareidolia

“Cuando era niño quería ser arquitecto y ahora que soy arquitecto me gustaría a veces volver a mi infancia”, escribe Ballina. La pareidolia le da la oportunidad de dejar su mente libre y dibujar, sin dejarse guiar por lo racional, un verdadero zoológico de arquitectura. 

 

Imagen principal: Edificio con ojos y boca. Ingvild Sommer (Flickr)

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