Madrid está repleta de edificios históricos llenos de curiosidades que dotan a la ciudad de una belleza especial. Hoy en el día de San Isidro, y aprovechando que es un día importante para los madrileños, nos gustaría hacer un pequeño homenaje a algunos de los edificios y ubicaciones más icónicas de Madrid, que están también entre nuestros favoritos. Acompañadnos mientras repasamos algunas de las curiosidades y secretos mejor guardados de la capital.
Un Palacio de Cristal en pleno Parque del Retiro
Si tuviéramos que quedarnos con uno, nuestro edificio favorito de Madrid sería sin duda el Palacio de Cristal. Muchos pueden pensar que es un sitio muy masificado y muchas veces imposible de disfrutar en soledad. Esto tiene un punto de verdad, ya que por normal general, esta increíble construcción en la que el cristal y el hierro son los elementos principales atraen a muchos turistas y curiosos a diario. Pero, si nos paramos a admirar la construcción y analizamos un poco su historia, es imposible no quedarse prendado de él.
El Palacio de Cristal, que bien podría ser protagonista de una película de época, es un perfecto ejemplo de la conocida “arquitectura del hierro”, que tuvo sus fans y también sus detractores. Como ha pasado en muchas ocasiones a lo largo de la historia, este tipo de arquitectura fue en su día algo rompedor y que no convencía a todo el mundo (véase este post sobre como los franceses no querían en su día la Torre Eiffel). Con el tiempo, la arquitectura del hierro ha demostrado ser capaz de darnos edificios emblemáticos tan bonitos como este.
El Palacio de Cristal fue construido como un gran invernadero por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco en 1887. Estaba inspirado en el Crystal Palace de Hyde Park y tardaron solo cinco meses en construirlo. La idea de este invernadero era que albergase la flora de Filipinas como parte de la Exposición General de Filipinas que buscaba estrechar las relaciones entre España y este país que no tardaría en dejar de ser su colonia.
El edificio está construido con hierro forjado, cristal, elementos decorativos de cerámica y columnas de piedra de estilo jónico. La cúpula central acristalada alcanza una altura de casi 23 metros de altura y destaca sobre el resto de la construcción.
Entre uno de los momentos más curiosos de esta edificación se encuentra la proclamación de Manuel Azaña. El 10 de mayo de 1936, el Palacio de Cristal se convirtió en el escenario en el que se proclamó a Manuel Azaña como presidente de la Segunda República Española. Las cortes eran demasiado pequeñas para albergar la asamblea y se eligió este espacio para la ocasión.
A lo largo de los años el Palacio ha pasado por dos restauraciones, la primera en 1975 y otra más completa entre 1994 y 1998. Esta última se llevó a cabo de la mano de José de la Dehesa y Ferrovial Agroman (ahora Ferrovial Construcción) para consolidar la estructura metálica, renovar las instalaciones y reintegrar elementos decorativos perdidos devolviendo el edificio a su esplendor inicial. Algo innegable, estés rodeado de gente o no, es que la luz que se cuela entre los árboles de alrededor y se filtra por los cristales del Palacio de Cristal lo dotan de una belleza casi mágica. En la actualidad, además, es una sala de exposiciones del Museo Reina Sofía donde podrás disfrutar del arte en un entorno único.
Edificio Metrópolis, el más icónico y desconocido
El edificio Metrópolis no pasa desapercibido por nadie que haya recorrido los alrededores, es uno de los más representativos de la ciudad. Este edificio fue construido en 1907 y se tardó en finalizar cuatro años, fue en esa época cuando se comenzó a construir la Gran Vía, una de las arterias más transitadas y populares de la ciudad. El edificio metrópolis, con sus 45 metros de altura, era el más alto de la ciudad en aquel entonces, antes de ser destronado por el Palacio de la Prensa. Fue un encargo de la aseguradora La Unión y el Fénix, pero fue adquirido en 1972 por la compañía Metrópolis.
Imagen inédita facilitada por la nieta del escultor, Vanesa Coullaut-Valera
Tras el cambio de propietarios, se trasladó la estatua de bronce que representaba a Ganímedes sobre un Fénix y en su lugar se colocó una victoria alada sobre la cúpula. Esta escultura es la que se puede observar hoy en día y es obra del escultor Federico Coullaut Valera.
En estas fotos inédita se puede ver a Federico Coullaut Valera y su familia momentos antes de colocar la estatua en la cúpula del edificio Metrópolis y al escultor en su taller esculpiendo la estatua de la victoria alada.
Fue hasta hace relativamente poco hasta cuando este edificio albergaba oficinas y no se podía acceder al interior. Sin embargo, hace tan solo unos años fue adquirido por el Grupo Paraguas para convertirlo en un hotel de lujo con diferentes espacios gastronómicos y culturales. Aunque aún no se puede acceder a su interior, su espectacular fachada es la que más resalta de todos los edificios de la zona por su decoración dorada (compuesta por 30.000 panes de oro de 24 quilates) y su iluminación. Sin duda, su exterior es suficiente para convertirlo en una parada obligatoria.
Imagen inédita facilitada por la nieta del escultor, Vanesa Coullaut-Valera
Una guerra casi secreta en plena Gran Vía
Gran Vía es una de las arterias madrileñas más visitadas de la ciudad y, sin embargo, en esta calle se libra a diario una batalla que seguramente pasa desapercibida para la mayoría de los transeúntes. Puede que hayas reparado en las dos flechas de 1 metro de longitud que se encuentran tatuadas en los baldosines que componen las aceras del número 32 de la Gran Vía. Puede parecer que están ahí por puro azar, pero si levantas la cabeza para admirar los impresionantes edificios que acompañan a esta calle, encontrarás que se está librando una batalla mitológica. Diana, diosa de la caza, que aparece disparando flechas acompañada de sus perros (n.31 de Gran Vía) y el Ave Fénix ubicado justo en frente (n.32 de Gran Vía). La estatua del Ave Fénix que corona este edificio lleva capturado a Endimión, un pastor del que Diana estaba enamorada y al que su padre Zeus quería hacer desaparecer. Diana en su lucha por recuperar a Endimión lanza flechas al Ave Fénix, que al fallar quedan tatuadas en la acera de la calle Gran Vía. Esta batalla en realidad tiene menos de una década, nació al encargar el hotel Hyatt Centric de Gran Vía una escultura a Natividad Jiménez, la primera mujer en diseñar una escultura en esta calle.
“¡Esto parece la posada del Peine!”
Seguramente habrás escuchado esta expresión unas mil veces a tu madre y otras tantas a tu abuela. Este dicho viene a decir algo así como que en un lugar no para de entrar y salir gente a ritmo frenético y sin detenerse. Aunque no la hayas escuchado hasta ahora, necesitas conocer esta historia sobre Madrid. En la Calle Postas, en pleno casco antiguo de Madrid, nos encontramos con un curioso edificio castizo por los cuatro costados. Una fachada modernista, colorada y muy bonita, que data nada más ni nada menos que de 1610. Se trata del hotel más antiguo de Madrid, que ha convivido y sido testigo durante 400 años de grandes e ilustres personajes, de cómo ha evolucionado la capital y de toda su historia. Pero es que, además, ha hecho sus cameos en algunas de las obras literarias más castizas, como es el caso de Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós, y ha acogido a muchos personajes célebres. Su padre fundador se llamaba Juan Posadas ¿te sugiere algo este apellido?
Durante mucho tiempo, y sin competencia alguna, fue el lugar por excelencia de hospedaje para forasteros, incluso se dice que sus laberintos eran perfectos para esconder fugitivos o personas que no quisieran ser vistas. Su nombre viene dado, precisamente, porque Juan Posadas decidió poner un peine en cada habitación, objeto que en aquella época era todo un lujo. Desde 2006, y tras pasar por una remodelación, se ha convertido en un hotel boutique de 4 estrellas de Petit Palace, en pleno centro de Madrid y con todas las comodidades. Realmente Juan Posadas fue un visionario eligiendo la ubicación de su negocio.
Palacio de Cibeles, la joya que no gustó a los madrileños
El Palacio de Cibeles es otro de nuestros edificios preferidos de Madrid, por su ubicación y su originalidad. Ubicado frente a la fuente de la diosa Cibeles, se construyó como sede del servicio de Correos, pero en sus más de 100 años de historia ha vivido suficiente como para ser testigo de varias anécdotas.
Antes de levantarse este palacio, en este lugar se encontraba un trozo de los jardines del Buen Retiro. Fue en 1919, año en que se decide construir el Palacio de Cibeles, cuando se sacrifica este trozo del jardín madrileño para levantar esta construcción modernista que prometía modernizar la villa de Madrid. El Palacio se construyó como sede de servicios de correos, telégrafos y telefonía, pasando a llamarse el Palacio de Comunicaciones o “Nuestra Señora de las Comunicaciones” por asemejarse a una catedral. Este proyecto, construido por Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, fue foco de muchas críticas en la época por haber acabado con ese pedazo del Parque del Retiro y por tardar 12 años en construirse, cosa que no gustó a los madrileños. Desde 1993 es considerado bien de interés cultural y, además, con sus 70 metros de altura llegó a ser el edifico de correos más alto del mundo. En la actualidad, y desde 2007, es el Ayuntamiento de Madrid. Como curiosidad, la fachada esconde algunos restos de balas de la Guerra Civil. Este edificio vivió el conflicto en primera persona, pero apenas se deterioró.
El Palacio de Cibeles también esconde una de las mejores vistas de Madrid. En su octavo piso se encuentra un mirador de acceso público en el que puedes disfrutar de unas vistas 360º de la capital.
La Casa de la Panadería, el primer testigo de la Plaza Mayor
Venir a Madrid y no visitar la Plaza Mayor es casi un crimen turístico. Allí se encuentra también la Casa de la Panadería que, pese a lo que se suele pensar, llegó bastante antes que la Plaza Mayor. Esta edificación data de 1590 y, aunque parezca mentira, era una lonja que se encontraba a las afuera del Madrid del medievo. En 1670, un incendio acabo completamente con el edificio y se tuvo que reconstruir de nuevo. Fue ya en 1917 cuando se integró en el proyecto de Francisco de Mora que estaba construyendo la Plaza Mayor tal como hoy la conocemos. Desde entonces, este icónico edificio se ha remodelado unas cuantas veces, en 1988 se restauraron las pinturas y frescos de la fachada de Enrique Guijo, Claudio Coello y José Jiménez Donoso. En 2017 se realizó la última restauración a manos de Ferrovial reparando y recuperando los elementos originales.
En sus más de 430 años de vida, ha sido testigo de la evolución de esta zona de la villa de Madrid que paso de estar a las afueras a ser el centro neurálgico de la ciudad actual. Además, durante este tiempo ha tenido varios usos, llegando a ser incluso sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la Real Academia de Historia y del Ayuntamiento de Madrid. Actualmente alberga el Centro de Turismo de Madrid.
Casa de la Villa y el Palacio de Cisneros
La Plaza de la Villa está ubicada entre la puerta de Guadalajara y la puerta de La Vega, principales entradas de la ciudad en la Edad Media. Y es precisamente aquí donde se encuentran la Casa de la Villa y la Casa de Cisneros, dos de los edificios más castizos del centro de Madrid. La Casa de la Villa, construida por el arquitecto Gomez de Mora y Juan Villanueva, se inauguró en 1693 como Alcaldía de Madrid. Ese fue el papel que cumplió hasta 2007, cuando se trasladó al Palacio de Cibeles quedando este edificio como sede del Pleno Municipal.
El Palacio de Cisneros, de estilo plateresco, fue construido en 1537 por el sobrino del cardenal Cisneros, Benito Jiménez de Cisneros. Esta casa-palacio ha albergado a grandes personajes de la historia de España, entre ellos, se rumorea que estuvo preso Antonio Pérez, secretario de Felipe II. En este edificio residieron personajes históricos como Ramón María Narváez o Camilo García de Polavieja. En 1909, tras ser comprado por el Ayuntamiento para integrarlo como parte de la Casa de la Villa, se restauró a manos del arquitecto Luis Bellido y González y dándole la fachada de la Plaza de la Villa que hoy conocemos.
Estos son solo algunos de los edificios más icónicos de la capital, sin embargo, hay muchos más secretos e historias que descubrir escondidos por la ciudad y que, muchas veces se encuentran a plena vista. Esperamos que este artículo te haya dado ganas de patear Madrid y conocer un poco más de la historia de esta ciudad. Y, sobre todo, como suele decirse “si vienes a Madrid, ya eres de Madrid”, así que aprovecha que “por la noche todos los gatos son pardos” y sal “más chulo que un ocho” a recorrer Madrid como un gato más.
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