Un día, Abel Cruz Gutiérrez regresó a su casa bien entrada la noche. De repente, fijó su atención en algo que otras veces le había pasado desapercibido: una gran cantidad de goteras resbalaba por las mallas que había colocado en un lateral de su vivienda. El agua de la densa neblina se condensaba en este material, para ir a parar al suelo.
En otras regiones del mundo, estas goteras no hubieran significado nada. Pero en el norte de Lima, la segunda ciudad más grande de mundo ubicada en un desierto, tenían un valor incalculable. Hoy, las afueras de la capital peruana y muchas otras zonas del país están repletas de grandes redes verdes capaces de capturar el agua del aire.
Son los atrapanieblas, sistemas que han llevado agua a lugares a donde no llegan las infraestructuras de suministro y que han demostrado que hacer un uso más sostenible de este recurso es posible. En pocas décadas, estas mallas verdes han transformado la vida y el futuro de cientos de personas.
Una vida persiguiendo el agua
Abel Cruz nació en 1961 en Tunquimayo, en la región peruana de Cusco. Allí, las precipitaciones siguen su propio calendario: entre los meses de septiembre y abril, suelen ser copiosas e incluso caen en forma de lluvias torrenciales. El resto del año la lluvia es escasa y es habitual que se den temporadas de sequía.
Desde muy pequeño, Abel Cruz se encargó de trabajar en casa y en la huerta, y aprendió que el agua era tan necesaria como, en ocasiones, escasa. Con siete años probó su primer método para transportarla: creó canaletas con hojas y cogollos de plátano para llevar hasta su casa el agua que durante los meses húmedos caía por las quebradas. Su sistema recorría unos 700 metros y llegaba directamente a su puerta.
Más adelante cambio las hojas de parra por bambú, y creó canaletas más resistentes que le permitían trasladar agua durante más tiempo. Un día, una semilla cayó en la canaleta y poco después se convirtió en una lechuga. Entonces probó también con la hidroponía y la aeroponía, y comenzó a cultivar vegetales sin necesitar que estos tocasen el suelo.
Por aquel momento todavía no lo sabía, pero años después se convertiría en ingeniero industrial. Sus estudios y un golpe de suerte – la noche en la que se fijó en las gotas resbalando por una red que había colocado en su casa en Lima – le ayudarían a llevar agua no solo a su familia, sino a miles de personas de todo el país.
Imagen de los atrapanieblas a las afueras de Lima. Movimiento Peruanos sin Agua.
Hoy, Cruz es el presidente del Movimiento Peruanos sin Agua, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para garantizar el acceso al agua y proporcionar soluciones hídricas innovadoras a sectores vulnerables de su país. Además de atrapanieblas, la organización instala sistemas de tratamiento de aguas residuales, desalinización de agua de mar o biodigestores.
¿Cómo funcionan los atrapanieblas?
En Lima, Abel se acostumbró a un clima muy diferente al de su infancia en Tunquimayo. Durante varios meses al año, las colinas que rodean la ciudad se ven envueltas en la garúa, una niebla que se forma en la costa del Pacífico. Esta niebla condiciona el clima de Lima y el día a día de muchos de sus habitantes.
Allí se encontró, también, con que muchos barrios de las afueras de la capital peruana no cuentan con sistemas de suministro de agua corriente. Los vecinos se ven obligados a comprar agua embotellada o a utilizar la que transportan los camiones cisterna, que puede llegar a costar hasta 10 veces más que la que se distribuye en el centro de la ciudad.
Esto tiene consecuencias medioambientales, sociales y, por supuesto, económicas. En un lugar en el que las familias tenían que dedicar un alto porcentaje de sus ingresos a pagar el agua, dar con una opción tan sencilla como un atrapanieblas supuso un cambio radical. Estos se componen de una gran malla (que puede ser de diferentes materiales, como por ejemplo poliamida) que se sujeta en vertical. De acuerdo con Cruz, las pequeñas gotitas microscópicas de 40 micrones que forman la neblina se depositan en la red y se van uniendo entre sí hasta formar otras más grandes.
Los atrapanieblas consisten de una red y una canaleta que recoge el agua. Movimiento Peruanos sin Agua.
Debajo de las redes se colocan canaletas, muy similares a las que Cruz ideó cuando tenía siete años, que recogen estas gotas y las dirigen a depósitos. En los meses de invierno, cuando se da la garúa, un panel de 20 metros cuadrados puede captar entre 200 y 400 litros de agua diarios. Esta agua no es apta para consumo directo, pero puede utilizarse para regar cultivos, para asearse o para limpiar, lo que reduce considerablemente la dependencia externa de las comunidades.
El objetivo de Abel Cruz es instalar 10 000 atrapanieblas en todo Perú a lo largo de los próximos cinco años. Con este método (que se utiliza también en otros lugares, como Chile, Canarias o Nepal), es posible garantizar la seguridad hídrica de millones de familias en un mundo que sufre episodios de escasez hídrica y sequía cada vez más frecuentes e intensos.
Se calcula que, si no se adoptan hábitos más sostenibles y sistemas más eficientes para hacer una buena gestión del agua, tres de cada cuatro personas se verán afectadas por la sequía en 2050. Una realidad que iniciativas de todo el mundo, como la que ha llenado de atrapanieblas las montañas de Lima, buscan evitar.
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