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Autovías

Carrera 80: la apuesta por la construcción de un territorio de oportunidades

14 de febrero de 2017

Ya hace 4 años cuando participamos en la licitación de la Gobernación de Antioquia en Colombia para la ampliación de la autovía Carrera 80. Este proyecto era una parte fundamental del Plan Urbano Integral del organismo para mejorar la conexión entre Medellín y el Atlántico. Lo curioso de este proyecto fue que los trabajos tuvieron lugar en una de las zonas más empobrecidas de la ciudad, conocida como la Cuenca Media de  la quebrada de La Iguaná. Representaba la construcción de un territorio de oportunidades. 

Normalmente los proyectos de obra de infraestructura civil, son procesos muy técnicos y sin ninguna articulación con la población que está a su alrededor. Pero cuando se inició la construcción de esta vía, la primera gran impresión fue la fortaleza y expectativas que tenía la comunidad y sus líderes con respecto al proyecto.

Fue así como se llegó a la conclusión de que este proyecto no solo iba a consistir en la construcción de una autovía si no también la construcción de una Comunidad.

¿Cómo construir una autovía entre ingenieros y la Comunidad? Territorio de oportunidades

En una de las reuniones iniciales, mi primera pregunta para la comunidad y algunos de los lideres presentes fue:

  • ¿Ustedes saben de qué se trata este proyecto? ¿Cuál es la obra que se va a realizar?

La gente allí reunida me miró, como preguntándose “¿Y esta porqué pregunta semejante tontada?”. La respuesta fue clara:

  • Se va a construir la doble calzada que va a unir a Medellín con la Costa Atlántica, y nos va a permitir a nosotros tener la oportunidad de convertir el territorio en espacios de oportunidad para los que quedamos acá.

Por tanto este proyecto no solo es la construcción de una vía, es la apuesta por el desarrollo de la región y la transformación del territorio, lo que lo hace un proyecto esencialmente social. Las implicaciones que una obra de infraestructura tiene con los territorios aquí se evidencian.

La autovía Carrera 80 en Colombia

El reto: integrar la comunidad en la construcción

La Doble Calzada entre la carrera 80 y el túnel de occidente, hace parte del sueño de la comunidad de Antioquia de conectarse a la región de Urabá y desde allí al mundo.

Lograr este propósito ha significado pensar, diseñar y rediseñar cual es el mejor espacio para construir esta carretera. Más de 20 años pensando y generando expectativas para hacerlo, definir cuál es el mejor terreno para la construcción del mismo; identificar el territorio por el cual atravesaría y conseguir los recursos necesarios para ello.

La Iguaná, sus gentes y sus sueños

El territorio que se define no está vacío. En ellos habitan gran cantidad de personas quienes se asentaron en él, al llegar a la ciudad procedentes del campo, en búsqueda de oportunidades o huyendo de la violencia, condición que ha marcado el país por varias décadas.

Somos conocedores de la historia de La Iguaná gracias a los talleres de la memoria, a las conversaciones con la gente, a las tertulias con los líderes,… Al territorio le da su nombre la quebrada que pasa por allí, la misma que desde antaño ha generado situaciones de emergencia, y ha tenido los espacios de esparcimiento, en sus otrora sus aguas límpidas para el baño recreativo, para el lavado de la ropa cuando no había cobertura de acueducto en esta zona,.

También se constituye en una zona de tránsito de transporte de mercancías hacia el occidente de Antioquia. Mejorar este sistema es precisamente el sueño a cumplir. Sueños de desarrollo y de contacto con el mundo.

Carrera 80 la comunidad de La Iguana

El proceso de integración

Construir los 4.1 km, inmersos entre la población, con comunidades de alta vulnerabilidad fue un reto tanto para la gobernación como para el Consorcio Ferrocol Loma Hermosa (formado por las empresas Ferrovial Agroman, junto con la constructora local Colpatria).

Para integrar a todas las partes (gobernación, el Consorcio Ferrocol Loma Hermosa y la comunidad) se organizó un Comité de Participación Comunitaria, conocido como COPACO. En él se animó a un dialogo armonioso de participación entre todas las partes, con un ejercicio efectivo de veeduría ciudadana y participación comunitaria en cada uno de las acciones propuestas como: recorridos por obra, jornadas de capacitación en atención de emergencias, siembra de árboles, jornadas lúdico-pedagógicas. Por ejemplo, los semilleros ambientales, el adulto mayor con su experiencia, las madres comunitarias con su labor dedicada, fueron parte del proceso. Inicialmente por sentirse afectados en su día a día.

Nuevas oportunidades para la comunidad: vivienda y trabajo

El proyecto se inició con el reasentamiento de la población, casi 1600 familias a las cuales se les adquirió su vivienda – algunas de ellas construidas en madera o cartón-  y que fueron reubicadas en un territorio destinado por la municipalidad para la vivienda de interés social.  La población no reasentada queda sujeta a que la vía genere condiciones de transformación social, económica y espacial y que esa oportunidad se convierta en la realidad dentro de la transformación.

Pero además otro hecho positivo fue que se contara con la población local en el proceso de contratación de la obra. Así como generar condiciones de estabilidad laboral y condiciones dignas de trabajo. Dentro del proceso de contratación las líderes comunitarias tuvieron un rol importante ya que hicieron de enlace, en el cargo de auxiliares sociales y de controladoras viales. Ellas con su experiencia y su conocimiento del territorio, de sus necesidades, así como la vinculación con el proyecto en su gestión como líderes, ha contribuido a que la gestión con la comunidad se haya podido realizar sin dificultades.

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