Se puede vivir sin calefacción: solo tienes que saber cómo organizar tu vivienda
28 de diciembre de 2017
Al hablar de viviendas de consumo cero (Passivhaus) o apartamentos en los que la calefacción o refrigeración no son necesarios, parece que hablamos de utopías. Y por tanto de un imposible. Pero, preocupados como estamos por las pérdidas energéticas, deberíamos tender en lo posible a estos diseños.
Sobre todo sabiendo que se puede vivir sin calefacción o aire acondicionado, aunque no es sencillo. Una de las principales claves para conseguirlo recae en cambiar la distribución de nuestra vivienda, una decisión que puede ayudarnos a reducir mucho nuestras facturas de gas y electricidad.
La importancia de emplazamiento, orientación, envolvente y ropa
A mano alzada —y sin unidades—, en el diagrama se puede observar la variación de temperatura exterior anual (o diaria) en negro.
Así como cuatro parámetros que atenúan esta curva de temperatura para acercarla a las condiciones de confort térmico (en verde):
- El emplazamiento ideal, como construir a orillas de un río fresco en un clima cálido.
- La orientación del edificio en función de la posición del sol durante el día y año.
- La envolvente del edificio, o contorno, con el que está fabricado el edificio, así como su aislamiento posterior.
- El comportamiento de los inquilinos, que incluye actividades, usos y vestimenta.
Pero vamos a imaginar —por imaginar— que no podemos cambiar ni dónde está situada nuestra vivienda ni su orientación. Es más, vamos a dejar como está la envolvente (muros, tejado, suelos…), y a centrarnos en modificar el comportamiento en el interior de la vivienda. En concreto, los usos.
Cambiar los usos de las estancias para ahorrar calefacción
Dado que no es ideal ponernos a hacer sentadillas cuando tengamos frío en invierno o a pasear desnudos por la casa cuando nos estemos acalorando en verano, haremos hincapié en los usos de las estancias de la vivienda. Y vamos a hacerlo con un ejemplo.
Supongamos una vivienda pequeña de tan solo dos habitaciones, y por tanto con muy poco margen de maniobra en los usos de las estancias. Si se puede hacer con una vivienda tan limitada, el resto no deberían tener tantas barreras a la transformación.
Para hacerlo más gráfico, aquí tenemos una misma vivienda con dos posibles orientaciones. ¿Cuál creéis que es más eficiente?
Aunque a simple vista parecen iguales en su comportamiento térmico, cuando lo cierto es que la vivienda de la izquierda tiene un comportamiento casi ideal. Mientras que la de la derecha tiene un coste abusivo tanto en calefacción como en aire acondicionado.
Minimizar la calefacción en invierno
Para entender el por qué tenemos que pensar en los usos a los que cada habitación está destinado. Así como en la orientación de cada estancia. Empecemos con el invierno —y la calefacción—.
Ponemos la calefacción cuando tenemos frío, algo improbable que ocurra en un baño o en una cocina. Si estamos mucho tiempo en la cocina es porque andamos preparando alguna comida —a menudo con fuegos encendidos—, y en el baño tenemos la ducha con agua caliente. En las habitaciones, incluso cuando el aire está helado, siempre podemos echar una manta más y dormir a gusto. El gran gasto en calefacción viene en las habitaciones en las que pasamos muchas horas sentados.
Además, se da la circunstancia de que las estancias que dan al sur son más cálidas que las que dan al norte. Esto se debe a que, al menos en el hemisferio norte, el Sol tiene una orientación sureste, sur y suroeste a lo largo del día.
Uniendo estos dos conceptos de uso del espacio y orientación solar, parece evidente situar aquellas estancias en las que pasemos más tiempo sentados al sur. Por ejemplo, el comedor, el salón, el estudio, la oficina, etc.
Volviendo al ejemplo mostrado, ¿qué ocurre si tenemos la vivienda de la derecha, con las áreas comunes al norte, y nos planteamos ahorrar en calefacción?
Una posibilidad es la de situar lo que antes era el salón en la habitación de los niños, levantando un tabique para hacer una habitación en la esquina noreste. Esto mismo nos servirá si, en una vivienda como la de la izquierda, en lugar de la habitación de los niños tenemos un pequeño estudio. Podremos mover este estudio a la esquina suroeste y unir el salón con la cocina tanto en horizontal como en vertical.
Un cambio de uso nos permite un ahorro importante en calefacción.
Minimizar el aire acondicionado en verano
En verano esta mecánica se invierte, aunque el frío y el calor se combaten de maneras diferentes. Mientras que el frío se combate aprovechando el calor del sol, el calor se intenta disipar, minimizar o evitar. Por ejemplo, haciendo uso de toldos en la fachada sur.
Algo tan básico como un toldo reduce la temperatura del aire en un factor importante. Eso sí, se recomiendan en fachadas que den al sur toldos que cubran no solo las ventanas. Estamos hablando de cerca de veinte grados de sensación térmica de diferencia. ¿Parece mucho? Si el lector quiere hacer la prueba, le animo a pasear por alguna ciudad de Andalucía a las dos de la tarde de un julio o agosto cualquiera, y el alivio que se siente simplemente situándose uno bajo un toldo o un árbol. El simple hecho de no recibir radiación solar directa hace caer la temperatura en picado.
Árboles de hoja caduca en la fachada sur del edificio sería, por supuesto, la solución óptima. En invierno el sol bajo entraría entre sus ramas sin hojas, llegando a la fachada y calentándola; mientras que en verano el sol alto toparía con las hojas frondosas, impidiéndole llegar a la fachada. Una solución más casera es la de colocar plantas frondosas en las proximidades de las ventanas. Por ejemplo, enredaderas. Ya hemos visto las ventajas de usar vegetación en el interior de las ciudades.
Un tercer método en la lucha contra el calor es aumentar el volumen del aire a calentar. Suena muy ingenieril, pero es tan fácil como abrir las puertas de la casa —no, la de fuera no—. De este modo, el volumen de aire a calentar será mayor y, por tanto, la temperatura subirá más lentamente. Si además contamos con una fachada sur, esta nos servirá como foco frío por el que se va el calor.
En el extremo de este último método se encuentra la ventilación cruzada que podemos generar abriendo también las ventanas. Algo que funciona muy bien en una vivienda con ventanas al norte, ya que abriríamos la casa al aire frío provocado por la propia sombra del edificio.
El gasto en luminaria es importante
Aunque para muchos es importante tener una vivienda iluminada, pocos toman en cuenta la relevancia que esto tiene en el ahorro de luz. Pensemos de nuevo en nuestras dos posibles casas. ¿Cuál pagará más energía en su factura de la luz por cómo está orientada?
Teniendo en cuenta que las áreas comunes tales como salón o comedor son las estancias en las que más se suele estar con luz (leyendo, viendo la televisión, conversando), son las estancias que deberían estar al sur. De nuevo en nuestro ejemplo, la vivienda de la izquierda tiene una buena orientación, y la de la derecha es muy mejorable.
Cierto es que no siempre podemos realizar los cambios de uso necesarios para colocar, por ejemplo, el estudio o la oficina en el lado sur de la vivienda. Estancias como el baño o la cocina son particularmente complicadas de desplazar (y muy caras).
Sin embargo, sí son factores a considerar de cara vivienda nueva o en la búsqueda de un alquiler. En función de la distribución de la vivienda podríamos incluso evitar la calefacción o el aire acondicionado. Merece la pena incluir este punto en los puntos de nuestra vivienda ideal.
Analizar los usos de nuestra vivienda actual para ver si podemos cambiar dos estancias entre sí (comedor y habitación de matrimonio; habitación y estudio) puede evitarnos un gasto innecesario. Con el consiguiente impacto medioambiental.
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