El pavimento podotáctil, un invento útil que forma parte del lenguaje silencioso de las ciudades
Un elemento que pasa desapercibido para muchos habitantes de las ciudades pero que está por todas partes en las aceras y espacios públicos es el pavimento podotáctil. Son esas losas normalmente cuadradas, pintadas de color amarillo, marcadas con puntos o rayas y situadas en zonas estratégicas: cruces, bordillos, pasillos y estaciones de metro. Tienen muchos nombres, pero un mismo creador: Seichi Miyake, un japonés que tuvo la feliz idea allá por 1965.
22 de julio de 2019
Un invento nacido de una necesidad
El invento de Miyake se conoce con muchos nombres en todo el mundo: ladrillos Tenji, bloques táctiles, «losetas Braille» aunque la denominación técnica actual es pavimento podotáctil. Sirve para que las personas ciegas o con problemas de visión puedan guiarse por la calle y los espacios públicos. Es un elemento de accesibilidad que cuando está instalado en el pavimento puede detectarse fácilmente con un bastón, directamente con los pies o incluso con la ayuda de perros guía entrenados para ello.
Cuenta la historia que a Miyake se le ocurrió este invento para ayudar a un amigo que comenzó a tener problemas de visión. Hacia 1965 invirtió su propio dinero en la fabricación de esos ladrillos táctiles con patrones resaltados, de modo que sirvieran para indicar dos situaciones típicas: «precaución» (puntos) o «es seguro continuar» (barras paralelas).
La ciudad de Okayama fue la primera en instalar este invento en 1967, haciéndolo con losetas de color amarillo brillante para que las personas con dificultades de visión también pudieran distinguirlo. En los años 70, cuando se hubo comprobado que resultaba especialmente seguro en las estaciones y andenes, los Ferrocarriles Nacionales Japoneses lo incorporaron e hicieron obligatorio. En 1985 se extendió su uso a todo el país y de ahí al resto del mundo, donde desde hace tiempo es un elemento habitual y necesario del «lenguaje urbano».
Una misma idea y algunas variantes
El pavimento podotáctil no ha variado mucho con el paso del tiempo pues los conceptos básicos siguen siendo los mismos. Las losetas a veces cambian de tamaño, pero suelen ser cuadradas o rectangulares. Lo principal es que ofrezcan un cambio de contraste y textura. Se fabrican en cemento, piedra, caucho o a veces como una tira adhesiva de alta resistencia superpuesta al pavimento convencional. Las hay también en versiones de polietileno o metal (especialmente en interiores) y colores como el amarillo, albero y rojo teja. Es habitual que este pavimento se instale en estaciones de metro y tren, paradas de autobús, hospitales, centros comerciales y otros espacios públicos.
Dado que el pavimento podotáctil hace que la superficie sea irregular puede resultar un tanto incómodo para quienes circulan sobre él en sillas de ruedas, carritos de bebé o con bastones. Así que sólo se usa donde es estrictamente necesario, no en todo el pavimento. Siempre se siguen unas pautas: las losetas de puntos marcan el filo de las aceras y cruces peatonales; las de barras aparecen donde no hay ningún tipo de obstáculos. En las líneas de fachada no suele instalarse, aunque sí donde haya equipamiento que pueda suponer un obstáculo.
En algunos proyectos específicos estaciones de ADIF hay normas de accesibilidad más detalladas que marcan cómo han de ser las losetas, las bandas de proximidad y las franjas amarillas en el pavimento y en el borde de los andenes, escaleras y accesos para guiar a todos los viajeros con deficiencias visuales.
El pavimento podotáctil es ya algo tan habitual e imbricado en la vida de las ciudades que incluso Google homenajeó a Seiichi Miyake con una de sus imágenes de portada (doodle) coincidiendo con el aniversario de la primera instalación de su invento.
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