Más que casas encantadas: seis infraestructuras fantasmales para celebrar Halloween
31 de octubre de 2019
Se reparten a centenares. Desde lo profundo de Eslovenia y Croacia hasta las costas del Adriático. De las alturas de Montenegro hasta Macedonia. Son los fantasmas de un pasado y de un futuro que dejaron de existir hace tiempo. Estructuras abandonadas al paso de los años que recuerdan un país y un mundo que ya no está.
A lo largo y ancho de los países que conformaban la antigua Yugoslavia se levantan cientos de edificios y estructuras futuristas que Josip Broz, Tito, el dictador que gobernó el país desde el final de la II Guerra Mundial hasta el 1980, mandó construir durante décadas. De diseño de inspiración occidental, pero reflejando los valores socialistas del bloque oriental, hoy son reliquias de aire fantasmagórico que salpican las tierras balcánicas (esta colección del fotógrafo Sylvain Heraud de National Geographic es el mejor ejemplo).
El planeta está lleno de estructuras abandonadas y edificios fantasma. Algunos no son más que ruinas y otros se han convertido en lugares encantados que acumulan historias de espíritus y leyendas oscuras. En otros, no hace falta más que hablar de su pasado real para que se pongan los pelos de punta. Qué mejor que celebrar Halloween recordando la historia de estas seis estructuras abandonadas.
El pueblo fantasma de Pripyat
Edificios vacíos y calles desiertas que sucumben, poco a poco, al avance de la naturaleza. Y una maldición de mil años que pesa sobre su nombre. Pripyat, en Ucrania, es la definición de un pueblo fantasma y un habitual de las listas de lugares abandonados que ponen la piel de gallina. Así que es el mejor lugar para empezar.
Las 36 horas que siguieron al accidente en la central nuclear de Chernóbil fueron las últimas en las que las calles de Pripyat vivieron cierto ajetreo. A las cinco de la tarde del 27 de abril de 1986, la ciudad estaba desierta. Cientos de miles de vecinos habían dejado sus casas para regresar en tres días. Pero ya nunca volvieron.
Hoy situada en la llamada zona de exclusión que rodea los restos de la central, Prypiat ya solo recibe turistas en busca de una foto fantasmagórica.
Y un campanario encantado
En la tierra de las meigas abundan los pueblos fantasmas. Y no precisamente por la despoblación rural (que también). No es raro escuchar en Galicia historias de campanarios que aparecen de la nada en días señalados; de campanas que tocan, aunque nadie vivo se acerque a la iglesia. Pero como en el caso de Prypiat, también hay una explicación lógica detrás de los cuentos de espíritus.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el noroeste de la península Ibérica fue objetivo prioritario de la fiebre de los embalses. Los valles se inundaron y pueblos enteros desaparecieron, con más o menos resistencia de sus vecinos. Pero las piedras se quedaron. El embalse de Fervenza, en Dumbría, A Coruña, o el de Belesar, en Portomarín, Lugo, ocultan pueblos fantasmas que la sequía hace emerger de las aguas de vez en cuando. Dejando imágenes como esta.
Un aeropuerto olvidado en el Pacífico
En su camino a Japón, horas antes de dejar caer la bomba atómica sobre Hiroshima, el Enola Gay paró a repostar en el medio del Pacífico. A cientos de kilómetros al suroeste de Hawái, el atolón Johnston todavía conserva las infraestructuras que sirvieron de cobijo a muchos más aviones que el tristemente famoso bombardero estadounidense. Una vez concluida la II Guerra Mundial, el Johnston Atoll Airport siguió operativo.
Durante sus últimas décadas de vida, se convirtió en lugar de almacenamiento de residuos peligrosos y se mantuvo operativo bajo el control del ejército estadounidense hasta el año 2004. Desde entonces, la pista no recibe mantenimiento y los recuerdos fantasmagóricos se han adueñado del lugar. Eso sí, gracias a lo remoto de la isla, la vida salvaje ha recuperado su espacio y ha florecido desde que los seres humanos abandonaron el lugar.
El hospital donde nadie conocía a Hitler
Beelitz-Heilstätten fue en su momento el mayor complejo hospitalario de Alemania. Creado como un sanatorio para enfermos de tuberculosis, llegó a contar con 60 edificios operativos. Pero las turbulencias del siglo XX le tenían reservada otra historia. Durante la I Guerra Mundial, funcionó como hospital militar. Allí, en 1916, se recuperó de sus heridas un desconocido cabo austriaco, Adolf Hitler, que dos décadas más tarde cambiaría de nuevo el rumbo histórico de este edificio.
Durante la II Guerra Mundial, ya con el cabo ascendido a dictador de Alemania y media Europa, el hospital cayó en manos del ejército soviético. Tras la caída del telón de acero, el hospital creció, se construyeron nuevos edificios y los antiguos quedaron en desuso. Desde 2001, están completamente abandonados, aunque se utilizan puntualmente como escenario cinematográfico. Buena parte del material médico, y sus historias, permanecen.
La casa encantada en el fin del mundo
En Höfði empezó el principio del fin. Los conflictos de los que fueron testigos los anteriores edificios abandonados pasaron a ser un capítulo cerrado de la historia tras el fin de la guerra fría. Y el primer paso se dio en una casa encantada en los confines del mundo: la mansión Höfði, a las afueras de la capital islandesa de Reikiavik. Allí se reunieron en 1986 Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos, y Mikhail Gorbachov, su homólogo en la Unión Soviética.
Construida en 1909, la casa casi sucumbe a un fuerte incendio un siglo después, pero ha sido recuperada y todavía se usa para algunos eventos oficiales. El aire fantasmal de este edificio no se lo da su historia ni su estado de abandono, si lo existencia real de un fantasma. O al menos eso llegó a afirmar un portavoz del gobierno.
Según cuentan los vecinos, la casa está habitada por el espíritu de una mujer joven que perdió la vida allí al poco de ser construida. Otros aseguran que la mansión se levanta sobre un antiguo cementerio vikingo y que los fantasmas de los hijos de Odín asaltan el mueble bar en las noches de tormenta. En el país en el que los elfos cambian los trazados de las carreteras, todo puede ser posible.
Andenes tomados por los espíritus
El centenario metro de Madrid, el histórico tube londinense o el galimatías ferroviario de Nueva York. Muchas de las grandes redes de metro del mundo tienen sus estaciones fantasmas. Algunas, como la de Londres, acumula nada menos que 80. Pero vamos a cerrar este post con una un poco menos conocida que cuenta con su propia leyenda.
Y es que hay quien dice que, entre las estaciones de Sagrada Familia y Sant Pau, en la línea 5 del metro de Barcelona, si miras con atención por la ventana verás un tumulto de gente sin rostro esperando por un tren que nunca para. Son los antiguos pasajeros de la estación Gaudí, construida en 1960, pero que nunca llegó a funcionar. Hoy, además de escenario de historias de Halloween, la infraestructura abandonada es utilizada con fines estadísticos por el ayuntamiento de Barcelona y sirve a la decoración navideña de TMB, la empresa de transporte metropolitano de la ciudad condal.
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