¿Qué tiene que ver una piscina con el futuro de la seguridad en obra?
14 de octubre de 2020
En las proximidades de un lago de un parque histórico, ante el ir y venir de los ajetreados habitantes de una capital buscando el descanso de la naturaleza, cualquiera diría que se están poniendo a prueba nuevas tecnologías al servicio de la seguridad laboral. Pero allí, en las obras del Polideportivo Casa de Campo de Madrid, internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y algunos de los últimos avances en sensórica se han dado la mano en un proyecto llamado a facilitar la forma en que se gestionan los riesgos en los proyectos de construcción.
A través del proyecto R2, Ferrovial Construcción y sus proveedores tecnológicos han desplegado un sistema piloto de comunicación y advertencia a los trabajadores, aumentando el control en obra y evitando situaciones de potencial riesgo. Para ello, se detecta que solo el personal adecuado se encuentre en obra, se deniega el acceso al personal no cualificado ni autorizado y se habilita canales directos entre la gestión de la obra y los trabajadores.
Una piscina, una pulsera y una baliza
El Polideportivo de la Casa de Campo, ubicado en las proximidades del lago del parque madrileño, es un recinto declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) desde el año 2010. Las obras de su rehabilitación, que han afectado a una superficie total de 8.400 metros cuadrados, han consistido en la reforma integral de las piscinas de verano y de invierno. El proyecto, recién concluido, ha buscado la compatibilidad entre el respeto al entorno existente, su origen histórico y las necesidades de accesibilidad.
El resultado ha sido unas instalaciones totalmente renovadas, dotando al centro deportivo de dos piscinas exteriores y dos interiores. El pabellón cuenta además con dos salas para la práctica deportiva, sala de formación, oficinas, vestuarios, salas de mantenimiento, botiquín y almacén. En la cubierta del pabellón se ha dispuesto una cubierta ajardinada.
Más allá de la obra en sí misma, durante la construcción de la estructura del pabellón cubierto se llevó a cabo el proyecto R2; una experiencia piloto de investigación pionera para la seguridad en construcción que ha implicado el uso de pulseras conectadas para cada trabajador y el posicionamiento de una serie de balizas de comunicación a través de la obra.
“R2 es un proyecto de investigación orientado a la seguridad en obra, aumentando el control y gestión de los trabajadores, como la obtención de información en tiempo real sobre situaciones de riesgo potencial”, explica Tobias Hanel, responsable de este proyecto de Innovación en Ferrovial Construcción. “La idea es crear un sistema de monitorización de riesgos a través de tres vías: la monitorización del aforo en el recinto de la obra, la denegación del acceso al personal no cualificado ni autorizado y la habilitación de un canal de comunicación entre la gestión de la obra y los trabajadores”.
Tecnología para la seguridad laboral
El sistema desplegado para el proyecto R2 se divide en una parte física, el hardware, y una de software. El hardware en la obra estaba compuesto por dos elementos: las pulseras individuales que cada trabajador llevaba durante toda su jornada y una serie de balizas en cada entrada de la obra y en varios puntos dentro del recinto.
La información de las pulseras era recibida por la baliza y, cada 30 segundos, se enviaban los datos a una plataforma centralizada, un software en el que el gestor de la obra podía consultar la información. Tanto las pulseras como las balizas recababan los datos mediante dos tecnologías diferentes.
Por un lado, para el control de acceso, era el propio trabajador el que aproximaba un tag NFC (o tecnología de comunicación de campo cercano) ubicado en la pulsera al lector de las balizas situadas en las entradas. La lectura del tag NFC da paso a una serie de procesos que registran en el sistema que el trabajador se encuentra entrando o saliendo de una zona delimitada.
Por otro lado, se estableció un sistema de detección automático, mediante el cual las pulseras se comunicaban de forma periódica con las balizas a través de la tecnología UWB (siglas en inglés de banda ultra ancha). La determinación del acceso o salida de las diferentes zonas de la obra se resuelve comparando qué baliza ha recibido antes dicha comunicación.
“La información se recibía casi en tiempo real. Por ejemplo, el número exacto de trabajadores en la obra se podía saber cada minuto”, señala Tobias Hanel. “También se establecieron dos canales de comunicación. Uno desde el trabajador hacia el coordinador/gestor de la obra, que llamamos el botón de pánico, y otro desde el control hacia el trabajador”.
El botón de pánico, ubicado en la pulsera, se puede pulsar en caso de emergencia y genera una alerta en la plataforma de gestión a partir de la cual se desencadenan las decisiones de forma rápida. En caso de emergencia o necesidad de evacuación, el coordinador de la obra podía comunicarse con los trabajadores enviando mensajes que se replicaban en las balizas y en pequeñas pantallas distribuidas en la obra.
“Ha sido un piloto, pero, en general, le veo mucho futuro. De esta manera se asegura que sólo las personas autorizadas acceden al recinto de la obra, profesionales que conocen los riesgos y que han recibido las formaciones de riesgos pertinentes para desarrollar el trabajo en la zona correspondiente. Además, tener la capacidad de hacer llegar información visual rápida al trabajador y poder avisar desde la obra mejora la eficacia en caso de emergencia. Es una forma de asegurar una cadena de información rápida y eficiente”, añade Hanel.
De cara al futuro, el siguiente paso será aprovechar el conocimiento de R2 para diseñar un nuevo proyecto piloto en el que se prueben otros tipos de tecnologías IoT, como podrían ser los cascos inteligentes o algún tipo de beacon que pueda colocarse en la ropa o los equipos de protección individual (EPI). Después, una vez pulido el sistema, se irá escalando poco a poco a todas las obras.
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