B de Bauhaus y de Balenciaga: Cómo transformar la sociedad a través de las formas
12 de diciembre de 2022
En 1919 se inaugura en Weimar (Alemania) una escuela de diseño que romperá con toda la tradición occidental arquitectónica. Pensemos en las fachadas decoradas con sus volutas, molduras y cornisas; ahora pensemos en los edificios de célebres arquitectos como Frank Lloyd Wright , Le Corbusier o Mies Van Der Roche: este cambio estético y conceptual tuvo lugar gracias a la Bauhaus, que sentó las bases de la arquitectura y del diseño de los siglos XX y XXI.
A pesar de que su primer director, Walter Gropius, era arquitecto de formación, la escuela Bauhaus abre sus puertas como una escuela de diseño y no de arquitectura, si bien bajo la premisa, ya recogida en su manifiesto, de servir de espacio de cooperación entre las distintas disciplinas artísticas (escultura, pintura, arquitectura, etc.) en aras de un fin común: construir el futuro para transformar la vida de las personas.
Estas ideas planteadas por Gropius, fruto de su particular visión del arte como un elemento social, pueden considerarse el cimiento de nuestro estilo de vida actual. Este movimiento se extiende no sólo a la arquitectura y la ingeniería, sino a todo tipo de utensilios, conforme a la idea de diseño integral de Gropius. Se buscaba, ante todo, que predominase la funcionalidad del objeto sobre su forma, limpiando su apariencia de cualquier elemento decorativo. La profundidad de este cambio estético fue de tal calado, que hoy en día las creaciones de la Bauhaus siguen impresionando y cautivando nuestra sensibilidad por su modernidad y vanguardismo.
Bauhaus similitudes entre Balenciaga y la arquitectura
Aunque no exista una prenda que claramente haya sido inspirada en un edificio o un edificio haya sido inspirado en una prenda, sí que podemos jugar a relacionar estas tendencias y formas en la moda que han sido aplicadas también en obras arquitectónicas conocidas. Los principios de la Bauhaus se han convertido en pilares de las escuelas de diseño y arquitectura. Y, los diseños de Balenciaga, como hemos mencionado ya, reflejan también estos principios en consonancia con los cambios estilísticos que estaban sucediendo en la arquitecta de esta época.
Tomemos como ejemplo la Iglesia de San Pedro de Francia que fue diseñada por Le Corbusier. Los primeros bocetos de la iglesia datan de 1961, aunque su construcción no comenzó hasta diez años después. Lo que más llama la atención de este edificio es el cuerpo cónico de hormigón, que puede recordar al vestido de novia de diseñado por Balenciaga en 1967, confeccionado en gazar de seda y con una única costura. Sin duda, de los diseños nupciales más rompedores de la historia de la moda, que probamente también se vio influenciado por la sobriedad de las vestimentas de las religiosas.
Otro ejemplo de formas podría ser el abrigo con el que Irving Peen retrató a Lisa Fonssagrives en 1950. Las mangas de ese abrigo recuerdan a conchas superpuesta que podemos encontrar en otros muchos ejemplos en la arquitectura cómo la Ópera de Sídney diseñada por el arquitecto danés Jørn Utzon en 1957.
Balenciaga, el gran arquitecto de la alta costura
Abordemos ahora cómo aparece esta idea de diseño limpio en la obra del maestro de alta costura Cristóbal Balenciaga. Tras la Segunda Guerra Mundial, se impuso el New Look de Christian Dior, moda diseñada con el fin de acentuar la silueta femenina: cinturas de avispa y amplias faldas midi de tul que supusieron, en cierta manera, una vuelta al corsé que Chanel tanto peleó por abolir.
Balenciaga, en cambio, apostó por diseños que permitieran el movimiento libre y natural, buscando siempre la comodidad de la usuaria, de forma, sin duda, muy próxima a la primacía de la funcionalidad que plantaba la Bauhaus. En 1947, el modisto vasco presenta la línea barril o tonneau, su primera propuesta que libera la cintura en su totalidad. Más adelante, Balenciaga experimentará con el volumen de las prendas, jugando con espacio entre las prendas y el cuerpo, lo que dará a sus diseños un carácter casi arquitectónico o escultórico. Todo ello le llevará a la confección de piezas que, por la sencillez e intemporalidad de sus formas, siguen comercializándose a día de hoy, como el vestido babydoll, la manga globo o la cola de pavo real.
Durante un periodo muy concreto, Deesburg y Mondrian dirigieron la escuela Bauhaus haciendo que se trabajase únicamente con tres formas básicas para desarrollar todos los diseños que producía la escuela: el círculo, cuadrado y triángulo. De la misma manera, Balenciaga creaba sus diseños a partir de patrones cilíndricos y esféricos, sin ornamentación alguna y destacando la pureza de las líneas. Hasta que cerró su taller en 1968, no dejo de explorar las posibilidades de las formas, del espacio y de los materiales. Priorizando siempre la comodidad de sus clientas y el movimiento libre en las prendas.
El eco de Balenciaga en la historia de la moda y el diseño
La austeridad, la innovación y la perfección de sus prendas han convertido a muchos de sus diseños en verdaderos iconos y han abierto la puerta a que grandes diseñadores hayan trabajado sobre estas ideas de volumen y espacio. Es el caso de Hubert de Givenchy, quien se refería a él como el “arquitecto de la alta costura” o de Azzedine Alaïa, con una reciente exposición en el Museo de Balenciaga de Guetaria sobre su relación con el maestro.
Sin duda, en este minucioso trabajo de investigación del espacio, Balenciaga creó una serie de siluetas que no solo definiría la década de los 60, sino que son siluetas que hemos interiorizado tanto que nos parece habitual encontrarlas en tiendas y revistas. Un trabajo que también realizaron los arquitectos de la escuela alemana, con resultados tan exitoso que a día de hoy estos diseños nos parecen completamente normales. Dos fuerzas que transformaron por completo el gusto de la sociedad y abrieron paso a una nueva estética.
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