Joven caminando cerca a un paso de cebra
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Una aplicación que no necesita instalación permite a los peatones pedir vez en un cruce

17 de julio de 2018

Las ciudades modernas han sido diseñadas casi en exclusiva para los vehículos motorizados, adaptando en muchos casos municipios con características medievales para el paso primero de carruajes y luego de vehículos a motor. Como consecuencia de ello, los peatones y ciclistas tienen complicada la movilidad por sus propias ciudades.

Uno de los grupos más vulnerables son los ancianos, quienes más problemas tienen para cruzar una calle. Su velocidad media ronda los 0,9 m/s para los varones y los 0,8 m/s para las mujeres (los jóvenes pueden pasear fácilmente a 5 m/s). Los pasos de cebra que pretenden comunicar diferentes islas urbanas a las que llamamos aceras suponen para ellos una barrera a la movilidad.

autobuses esperando en semáforo en rojo a que pasen los peatones

Imágenes: Samuel Zeller, Roberto Júnior, Manuel Chao ©, BluePlaques

Pero gracias a la tecnología se han desarrollado soluciones increíbles, como la posibilidad de que una aplicación que no necesita instalación en nuestros smartphones facilite a los peatones pedir la vez en un cruce, con objeto de detener el tráfico rodado y permitir que la persona llegue sana y salva al otro lado de la calle.

Esto es especialmente útil para la población más envejecida, que no hace uso de teléfonos inteligentes. El programa ha sido instalado con éxito en semáforos de toda España y otros países del mundo, y ayudado a las personas a mantener una relación más saludable con su propia ciudad; fomentando la movilidad peatonal.

¿Cómo funciona este dispositivo para las smart cities?

Semáforo en rojo sobre la wall street

Imágenes: Samuel Zeller, Roberto Júnior, Manuel Chao ©, BluePlaques

Un peatón va paseando por una acera de su ciudad cuando decide cruzar al otro lado de la calle. De modo que se aproxima al dispositivo que le dará paso. Se trata de una interfaz intuitiva que puede manejarse con una sola mano (formalmente con un solo dedo), y sin necesidad de liberarla del teléfono móvil en caso de que se esté usando.

Tras un periodo de espera, el semáforo dependiente del dispositivo se posiciona en ámbar y, tres segundos después, el peatón recibe una notificación visual y/o auditiva que le da permiso para atravesar el paso de peatones. Tecnología punta.

PULSE PEATÓN / ESPERE VERDE

Sí, por supuesto se trata de una broma. Este invento existe desde hace años en nuestras ciudades, y es identificable bajo los textos de PULSE PEATÓN, que aparece iluminado cuando vamos a solicitar el paso; y ESPERE VERDE, cartel que se enciende cuando ya hemos pedido el permiso.

Se trata de la típica cajita anclada a algunos postes que hacen que puedas cruzar, y que solo marcan el disco rojo a los vehículos cuando hay un peatón esperando. Nos hemos acostumbrado tanto a su existencia que se nos pasan por alto todas esas iniciativas que salvan vidas a diario en las ciudades.

A veces pecamos de hipermetropía tecnológica y caminamos ciegos a las soluciones que ya se encuentran instaladas en nuestras ciudades y que hacen nuestra vida más cómoda.

Echamos a diario la vista al futuro, esperando novedades de las smart cities, sin ver que los botones para pedir paso en un semáforo y sus señales acústicas son un buen ejemplo de ello. Cuando hemos mencionado las palabras aplicación o dispositivo, muchos de los lectores habrán pensado en teléfonos inteligentes.

Dispositivo para peatones donde deben pulsar un botón y esperar verde para cruzar

Imágenes: Samuel Zeller, Roberto Júnior, Manuel Chao ©, BluePlaques

Los semáforos, piezas de tecnología infravaloradas

No nos gustan los semáforos, ni como conductores ni como peatones, porque la mitad de las veces que nos topamos con uno tenemos que detenernos y esperar unos pocos segundos para ceder el paso según corresponda. Sin embargo, son uno de los puntales de la educación vial y del comportamiento de las ciudades modernas, tecnología de estabilidad social como pocas.

Es por eso que Ferrovial Servicios, en colaboración con el Ayuntamiento de Plymouth y el Centro de Competencia de Ciudades, probó una mejora tecnológica para que los semáforos pudiesen “ver” a través de inteligencia artificial a los peatones que se aproximan.

Curiosamente, se dice que el primer semáforo de la historia fue diseñado por el ingeniero J. P. Knight, especialista de señales de ferrocarril, en 1868 y también en Reino Unido. ¡Hace 150 años! Knight llevaba años dirigiendo trenes en distintas vías gracias al uso de semáforos de gas, colores y silbatos, pero un día fue más lejos.

Se aproximó al Comisionado de la Policía Metropolitana y propuso usar el sistema de señalización para hacer una prueba piloto en el tráfico de las calles de Londres. Tres años más tarde, se instaló el primero entre Great George St. y Bridge Street. Fue un éxito. El ingenio ha evolucionado, claro, pero todavía no hemos encontrado un mejor medio para dar prioridad a las distintas movilidades.

Este primer semáforo consistía en dos faroles, uno verde y uno rojo, con encendidos de gas y un silbato. El primer semáforo de tres colores se usaría en Detroit en 1920 para advertir del cambio; y el primer semáforo eléctrico en 1953. El de Londres funcionaba del siguiente modo:

  • Rojo significaba prohibido pasar;
  • verde indicaba que era posible cruzar;
  • el silbato establecía quién tenía la preferencia:
    • un zumbido: el tráfico de la calle;
    • dos zumbidos: el tráfico de la avenida.

Hoy consideraríamos rudimentario este invento, pero hemos llenado nuestras ciudades de sus primos lejanos y lo cierto es que alivian el tráfico mejor que nada que hayamos probado. En la actualidad, una placa conmemorativa marca el lugar de aquel primer semáforo que ayudó a gestionar la movilidad.

Insignia circular en honor a John Peake Knight quien fue el inventor del primer semáforo

Imágenes | Samuel Zeller, Roberto Júnior, Manuel Chao ©, BluePlaques

La gestión de la movilidad urbana es necesaria

Cuando hablamos de movilidad tendemos a pensar en coches, pero no es la única movilidad que necesita ser gestionada, en muchas ocasiones, sin necesidad de aplicaciones de alta tecnología. También en Reino Unido (Liverpool) la cadena Argos “instaló” un carril rápido en la acera para ayudar a superar la frustración de no poder avanzar rápido por ella.

Se estima que el 31% de los peatones se sienten atrapados a una velocidad baja esquivando a paseantes, personas mayores, gente con carga o padres con carritos de bebé. Estas personas se favorecerían de un carril rápido o un fast track como dicen en The Guardian. ¿La magia de todo esto? Como nuestra caja para pedir paso, no necesita instalación en el móvil y es intuitiva.

Un ejemplo similar lo veíamos en China desde hace años para canalizar a los phonbies (phone + zombies), aquellos paseantes que pasean con sus teléfonos en la mano. El text walking lane fue instalado con éxito en Amberes (Bruselas) y hoy ayuda a gestionar la movilidad.

Un ejemplo más cercano lo veíamos las Navidades de 2017-2018 en las saturadas calles de Madrid, que tuvieron durante unos días dirección peatonal para evitar que las aglomeraciones fuesen a más. Como si de carriles para vehículos se tratase, los peatones solo podían andar en algunas direcciones.

Semáforos, dispositivos para solicitar el paso, y distintos tipos de carriles peatonales. A veces la tecnología para el acceso de un colectivo a una ciudad es simplemente una línea pintada en el suelo, aunque nuestra mente acuda a dispositivos con más tecnología involucrada.

 

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