Del Orient Express al AVE: ¿qué pensaría Poirot del servicio ferroviario actual?
31 de diciembre de 2018
Los vagones restaurante de siglos anteriores han evolucionado en gran medida de la mano de los avances en la tecnología de los viajes en tren, en paralelo a la abrupta reducción del tiempo de viaje y compitiendo con el transporte aéreo. Sin embargo, en medio de este renacimiento ferroviario, vale la pena preguntarse si la comida a bordo sigue ocupando una posición relevante en los viajes modernos. ¿Qué diría Poirot de los servicios ofrecidos en un AVE?
Hay varios factores a tener en cuenta antes de evaluar dicha pregunta, pues muchas de las variables que podrían haber evolucionado con el tiempo no pueden compararse debido a su irrelevancia. Por ejemplo, se puede admirar la calidad de los vagones cama disponibles para Poirot en el Orient Express o cualquier viajero de la edad de oro del tren, pero ¿qué sentido tienen cuando la velocidad de un AVE permite al pasajero llegar a su destino sin necesidad de pasar la noche a bordo? Otra comparación irrelevante sería la del vagón restaurante independiente, que ha dejado de existir en la mayoría de los trenes modernos. ¿Cuál es el motivo? La respuesta simple es que los diseños modernos permiten que el pasajero sea atendido en su asiento sin necesidad de sentarse en una mesa aparte, lo que hace más práctica la experiencia de comer a bordo. Por último, debemos mencionar los billetes por clase. Como cabe esperar del personaje, Poirot solo se conforma con billetes en primera clase, y aunque el tren está completamente reservado y solo puede adquirir un asiento en segunda clase con la ayuda de un compatriota belga, lo trasladan a un vagón en primera clase en la segunda noche de viaje. Por lo tanto, compararemos la calidad de ambas experiencias en primera clase. ¿A quién no le gusta conocer en detalle la opulencia de ricos y famosos?
Para comprender a Poirot, debemos viajar a principios del siglo XX. Asesinato en el Orient Express se publicó en 1934 y algunos creen que está basado en acontecimientos de años anteriores, incluido el secuestro y asesinato del hijo de Charles Lindbergh en 1932 y el viaje de Agatha Christie a bordo del Orient Express en 1928. Este período se considera la edad de oro de los viajes y es precisamente el que pretendemos comparar con los viajes en tren actuales.
La comida era, sin duda, espectacular en cualquier tren durante esta era, y contamos con múltiples evidencias que respaldan esta afirmación. Fue el auge de los vagones restaurante. Anteriormente al viajar en tren, dependiendo de la parte del mundo en que te encontraras, no había cocina a bordo, lo que obligaba al pasajero a llevar su propia comida para el viaje o recurrir a comidas de inferior calidad en las paradas designadas en el camino. El nacimiento de los “hoteles sobre ruedas” de Pullman con sus cocinas compactas y alimentos recién cocinados supuso todo un cambio en la experiencia gastronómica ferroviaria. Cuando George Nagelmackers, fundador de la compañía Wagons-Lits, viajó a Estados Unidos y experimentó un tren Pullman de primera mano, llevó el concepto a Europa, y así se creó el Orient Express.
En una crónica de la inauguración del tren, Henri Opper de Blowitz describió con detalle el esplendor del vagón restaurante:
Los manteles y servilletas de color blanco brillante, doblados de forma artística y coqueta por los sumilleres, los vasos relucientes, el vino blanco topacio y rojo rubí, las jarras de agua cristalina y las chapas de plata de las botellas de champán ciegan los ojos del público.
Aunque el año de esta descripción no es exactamente el de nuestra supuesta comparación, podemos imaginar que la extravagancia de los vagones restaurante aumentó en la edad de oro durante los años 20 y 30.
En cuanto a la comida en sí, De Blowitz elogiaba su excelente calidad ante los desafíos que presentaban el espacio y los recursos disponibles. El invitado belga reflexionaba sobre su emocionante experiencia culinaria a bordo:
[…] durante todo el viaje de París a Bucarest, los menús compiten entre sí en variedad y sofisticación, pese a ser preparados en la cocina diminuta en un extremo del vagón restaurante.
Para acercarnos más a la experiencia de Poirot, analizaremos este menú de almuerzo que se ve a continuación del 2 de junio de 1925, que consiste en filetes Sole Meunière, pollo Mascotte, judías verdes, jamón y carne asada, ensalada romana, crema de Lutetia y Postre. Este menú tiene una diferencia de tan solo 3 años con respecto al viaje ficticio del detective con bigote.
Para comparar este menú con los que aparecen en los servicios de AVE, usaremos un menú de almuerzo que se sirvió a los pasajeros en un tren AVE de Sevilla a Madrid. El menú que se ve a continuación presenta un consomé o gazpacho, una ensalada de garbanzos y verduras, y carrillera de cerdo con salsa y ñoqui al pesto como plato principal. Se incluyó una selección de pan y bebidas, así como queso de postre.
Los menús en los trenes AVE, diseñados por los chefs Sergio y Javier Torres, con estrella Michelin, se pensaron teniendo en cuenta a los pasajeros e incluyen alimentos saludables y diez menús especiales adaptados a las necesidades dietéticas de los pasajeros. Dependiendo del horario de viaje, se sirven diversos platos de desayuno, almuerzo, cena, aperitivos y merienda. La comida también varía según la región de la ruta. Suelen servir carne y pescado en el norte “húmedo y lluvioso”, frutas y verduras a lo largo de la costa mediterránea, legumbres en la meseta castellana y muchos productos de Andalucía, respetando la variedad del paisaje español.
Además del servicio de restaurante que se ofrece a bordo de los trenes AVE, hay muchos más detalles que proporcionan al pasajero una experiencia de primer nivel. Por ejemplo, la bienvenida a bordo y la despedida del personal, el acompañamiento de menores, la provisión de auriculares y el sistema de megafonía. La suma de todos estos factores aporta un encanto particular a la experiencia en los trenes AVE que no tiene rival en otros servicios modernos equiparables.
Y así, retomamos el tema inicial para comprobar si hemos llegado a una conclusión. ¿Qué diría Poirot del servicio de trenes moderno? Es cierto que se ha sacrificado buena parte del lujo en pro de precios más asequibles. Sin embargo, sigo creyendo que Poirot quedaría impresionado y bastante satisfecho con la experiencia en un tren AVE. Tal vez el asesinato en el Orient Express nunca hubiera ocurrido teniendo en cuenta el escaso tiempo necesario de viaje, en cuyo caso Poirot diría:
¡Qué alivio! Por fin he disfrutado de un relajante viaje en tren sin tener que resolver un misterio.
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