Imagen del Tour de Francia donde se ven ciclistas animados por aficionados y de fondo montañas verdes
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Asfalto a más de 2.000 metros de altura: 6 pasos de montaña legendarios del Tour de Francia

Eddy Merckx, Bernard Hinault, Miguel Induráin. Tres nombres escritos a fuego en la historia del Tour de Francia. Con permiso de Lance Armstrong, despojado de sus siete títulos tras sus escándalos de dopaje, estos tres ciclistas son los que más veces han vestido el maillot amarillo. En 111, 79 y 60 ocasiones, respectivamente. La camiseta que todo ciclista profesional aspira a ponerse alguna vez está de cumpleaños. En 2019, hace un siglo que viste campeones.

26 de julio de 2019

Los nombres de Merckx, Hinault, Induráin y muchos otros forjaron su historia no solo en el pódium de París. Sino en los altos pasos de montaña de los Alpes, los Pirineos y otros macizos franceses. Cumbres que se acercan a los 3 mil  metros de altura. Pasos emblemáticos que hoy vamos a repasar.

6 puertos míticos del Tour de Francia

Mucho ha pasado desde que un 1 de julio de 1903 60 ciclistas se subieron a una bici a las puertas del Café au Reveil Matin en las afueras de París. Ni siquiera la mitad eran profesionales. Aun así, lograron completar, no sin dificultades, una ruta de casi 2.500 kilómetros alrededor de una Francia en la que los caminos asfaltados eran una excepción. Quedaba así inaugurado el Tour de Francia, la carrera más importante del circuito ciclista mundial.

Su historia solo sería interrumpida por las dos grandes guerras que asolaron Europa en la primera mitad del siglo XX. Atrás quedan muchos momentos épicos, como el descenso del Tourmalet con el que Induráin se dio a conocer en 1991. O la escalada de Marco Pantani al Alpe D’Huez en 1997 marcando un récord aún imbatido. Casi todos ellos tienen que ver con una de estas carreteras serpenteantes que atraviesan el techo de Europa.

El Col de la Bonette-Restefond

Solo ha formado parte de la ruta del Tour de Francia en cuatro ocasiones. No es para menos. La carretera que rodea el pico de la Bonette-Restefond, en la frontera alpina entre Francia e Italia, es una de las más altas de Europa, alcanzando los 2.802 metros en su punto más elevado. Con rampas de hasta un 15% de pendiente, este paso de montaña fue parte de la ruta del Tour en 1962, 1964, 1993 y 2008. Como curiosidad, fue también parte del Giro de Italia en una ocasión (en 2016).

Imagen de una curva en carretera de montaña y 7 ciclistas subiendo

Ascensión al Alpe d’Huez en 2012. / Robbie Shade, Flickr

El Col de Sarenne (y el Alpe d’Huez)

Si hay una subida mítica del Tour de Francia esa es la del Alpe dHuez. Por allí han pasado (y, en muchas ocasiones, terminado) más etapas de montaña de la ronda francesa que en casi ninguna otra cumbre. Desde los años 70, ha estado presente en más de la mitad de las ediciones, aunque faltará en el recorrido de 2019. Sin embargo, su dureza (13 kilómetros de ascensión con una pendiente media del 8,2%) no es su mayor emblema. Sus 21 curvas de herradura, con los nombres escritos de los ganadores en la cima, están grabadas en la memoria de todos los aficionados al ciclismo.

En una única ocasión, la subida al Alpe d’Huez fue completada con el paso del Col de Sarenne, no tan conocido por sus subidas como por la peligrosidad de su descenso. De hecho, es un puerto de segunda categoría a 1.999 metros de altitud. Pero su carretera estrecha, mal asfaltada y llena de curvas fue muy criticada por los ciclistas. Tras su descenso, en 2013, los participantes volvieron a subir el Alpe D’Huez. Una decisión insólita por parte de la organización (la primera vez que se subía un puerto dos veces seguidas) que marcó el 100 aniversario de la ronda gala.

El Col du Tourmalet

Otro de los nombres que resuenan en la mente de los aficionados. Paso de montaña mítico, la cumbre de los Pirineos es la montaña que más veces ha sido ascendida en la historia del Tour de Francia. Un total de 86 veces. Y repetirá en 2019. Además, el ascenso al Tourmalet también ha formado parte de la Vuelta Ciclista a España en varias ocasiones.

El primer ciclista en coronar su cumbre, Octave Lapize en 1910, tuvo que hacer parte del recorrido a pie, cargando con su bicicleta por caminos de tierra y grava. Hoy todavía es una subida dura. De 17 kilómetros y una pendiente máxima del 12% en su cara más complicada. Eso sí, está perfectamente asfaltada.

Imagen antigua de un ciclista sujetando la bicicleta

Octave Lapize, on the Tourmalet ascent in 1910. / Wikimedia Commons

El Col du Portet d’Aspin

En 73 ocasiones, la ronda gala ha pasado por el Col del Portet d’Aspin. Aunque no es de los puertos más altos (1.489 metros) se ha convertido en uno de los clásicos de la carrera gracias, sobre todo, a su condición de paso natural hacia otras cumbres más altas de los Pirineos, como el Tourmalet. De hecho, la primera vez que se ascendió fue aquel año de 1910 en el que Lapize subió el Tourmalet a pie.

El Col du Grand Colombier

Solo se ha subido en tres ocasiones, pero es una de las adquisiciones más recientes del Tour de Francia y amenaza con convertirse en un clásico para los próximos 100 años. En 2012, 2016 y 2017, este gigante del macizo del Jura (al norte de los Alpes) sorprendió a todos por su dureza. Más de 18 kilómetros de subida con una pendiente media del 7% y rampas que se acercan al 20%.

Los más de 21 kilómetros de ascensión del Mont Ventoux. Los 31 del Col du Galibier en los que triunfaron Pantani y Anquetil. La irregularidad del Col de la Croix de Fer. Los nombres se acumulan en la lista de puertos míticos del Tour de Francia. Tan larga como sus casi 116 años de historia.

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