Movilidad sostenible

El futuro de la movilidad se inventó hace más de 200 años

03 de junio de 2020

«Siempre que veo a un adulto encima de una bicicleta recupero la esperanza en el futuro de la raza humana». H. G. Wells.

Se dice que Leonardo Da Vinci fue el inventor de la bicicleta, aunque no se sabe con certeza si la documentación encontrada con los primeros bocetos de lo que hoy conocemos como bicicleta sean de la autoría de este “Genio del Renacimiento”, autor de muchos y destacados inventos.

Si bien hay evidencias sobre la existencia de bicicletas antes de 1800, parece que la primera bicicleta la inventó, en 1817, el Barón Karl Von Drais en Alemania; la llamó “máquina andante” y consistía en una especie de carrito de dos ruedas, colocadas una detrás de otra, y un manillar.

La bicicleta como otras tecnologías, ha sufrido distintas transformaciones a lo largo del tiempo; su evolución no se ha detenido en ningún momento y podemos afirmar que es un invento de gran relevancia y permanencia como lo fueron la penicilina o la bombilla.

A partir de 1920 se popularizó su uso por todo el mundo, cuando tener un velocípedo se convirtió en una moda muy extendida por Europa occidental y América del Norte.

Las bicicletas utilizadas en Barcelona (mi ciudad) a principios del siglo XX tenían un cuadro sencillo y se impulsaban y frenaban con los pies, por lo que la comodidad no era una de sus características. En la ciudad condal, las mujeres eran las usuarias más entusiastas, a las que otorgó una sensación de confianza y ayudó a que tomaran el espacio público con cierta libertad: algunas de ellas llegaron a desafiar algunas costumbres, y hasta decidieron vestir pantalones para poder pedalear cómodamente, pero, sobre todo, empezaron a desplazarse con mayor libertad por la ciudad.

Susan B. Anthony, feminista y sufragista estadounidense diría en 1896:

La bicicleta ha hecho más por la emancipación de las mujeres que cualquier otra cosa en el mundo.

A partir de 1940 el uso de la bicicleta disminuyó dando paso al automóvil, que en ese momento era considerado el transporte del futuro. El coche se convirtió en el medio de transporte preferido y la bicicleta pasó a convertirse en un vehículo para las clases trabajadoras que no podían adquirir un automóvil.

En la década de los 80, la introducción de la bicicleta de montaña significó un cambio trascendental en la vida urbana de Barcelona que ya estaba al borde de la saturación vial; gracias a ello aumentó el número de ciclistas que se atrevían a pedalear por la ciudad, lo que motivó que las autoridades municipales decidieron impulsar los primeros carriles bici. Además, con los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, se impulsaron infraestructuras y otras iniciativas deportivas relacionadas con la bicicleta.

El renacimiento de la bicicleta

En la primera década del siglo XXI, la relación afectiva que los ciudadanos tenían con sus automóviles empieza a desplazarse hacia la bicicleta, que representa un paradigma moderno de movilidad, al que se considera como parte de un sistema de convivencia urbana que permite hacer un mejor uso del espacio público, haciéndolo más incluyente y que posiciona a los ciudadanos como iguales, aumentando la equidad al desplazarse por la ciudad.

Actualmente, se experimenta un nuevo auge en su uso y se prevé un crecimiento de este transporte en todo el mundo, en parte debido a la alerta sanitaria derivada de la pandemia del COVID-19, lo que representa en estos momentos una gran oportunidad para contrastar las ventajas del cambio en el modelo de movilidad.

Está claro que la bicicleta se ha convertido en la gran aliada en la salida de la crisis al asegurar una movilidad eficaz desde el punto de vista del contagio y la transmisión del virus, además de ofrecer mayor protección que otros medios de transporte, incapaces de asegurar la distancia física deseable entre las personas, por eso en estos momentos la bicicleta es el mejor medio de transporte.

¿Qué papel va a jugar la bicicleta en el futuro de la movilidad?

Los datos anteriores a la crisis del COVID-19, ya nos anunciaban un incremento del uso de la bicicleta. La Red de Ciudades por la Bicicleta, en el Barómetro 2019, que constituye el mayor estudio estatal sobre este medio de transporte, realizado cada dos años, refleja un incremento del 2% en su uso respecto al 2017. Actualmente más de la mitad de los españoles son usuarios de la bicicleta.

El estudio también revela que la bicicleta ha sustituido al coche o la moto en más del 40% de los casos en los desplazamientos cotidianos, donde más de 4 millones de ciudadanos la utilizan alguna vez para sus desplazamientos diarios por trabajo o estudios.

Asimismo, durante el año 2019 aumenta la notoriedad y uso de los sistemas públicos de bicicletas; más de tres millones de españoles utilizan algún sistema público de bicicletas compartidas, un sistema que acerca la bici eléctrica al ciudadano.

Nos encontramos, frente a un cambio de paradigma respecto a la propiedad privada y la movilidad es su máximo exponente.

Teniendo en cuenta estos resultados, el cambio natural de tendencia y los efectos positivos que el uso de la bicicleta ha traído durante la gestión de la crisis sanitaria en algunos países, ahora más que nunca la bicicleta renace como un medio estratégico de movilidad sostenible para quedarse de manera permanente.

En estos momentos, varios países trabajan en diferentes medidas que faciliten su uso: creación de corredores ciclistas, la reducción de la velocidad para favorecer desplazamientos seguros o la regulación de semáforos, que den prioridad peatonal y ciclista.

En Barcelona, el Ayuntamiento ya ha anunciado que ampliará carriles bici y aceras tras la crisis del Covid-19 para facilitar el distanciamiento y evitar que el coche invada demasiado espacio.

La alerta sanitaria, supone una gran oportunidad para confirmar las ventajas del cambio en el modelo de movilidad. que implica un nuevo escenario a considerar en la gestión de la movilidad de los próximos meses y años. Esto va a representar dar un nuevo impulso a la creación de infraestructuras prioritarias del transporte público individual, a las personas y a las bicicletas, para lo cual será necesario introducir cambios en la organización de la movilidad de las ciudades y mejorar la capacidad y extensión de las vías para el uso de las bicicletas.

La bicicleta trasciende otros ámbitos que interesan actualmente en cualquier ciudad: la movilidad urbana y sostenible, el espacio público, las estadísticas de accidentes viales y también la diversidad: porque moverse por la ciudad de una forma alternativa representa también cierta visión de ver y construir el entorno urbano.

El cambio cultural de la bicicleta no reside en la imposición de esta como el mejor vehículo, o como la solución a todos los problemas de movilidad, sino a considerarla como un vehículo eficaz, sostenible, ágil y transversal, que ayudará a coser la actual infraestructura de movilidad y que puede ser utilizada por todos los ciudadanos, por todas las clases sociales y en todas las ciudades.

Lo que está claro es que la bicicleta ha marcado tendencia a lo largo de su historia. Este vehículo de dos ruedas, de propulsión humana, ha recorrido un largo viaje desde sus humildes comienzos, en plena revolución francesa, hasta el día de hoy, para convertirse en el vehículo autónomo más rentable y adaptable del momento, un medio de transporte esencial para solucionar los retos de movilidad a los que se enfrentan todas las ciudades del mundo y que llega con vocación de quedarse.

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