Nuestro entorno está lleno de pequeñas infraestructuras en las que ya no reparamos. Supongo que pensamos que nuestras ciudades siempre fueron smart, con bike renting y free wifi, así que no tenemos que imaginar cómo sería nuestro día a día sin algo tan sencillo como aceras o pasarelas peatonales.
Sin embargo, hay lugares en los que algo tan habitual como cruzar una carretera sigue suponiendo un riesgo para los peatones, y no es posible transitar con seguridad y sin temor a sufrir un accidente.
Llevar infraestructuras “invisibles” como estas allá donde son necesarias es también parte del trabajo de las empresas de infraestructuras. Se trata de obras pequeñas que no reciben mucha atención fuera de su comunidad, pero que tienen un impacto directo en la calidad de vida de la gente.
La vida al lado de la Ruta 5 Sur
En los últimos años, he trabajado en varios proyectos de mejora de la conectividad peatonal en la autopista Ruta 5 Sur en Chile. Esta autopista es la arteria principal que recorre el país de norte a sur y forma parte de la Carretera Panamericana; un proyecto que busca unir todo el continente desde Alaska hasta la Patagonia pero que, aún hoy, está incompleto.
La construcción de esta autopista ha transformado la vida de muchas comunidades a lo largo de los últimos años. Cada día circulan camiones hacia los puertos de San Antonio y Valparaíso con mercancías destinadas a la exportación — frutas, vinos y salmón principalmente — o hacia Santiago y el norte. Además, también nos encontramos con los peculiares puestos “al paso” a ambos lados de la carretera, con frutas, dulces o artesanías que van variando en función de la región y la estación del año.
Sin embargo, la autopista también ha dividido muchos pueblos en dos, generado costes externos para las comunidades. Como resultado, los vecinos deben cruzar al oriente o poniente de la Ruta 5 para ir al colegio, al consultorio o a la tienda de comestibles más cercana, y no es raro ver a peatones cruzando los carriles de la autopista corriendo o en bicicleta.
Para facilitar y hacer más segura la movilidad de estos vecinos, desde Ferrovial he participado en varios proyectos de mejora de conectividad peatonal. El primero en el que tomé parte, en 2017, pertenecía a la Concesión Ruta del Maule, a unos 400 kilómetros desde Santiago. Allí se construyeron 17 paraderos de buses, dos pasarelas peatonales que atraviesan la autopista y dos puentes peatonales a lo largo de los 200 kilómetros de esta concesión.
Mano a mano con la comunidad
Llevar a cabo estos proyectos, que a priori pueden parecer sencillos, presenta una serie de retos muy particulares. En primer lugar, se requiere un gran esfuerzo a nivel de organización y coordinación, ya que la dispersión de las obras obliga a recorrer muchos kilómetros a diario. Nuestros supervisores, topógrafos y trabajadores deben llegar a cada punto de trabajo y saber exactamente qué se requiere allí. Miguel Bintaned, David Hernández, Diego Pinto, Elias Urrutia, Mauricio Aguayo o Alfonso Barrero son prueba de ello.
Además, en sectores rurales es común que las comunidades gestionen bienes como el agua potable o los canales de riego de forma colectiva. Así que, cada vez que nos topamos con estas redes (de las que por supuesto no existen planos as built) debemos encontrar a la persona capaz de gestionar caso a caso.
Todo esto nos obligó a enfrentar nuestro trabajo de una forma diferente y, para qué negarlo, tuvimos que adaptarnos como equipo a este tipo de obras, pero también nos ha permitido conocer mejor las singularidades de las personas para las que estamos construyendo estas infraestructuras, que son finalmente para quienes trabajamos.
Ingeniería al servicio de la comunidad
Si bien es cierto que estas caminerías no suponen un “desafío para la ingeniería”, también lo es la escasa atención que reciben en las etapas de proyecto, así que nos vemos obligados a revisar, encajar y adecuar cada estructura y acera, y trabajamos con el mismo nivel de detalle y compromiso que si estuviésemos ejecutando la ampliación de Heathrow u otros grandes proyectos.
“Estas obras son grandes no por sus dimensiones ni su magnitud, sino por el servicio que prestan de forma directa a las comunidades”
Creo que estas obras son grandes no por sus dimensiones ni su magnitud, sino por el servicio que prestan de forma directa a las comunidades. Actualmente estamos trabajando en otro proyecto de mejora de conectividad peatonal para la Concesión Ruta del Maipo, con pasarelas peatonales en Teno y Quilapán, mejora de accesos, ciclovías y 32 nuevos circuitos peatonales.
Así que nos quedamos con la satisfacción de saber que estamos entregando infraestructuras que mejoran la calidad de vida de la gente, dando soluciones donde se necesitan, que es de lo que se trata nuestro trabajo.
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