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Una abeja de mascota: todo lo que puedes hacer para ayudar a los polinizadores en tu ciudad

12 de enero de 2022

Pocas veces escuchamos la palabra “¡abeja!” sin que se genere un breve momento de pánico. Es cierto que tienen un aspecto amenazador y que su picotazo puede resultar muy doloroso (e incluso mortal), pero raramente nos paramos a pensar que estos insectos son mucho más beneficiosos que perjudiciales.

Las más de 20.000 especies de abejas que vuelan sobre el planeta Tierra son, junto a las avispas, las mariposas, los escarabajos y las polillas, algunos de los polinizadores más importantes. Además, en su labor de llevar el polen de una planta a otra, los acompañan otros animales como murciélagos, colibrís o lémures. Entre todos, garantizan el equilibrio necesario para que muchas plantas y cultivos se reproduzcan.

De acuerdo con la ONU, alrededor del 90% de las flores silvestres depende de la polinización para producir semillas y más de un tercio de las tierras cultivables del mundo la precisa para producir la comida que consumimos cada día. Un mundo sin polinizadores sería un mundo sin arándanos, sin fresas, sin café y sin chocolate, entre otros muchos otros alimentos. De ellos depende, por tanto, nuestra seguridad alimentaria y la salud de los ecosistemas.

Abeja posada en una flor Abeja posada en una flor. Will Hartenstein (Unsplash)

Sin embargo, numerosas especies de polinizadores están en riesgo a nivel mundial. Entre las principales amenazas están la pérdida y la degradación de sus hábitats, el uso de productos fitosanitarios, las enfermedades, la presencia de especies exóticas e invasoras y las consecuencias del cambio climático. Entre las más amenazadas, tanto a nivel mundial como europeo, están las abejas.

La recuperación de las especies polinizadoras depende en gran medida de la creación de estrategias y políticas de conservación. No obstante, no todo debe quedar en manos de los de arriba: hay muchas acciones que se pueden tomar a nivel individual para mejorar la situación de estos animales, incluso en la ciudad.

Plantar y plantar

Llenar las casas y las calles de espacios verdes, como jardines y huertos urbanos, ayuda a los polinizadores a la vez que mejora nuestra calidad de vida. Estos son algunos consejos para crear espacios atractivos para estos animales:

  • Priorizar las plantas de especies autóctonas. Si además hay mucha variedad, será más fácil controlar posibles plagas.
  • Optar por una variedad de plantas que tengan flores en las cuatro estaciones, para garantizar que los animales tengan alimento durante todo el año, y de diferentes tamaños, para que atraigan a diferentes polinizadores.
  • Plantar aquellas especies más atractivas para insectos como las abejas, como por ejemplo la manzanilla, la lavanda, los geranios o el diente de león.

Crear infraestructuras a medida

Cuando pensamos en las abejas, a menudo las imaginamos en grandes colmenas fabricando miel. Sin embargo, apenas un puñado de las miles de especies de abejas de todo el mundo son mieleras. Y no todas viven en colmenas: muchas se refugian y ponen sus huevos en pequeños agujeros del suelo o las paredes.

Por ello, una forma muy sencilla e interesante de ayudarles a expandir su territorio es crear espacios en donde puedan asentarse y descansar. En Países Bajos, por ejemplo, se ha creado toda una red urbana de hoteles y autopistas para abejas. Y lo cierto es que esto no tiene por qué limitarse a estos insectos: también hay muchas opciones de crear comederos, bebederos y casas para pájaros, por ejemplo.

Comedero para pájaros. Comedero para pájaros. Lachlan Gowen (Unsplash)

Limitar el uso de productos contaminantes

En 2018, los países miembros de la Unión Europea prohibieron el uso al aire libre de varios productos con neonicoticoides, una sustancia insecticida que se utilizaba (y se sigue utilizando en otras regiones del mundo) en numerosos cultivos. El motivo: está detrás del declive de las abejas y otros insectos polinizadores.

Al rociar los cultivos con neonicoticoides, la sustancia es absorbida por las plantas y permanece en su polen y su néctar. De ahí pasa, inevitablemente, al organismo de los insectos, lo que a menudo genera una parálisis o la muerte.

Para evitar que los animales (tanto los que vemos como aquellos invisibles, pero fundamentales para mantener el equilibrio de los ecosistemas) entren en contacto con elementos tóxicos es fundamental adoptar prácticas sostenibles y apostar, siempre que sea posible, por productos naturales, orgánicos o simplemente inocuos para estos animales.

Apoyar proyectos responsables

También existen opciones para aquellos que no tienen huertos ni terrazas que llenar de plantas y hoteles para abejas. Una de las más sencillas está, como siempre, en la cesta de la compra: ¿por qué no echar un vistazo a las etiquetas y comprar miel y otros productos apícolas locales? De esta forma, se apoya a aquellos productores que promueven buenas prácticas.

Apicultor trabajando en las colmenas. Apicultor trabajando en las colmenas. Annie Spratt (Unsplash)

Y la lista no acaba ahí: colaborar con grupos ecologistas de la zona, participar en proyectos responsables con la naturaleza o incluso apadrinar abejas son algunas de las muchas opciones con las que podemos contribuir al bienestar de los polinizadores.

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