La fuerza del agua es una de los poderes más impresionantes de la naturaleza. La caída por gravitación ha disuelto montañas, ha derribado ciudades y ha arrasado infraestructura crítica. Aunque también ha impulsado civilizaciones enteras con su energía, ayudado a cultivar de forma eficiente y ha sido parte fundamental en el minado del oro con la ruina montium romana.
Uno de los ejemplos más impresionantes de esta técnica fue empleada en Las Médulas, la mayor mina de oro a cielo abierto del Imperio Romano y hoy Patrimonio de la Humanidad por sus implicaciones en la historia humana. Con la ayuda de canales de decenas de kilómetros, la ruina montium permitía la explotación del territorio. Y dieron lugar a las formas que se ven hoy.
¿Qué es la ruina montium o cortas de minado?
La ruina montium fue una técnica de minería usada desde la Antigua Roma, antes incluso de la República o el Imperio. Se trata de un método de ingeniería mediante el cual se usa la fuerza del agua para derrumbar grandes secciones de una montaña y poder así extraer los minerales que esta contiene.
Para entender la impresionante fuerza del agua, basta con acudir a las faldas de una central hidroeléctrica y observar la velocidad a la que escapa el agua cuando esta se libera desde cotas altas. La energía potencial se libera en forma de energía cinética. El corte de metal con agua a presión demuestra que con altas velocidades de fluido es posible seccionar la materia.
Así tunelaban los romanos sus minas de agua
A diferencia de una lámina de metal, una montaña tiene una masa y unas dimensiones considerables. Ningún chorro de agua es capaz de perforarla en tiempos comerciales, por lo que los romanos dieron con una idea interesante: debilitar la estructura de la montaña tallando galerías en su interior.
Cómo de poroso es un cuerpo determina la resistencia que opondrá a cierta fuerza antes de quebrar. Es precisamente por esto que la gente mayor se fractura más los huesos, por lo que los panales de abejas que cavan sus colmenas bajo tierra se hunden cuando una persona los pisa o por lo que no conviene hacer taladros en una viga. Las oquedades debilitan la estructura.
Según la ley de Hooke, la resistencia de un elemento se reduce a medida que se reduce su sección, y cavar galerías mediante técnicas clásicas (picos y palas) hace que la montaña sea capaz de aguantar menos y menos peso antes de colapsar sobre sí misma. Ese ‘peso’ es el agua, pero el agua en movimiento.
La fuerza del agua en la ruina montium
Los romanos descubrieron que la fuerza del agua era mayor cuando esta se dejaba caer de golpe. En lugar de llenar las galerías de agua, un elemento menos denso que la tierra, lo que hacían era construir enormes balsas de agua por encima de las galerías. Una vez construidas estas, abrían sus compuertas.
La imagen superior muestra el corte de varias galerías en una montaña. Como puede observarse, ninguna de las galerías dan al exterior. ¿El motivo? Se buscaba el efecto del golpe de ariete del agua, el mismo que hace que el grifo suene si se cierra de golpe. Este hace que la presión aumente al instante.
El mecanismo era como sigue. El agua bajaba a alta velocidad por el interior de las galerías, pero al no tener punto de salida al exterior y ser el agua un fluido no compresible, el agua se detenía de golpe al llenarse la galería. Esta frenada en seco es la que produce la onda de alta presión que termina por colapsar un monte que ya había sido debilitado.
A Leonardo Da Vinci se le atribuye la frase “El agua es la fuerza motriz de toda naturaleza”. Aunque es incorrecto desde el punto de vista actual de la física, no cabe duda de que el agua es capaz de ejercer una presión considerable. Dos milenios después de que los romanos explotasen Las Médulas con la presión del agua, el batiscafo de los Piccard se sumergía a 10 000 metros con sus paredes de 13 cm de espesor. La presión era de 1196 kilogramos por centímetro cuadrado.
Los romanos usaban el golpe de ariete para crear unas condiciones similares en el interior de la montaña. El resultado es un derrumbe controlado que daba lugar a una montaña de tierra de la que era muy fácil extraer metales como el oro. En esta no era necesario cavar, porque el agua se había encargado de triturar el monte. Pero, ¿de dónde salía el agua y cómo era posible llevarla a lo alto de la montaña?
Transportando agua a 82 kilómetros de distancia
Para construir balsas sobre montañas, los romanos tuvieron que realizar obras de ingeniería a lo largo de decenas de kilómetros. Las siguientes imágenes muestran en corte y en planta el trazado del canal más largo de Las Médulas para el llenado del depósito de regulación que permitía explotar el yacimiento. El depósito albergaba 18 000 m3 que se llenaban lentamente y se dejaban caer en cuestión de segundos.
Para transportar el agua hizo falta una mano de obra ingente y la modificación de numerosas laderas, sobre las que se construían muros, canales y conductos a presión con los que mover el líquido. Los romanos no solo dieron forma a Las Médulas a base de ‘dinamitar’ las montañas.
También modificaron numerosos montes y valles cercanos. Recrecieron montes, excavaron, llenaron fosos de sedimentos, taponaron ríos o cubrieron valles enteros de residuos sobrantes de la mina. Tras 250 años de explotación, la región de Las Médulas no es la misma que antes de Roma.
1 comentario
Germà Martín
29 de agosto de 2022
Para mí ese lugar es fascinante. Cuando voy allí (ya he estado dos veces. Soy de Barcelona; por distancia no lo tengo fácil) me maravillo pensando lo que hicieron hace dos mil años sin máquinas.