Historia

Un oro para el diseño: ¿sabías que la arquitectura también fue disciplina olímpica?

13 de marzo de 2023

En el verano de 1928, el neerlandés Jan Wils subió al podio para recoger un oro olímpico. Junto a él estaban el danés Ejnar Rasmussen y el francés Jaques Lambert, quienes se llevaron la plata y el bronce. Pero no lo hicieron por sobresalir en ningún deporte, sino como ganadores por la calidad y la originalidad de sus diseños arquitectónicos.

Jan Wils recogió el oro en el estadio que él mismo había diseñado y que fue, precisamente, el que le hizo conseguir el reconocimiento: el Olympisch Stadion de Ámsterdam. Y es que, entre 1912 y 1948, cinco disciplinas formaron parte de las competiciones de arte de los Juegos Olímpicos modernos: literatura, música, pintura, escultura y arquitectura. 

Estas pruebas dejaron de formar parte de las competiciones por decisión del comité organizador de los juegos. Terminaron cayendo en el olvido, hasta el punto de que hoy pocos recuerdan que numerosos arquitectos, músicos y poetas se llevaron, hace algunas décadas, un oro olímpico por su trabajo. 

Discos, jabalinas y trompetas 

A finales del siglo XIX, el francés Pierre de Coubertin quiso devolver a la vida los Juegos Olímpicos de la antigüedad. Celebrar un torneo en el que volviesen a verse competiciones de tiro con arco, lanzamiento de disco o salto de longitud. Y no se le olvidó un importante detalle: en la antigua Grecia, los juegos no se limitaban a pruebas atléticas. También había concursos que ponían a prueba las habilidades artísticas de sus participantes. 

Las guerras y las disputas se alternaban con breves periodos de tregua en la antigua Grecia. Personas de todas las ciudades podían viajar entonces de forma segura hasta Olimpia, donde cada cuatro años participaban en los juegos en los que se medía su destreza en diferentes pruebas deportivas, musicales (como concursos de trompetas y de canto) y de interpretación. 

Representación de los juegos en la antigua Grecia

Representación de los juegos en la antigua Grecia. Edward Norman (Wikimedia Commons)

Los concursos artísticos fueron durante siglos una parte más de los Juegos Olímpicos de la antigüedad. Esto seguía el ideal griego de que la mente y el cuerpo debían estar sanos y en perfecta armonía, un principio que Pierre de Coubertin quiso mantener en los Juegos Olímpicos modernos. Tras viajar por diferentes países dando a conocer esta idea, consiguió que en 1912 las artes fuesen una disciplina más de los juegos. 

En aquel momento, habían pasado muchos siglos desde que el emperador romano Teodosio prohibiese los Juegos Olímpicos de la antigüedad por considerarlos, como tantas otras celebraciones, una tradición pagana. Las artes volvieron a los Juegos Olímpicos modernos en un mundo totalmente diferente al de la Grecia antigua, pero en el que se les quiso dar la misma consideración. 

La arquitectura en los Juegos Olímpicos

En 1912, el primer año en que las artes fueron parte de los Juegos Olímpicos modernos, el estadounidense Walter Winans consiguió su tercera medalla olímpica con una pequeña escultura de bronce de un caballo tirando de un carro. Sus anteriores medallas habían sido por disciplinas deportivas, y esta representaba todo lo que Pierre de Coubertin esperaba de los ganadores olímpicos: que sobresaliesen tanto en lo deportivo como en lo artístico. 

Ese mismo año, el arquitecto suizo Eugène-Édouard Monod se hizo con el primer oro de la historia de la arquitectura por el diseño de un estadio moderno. La principal condición para participar en las llamadas olimpiadas de arte era que las piezas presentadas estuviesen relacionadas con el deporte. Así, las pinturas y las esculturas representaban atletas, la literatura y la música contaban historias relacionadas con el deporte y la arquitectura hacía realidad estadios y otros edificios en los que practicarlo.

Representación de pruebas de atletismo en la antigua Grecia

Representación de pruebas de atletismo en la antigua Grecia. (Wikimedia Commons)

En los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1912, solo se presentaron 33 candidaturas, la gran mayoría de europeos. Se concedieron medallas de oro y plata en todas las categorías. Más adelante, el número de participantes fue creciendo, así como el interés de los artistas y del público en las categorías de arte. 

Los diseños de arquitectura y de diseño de las ciudades (una subcategoría dentro de arquitectura) se hicieron con decenas de medallas de oro, plata y bronce en los juegos celebrados entre las décadas de 1910 y 1940. Uno de los premios más recordados fue el de Jan Wils, el arquitecto que diseñó el estadio de Ámsterdam en el que se celebraron las olimpiadas de 1928.

El estadio de Ámsterdam en las olimpiadas de 1928

El estadio de Ámsterdam en las olimpiadas de 1928. Nationaal Archief (Wikimedia Commons)

Wils fue el único arquitecto de la historia en ganar una medalla olímpica con un diseño que se realizó para albergar los propios juegos. Además, su Olympisch Stadion fue el primero en contar con un pebetero para alojar la llama olímpica, el gran símbolo de las olimpiadas. En la antigua Grecia, esta ardía simbolizando el momento en el que Prometeo robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. 

Desde que se reintrodujo en las competiciones de Ámsterdam en 1928, en el pebetero que Wils diseñó para el estadio que le regaló el oro, la llama olímpica ha sido parte fundamental de los Juegos Olímpicos modernos hasta hoy.

El final de los juegos de arte

La última edición de los juegos que contó estos premios fue la de 1948. Tal y como explican en el estudio ‘Las competiciones de arte en los Juegos Olímpicos’, de The Olympic Studies Centre, esto se debió a una decisión del comité organizador, que consideraba que los artistas profesionales no deberían participar en competiciones para deportistas amateurs.

“En el Sesión del COI en Roma en 1949, se decidió que los concursos de arte serían reemplazados por exposiciones de arte en las que no habría ganadores ni medallistas, por considerar ilógico permitir que los artistas profesionales participen y reciban medallas cuando solo los atletas aficionados pueden tomar parte en las competencias deportivas”, explican en el estudio.

Estadio juegos olímpicos con cartel

“Lo importante en los Juegos Olímpicos no es ganar, sino participar”, puede leerse en un cartel de los Juegos Olímpicos de 1948. National Media Museum (Wikimedia Commons)

Años después, se decidió que los Juegos Olímpicos seguirían favoreciendo la expresión artística, pero de otro modo: los comités organizarían una exposición de bellas artes en cada edición, en las cuales no se otorgarían medallas ni otros premios. Los juegos de Melbourne de 1956 fueron los primeros en contar con esta exhibición. 

Hoy, las reglas de los Juegos Olímpicos también establecen que deben organizarse programas de eventos culturales para promover los valores que en su día defendió Coubertin y que llevaron a la arquitectura a ser, brevemente, parte de la historia de los Juegos Olímpicos modernos.

 

Imagen principal: representación de los Juegos Olímpicos de la antigüedad. Walter Crane (Wikimedia Commons)

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