edificio de hormigón beige
Rehabilitación y Conservación

Conservación de edificios y su rehabilitación: así preserva el siglo XXI la historia

12 de septiembre de 2023

Construido en 1893, declarado Bien de Interés Cultural en 2011 y rehabilitado en 2016, el frontón Beti-Jai es uno de esos ejemplos de cómo el siglo XXI puede mantener un espíritu de cuidado de la infraestructura que le precedió, devolviendo la estética —si no la funcionalidad— a nuestro patrimonio. ¿Y si el estilo del siglo XXI es preservar lo que ya tenemos, optimizándolo para una durabilidad máxima y un impacto mínimo?

Por diversos motivos culturales y económicos, las ciudades de todo el mundo miran dentro de su patrimonio y tratan de darle una nueva vida. En algunos casos como muestra meramente cultural y de preservación. En otros, como ocurrió en los tejados y fachadas de la Plaza Mayor, entra en juego también la conservación de áreas útiles y el confort dentro de los edificios.

¿Por qué rehabilitar o restaurar un edificio existente?

Reducir, reutilizar, reciclar, este es el orden que sigue la regla de las tres erres de la ecología. ¿Qué erre habría que añadir en edificación cuando hablamos de reutilizar? Probablemente, restaurar, reacondicionar, rehabilitar, renovar, remodelar, etc, conceptos más diferentes entre sí de lo que se suele pensar:

  • Remodelar implica añadir cambios respecto a la estructura original, dando quizá solución a nuevas necesidades. Como cuando la antigua Central Eléctrica del Mediodía se transformó en el museístivo CaixaForum Madrid.
  • Renovar requiere de cierto cambio en la infraestructura, pero no necesariamente de función. En construcción se entiende como una mejora a menudo funcional o estética, como el cambiar antiguas tuberías de hierro fundido por PVC. Misma función, nueva calidad.
  • Reacondicionar guarda relación con devolver al espacio ciertas condiciones mínimas, quizá de habitabilidad, quizá de iluminación o de monumentalidad. Pulir suelos de madera, nivelar escalones o sellar grietas en ventanas son algunos ejemplos.

  • Restaurar tiene que ver, principalmente, aunque no de forma exclusiva, con devolver a la estructura cierto estado original. Esto fue lo que pasó con la Plaza Mayor de Madrid y sus contraventanas, que fueron desmontadas, seriadas, restauradas y vueltas a montar en su posición original.
  • Rehabilitar es quizá la forma más completa de reutilizar un edificio. Consiste no solo en el lavado de cara que uno pudiera imaginar para dar esplendor visual, sino trabajar a fondo con la funcionalidad y el poder hacer uso de ese espacio. Es el caso del mencionado frontón Beti Jai.

Aunque con frecuencia aplicada a bienes muebles u objetos, lo cierto es que muchos bienes inmuebles se benefician de una restauración que alarga su vida útil y evita ciertos impactos ambientales. Y es que cualquier ‘objeto’, infraestructura y edificación incluidas, usado durante tanto tiempo como es posible, reduce el total de su huella ambiental. Es algo que el siglo XXI tiene muy presente cuando valora preservar espacios históricos y resucita patrimonio.

De hecho, los escenarios de rehabilitación tienen un potencial de calentamiento global bajo respecto a otras alternativas, como reconocen las instituciones, por lo que de cara al futuro conviene que los entornos urbanos aprovechen lo que ya está construido y que restauren y rehabiliten tantos edificios como sea posible.

Así es el enorme impacto positivo de cuidar los edificios

En 2014, en Portland (Estados Unidos) el icónico edificio posmoderno Portland Building  estuvo a punto de ser demolido. Tenía problemas de infiltración de agua y algunos estructurales. En su lugar, se llevó a cabo una renovación que, calculada a posteriori, ha ahorrado 1 062 692 kgCO2eq únicamente en materiales, sin considerar otros impactos como la maquinaria que hubiese sido necesaria para demoler el edificio, excavar el suelo, construir nuevos cimientos y un nuevo edificio.

En Bogotá, Colombia, el campus de la Universidad Nacional acoge edificios como el 406, que mediante rehabilitaciones, expansiones y mejoras logró doblar su superficie útil al tiempo que reducía el consumo y las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la infraestructura. Otro centro de estudio, esta vez a las afueras de Berlín, ha rehabilitado una antigua fábrica en un edificio multiusos. El estudio tras la transformación se especializa en dar segundas vidas a edificaciones.

Edificios que duran ¿milenios? Preservación del legado cultural

«Si de verdad queremos frenar el calentamiento global, entonces deberíamos poner el foco en renovar el parque de viviendas existentes», dice la arquitecta Dami Lee al respecto de darle una segunda vida a la infraestructura. Y eso es lo que llevan haciendo en el hotel japonés Nishiyama Onsen Keiunkan, inaugurado nada menos que en el 705 e.c.

De siglos posteriores aún existen edificios como las casas de madera de Kirkjubøur, en las Islas Feroe; la peluquería Truefitt & Hill (Londres), la más antigua de Europa; o el hotel Het Houten Huys de Ámsterdam. Todos estos emplazamientos tienen en común que han sido rehabilitados a lo largo de múltiples generaciones, cuidando el patrimonio común.

Obviamente, preservar el patrimonio cultural siempre será bien recibido. Sin esa conservación hoy en día no tendríamos el frontón Beti Jai, una de las joyas del patrimonio del XIX; o el CaixaForum Madrid, el edificio flotante que data de 1902. Cuidar lo que ya tenemos es un imperativo histórico .

Reaprovechar edificios e infraestructuras existentes no es solo más sostenible y tiene menos emisiones de carbono o usa menos agua, también permite que las ciudades en las que vivimos conserven parte de su historia y personalidad. De hecho, muchas ciudades son conocidas por ese legado.

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