Coches eléctricos, camiones autónomos… las necesidades cambian, la carretera permanece
14 de enero de 2019
Hasta la ciudad de Iquitos no se puede llegar por carretera. Su casi medio millón de habitantes solo está conectado al mundo por aire y por río. Situada en plena Amazonia peruana, Iquitos se considera la ciudad más grande del mundo sin acceso terrestre. Ha sabido encontrar en el Amazonas su autopista particular y es la gran conexión de Perú con el Océano Atlántico; un puerto comercial centenares de kilómetros tierra adentro. Pero su caso es excepcional.
Iquitos es una de esas singularidades que confirman la regla. El resto del mundo está, pueblo arriba, pueblo abajo, interconectado por caminos de asfalto. La movilidad de las personas, el transporte de mercancías, la economía… muchas cosas giran alrededor de un motor de explosión y un volante. O así fue, al menos, en el siglo XX. El arranque del nuevo milenio promete una revolución en la movilidad. ¿Cómo le sentarán los cambios a la carretera?
La movilidad del futuro
El futuro es eléctrico. Cuántas veces habremos oído esa frase. En España, en 2017, solo un 0,32% de las nuevas matriculaciones fueron de coches totalmente eléctricos (los híbridos sumaron otro 0.29%). En Noruega, país líder en movilidad eléctrica, el porcentaje fue del 20.8%, según datos del European Alternative Fuels Observatory. La diferencia es clara. Aun así, pocas voces se atreven a dudar de que el futuro de los vehículos terrestres pase por abandonar los combustibles fósiles. El cambio ya está en marcha. La reducción de las emisiones de CO2 y la contaminación de las ciudades así lo reclama.
El futuro es, también, conectado. En 2020, unos 380 millones de coches conectados circularán por las carreteras del mundo. Son estimaciones de Business Insider Intelligence. Algunos serán coches con Wifi y un navegador. Otros serán vehículos casi autónomos. El sueño de coches y camiones sin conductor está haciéndose realidad. Desde el año pasado, los tests y pruebas de vehículos autónomos se suceden. Las grandes compañías tecnológicas y la industria de la automoción están apostando fuerte por esta versión del futuro.
Las estimaciones más optimistas hablan de que en 2030 habrá cerca de 30 millones de vehículos autónomos circulando. Otros no lo tienen tan claro. “De la misma forma que los vehículos a motor transformaron el movimiento de personas y mercancías durante el siglo XX, la llegada de los vehículos sin conductor traerá cambios radicales durante el siglo XXI”, señala Bartley, director del Institute for Transport Studies de la Universidad de Leeds.
Para él, quedan muchos puntos por resolver, empezando por la interacción entre las personas y las nuevas tecnologías y terminando por cómo adaptar las infraestructuras a esta nueva realidad. El futuro de la movilidad pasa también por soluciones de vehículos compartidos, como el carsharing y la Mobility as a Service (MaaS). Y es que la rueda de la innovación no se detiene. ¿Qué les espera a las carreteras en todo esto?
Las necesidades cambian
La electrificación del parque móvil, la necesidad de reducir las emisiones del transporte, la conectividad y el coche autónomo y los demás avances tecnológicos entorno a la movilidad necesitan de una red de carreteras a la altura. Si las necesidades cambian, el camino se adapta. Estas son algunas de las novedades que podremos ver en las carreteras en los próximos años.
Asfaltos reciclados y que se auto reparan
La historia del asfalto va de la mano de las carreteras. Todo empezó con la brea, que hoy ya no se utiliza, y el betún (asfáltico, no el de los zapatos). Pero en los últimos años se ha apostado más y más por la introducción de materiales reciclados en la construcción de carreteras. Desde neumáticos – en muchos países de Europa, más de la mitad de neumáticos usados se transforma en pavimento – hasta restos de otras carreteras y construcciones, la tendencia al uso de asfaltos reciclados está en aumento. Las ventajas de ahorro y para el medio ambiente son claras.
Además, con el objetivo de aumentar la eficiencia del mantenimiento de las carreteras, cada vez más investigaciones están enfocadas a desarrollar pavimentos que se reparan solos. Por ejemplo, las universidades de Cambridge y Bath llevan varios años diseñando materiales que contienen nano elementos con capacidades reparadoras, como si se tratase de kits de primeros auxilios microscópicos.
Carreteras solares y luminiscentes
De las carreteras solares se ha hablado mucho. Asfaltos transparentes, una nueva generación de paneles… Su papel en las carreteras del futuro todavía no está claro, pero podrían ser una solución para los desafíos de la movilidad eléctrica. No son la única. También se investiga en cómo aprovechar el movimiento de los vehículos a alta velocidad con turbinas eólicas en los márgenes de las carreteras o en asfaltos capaces de generar energía con el movimiento.
La innovación también se deja ver del lado de la seguridad vial. Las señalizaciones fotoluminiscentes (que almacenan luz de día y la liberan de noches) son ya una realidad en algunas carreteras. Hoy mejoran la visibilidad para los conductores humanos. Mañana podrían ser esenciales para los sensores de los vehículos autónomos.
Carreteras que hablan con los coches
Por último, la movilidad conectada del futuro necesita de coches que se comuniquen entre sí, con su entorno, con la red y con las carreteras. Para ello, las infraestructuras de las vías de comunicación terrestre deberán adaptarse para integrar el alto volumen de tráfico de datos que se va a generar cuando coches, autobuses y camiones circulen sin conductor. En este complejo ecosistema encaja la llegada de la tecnología 5G y el Internet de las Cosas, otra de las grandes promesas de las comunicaciones del futuro.
En la autopista portuguesa Norte Litoral, Cintra y el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia (CTAG) trabajan en diferentes casos de uso para adaptar la infraestructura a la llegada del coche autónomo. Las primeras pruebas de esta comunicación vehicle-to-infraestructure (V2I) ya están en marcha.
Además, la mejora de la conectividad permitirá que las señales y los semáforos estén conectados, comunicándose con los coches y con la red y el sistema, así como más eficiencia en la gestión del tráfico. La lista de innovaciones no se acaba aquí. Nos jugamos tanto en la movilidad del futuro que es imposible abarcar todas las novedades en un solo artículo.
¿Permanece la carretera?
Las primeras carreteras pavimentadas de las que se tiene registro datan de hace más de 6.000 años. Se trata de unas calles de piedra en la antigua Ur, en lo que hoy es Irak, y una especie de caminos de troncos en Glastonbury, Inglaterra. Desde entonces, existen registros de carreteras pavimentadas en todas las épocas. La importancia de trazar caminos estables, seguros y cómodos queda patente a lo largo de la historia.
En el siglo XIX llegaron las primeras carreteras de asfalto, en París, un material que se popularizó en el siglo XX con el boom del automóvil privado. Desde entonces, el coche ha pasado a dar forma a nuestras ciudades y a nuestras comunicaciones. Pero, ¿cuánto han cambiado las carreteras desde Mesopotamia hasta nuestros días? ¿Cuánto cambiarán en el futuro? Mucho, sin duda, y, al mismo tiempo, la esencia de la carretera permanece.
Aunque generen electricidad, las carreteras seguirán siendo, sobre todo, rutas eficientes que reduzcan los tiempos de viaje. Por mucha innovación que haya en el asfalto, continuarán siendo clave en el desarrollo comercial de países y regiones. Aunque las carreteras estén conectadas a Internet, no dejarán de ser las arterias por las que se mueven los habitantes del mundo. Bueno, salvo, de momento, los de Iquitos.
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