Conocimiento y aprendizaje

La isla de los telescopios que mira hacia el cielo

02 de diciembre de 2022

Piscis, Orión, Tauro o Casiopea. Hace más de 2000 años, los humanos comenzaron a poner nombres a las constelaciones que decoraban sus cielos cada noche. Unían puntos, dibujaban sus formas y contaban historias que amenizaban las largas noches estrelladas.

Hoy, la contaminación lumínica nos ha robado esa capacidad de disfrutar del cielo. Aunque no en todas partes: hay lugares, como la isla de La Palma, que mantienen una iluminación apropiada para proteger el cielo nocturno y no tapar la luz de las estrellas. Allí, desde la iluminación del aeropuerto hasta las farolas que alumbran las carreteras están diseñadas para ser más respetuosas con el entorno.

Gracias a la baja contaminación lumínica, esta pequeña isla del archipiélago canario es el escenario perfecto para servir de base al Observatorio del Roque de los Muchachos, un referente para el estudio del cielo a nivel internacional. En él, se encuentra una de las baterías de telescopios más grande y completa del mundo.

Infraestructuras respetuosas

La contaminación lumínica hace que no podamos ver las estrellas de nuestros cielos, pero su impacto va aún más allá. Aumenta el consumo de energía (y con él, la emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático), altera los ciclos biológicos de las plantas, modifica los hábitos y la fisiología de muchos animales y trastoca los ritmos circadianos de las personas. 

Times Square, Nueva York

Imagen de Times Square, en Nueva York, llena de luces. Joe Yates (Unsplash) 

Para evitar esto y favorecer el estudio astronómico, las infraestructuras de la isla de La Palma (y las de Tenerife que son visibles desde la misma) cumplen una serie de normativas. Sus luminarias dirigen toda su luz únicamente hasta el suelo, y no hacia el cielo, con una intensidad baja y con un tipo de lámpara poco nociva, como las de vapor de sodio. 

Tal y como se señala desde la ‘Guía práctica para la iluminación de exteriores’, elaborada por el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), las islas apagan el alumbrado deportivo, los anuncios luminosos y todo aquello que no es necesario para la seguridad ciudadana a partir de la medianoche. Además, no está permitido que se instalen industrias, actividades o servicios que generen contaminación atmosférica por encima de los 1500 metros de altitud.

Gracias a estas medidas, la isla de La Palma permite el funcionamiento de los que sin duda están entre las construcciones más fascinantes de la isla: los telescopios del Observatorio del Roque de los Muchachos.

Las grandes lentes de la NASA y la ESA

Al borde del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente y a 2396 metros de altitud, se encuentra el Observatorio del Roque de los Muchachos (ORM). Fue inaugurado en 1985 y forma parte, junto al Observatorio del Teide, del IAC. La iluminación respetuosa del resto de la isla y el hecho de que las nubes suelen formarse por debajo de su altura (entre los 1000 y los 2000 metros), convierten este observatorio en un lugar idóneo para el estudio astronómico. 

Telescopios del Roque de los Muchachos

Telescopios del Roque de los Muchachos. Eduard Marmet (Flickr).

Desde 2007, el ORM cuenta con uno de los mayores telescopios ópticos de Europa y del mundo: el Gran Telescopio de Canarias. A este se unen telescopios propiedad de la NASA, de la ESA y de diferentes países de todo el mundo. 

Otro de los más representativos es el MAGIC, un ejemplo de la nueva generación de telescopios Cherenkov. Estos están destinados al estudio del universo en rayos gamma de muy alta energía. MAGIC cuenta con un gran reflector formado por 270 espejos individuales que pueden enfocarse por separado, y una cámara equipada con seiscientos detectores de luz.

El telescopio MAGIC en el Roque de los Muchachos

El telescopio MAGIC en el Roque de los Muchachos. Eduard Marmet (Flickr).

Junto a MAGIC, se alzan otra decena de grandes telescopios, como el Isaac Newton (INT), el Jacobus Kapteyn (JKT), el Telescopio Óptico Nórdico (NOT) el Telescopio Meridiano de Carlsberg (CMT). “Con estos telescopios se han hecho grandes avances en el estudio del Universo, como la obtención de la galaxia más profunda de la galaxia más lejana o la confirmación de la existencia de los agujeros negros y de la expansión acelerada del Universo”, señalan desde el IAC.  

El interés por el estudio de nuestros cielos en la isla de La Palma llevó también a la redacción de la conocida como Ley del cielo, en 1988, y a la creación de la Fundación Starlight, una entidad que trabaja para acabar con la contaminación lumínica y lucha por devolver a la sociedad un cielo estrellado.

Gracias, en parte, a una infraestructura respetuosa a nivel lumínico, la isla (con todos sus grandes telescopios) es uno de los pocos lugares en los que se puede seguir disfrutando, de verdad, del cielo.

 

Imagen principal: cielo estrellado en el Observatorio del Roque de los Muchachos (IAC)

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