La infraestructura es el conjunto de obras y servicios que permite el funcionamiento de la sociedad, como carreteras, puentes, aeropuertos, ferrocarriles, puertos, presas, redes eléctricas, de agua y de telecomunicaciones. El siglo XXI plantea importantes desafíos para ella. ¿Cuáles son estos desafíos y cómo esperan superarlos? ¿Qué se espera de la infraestructura civil? ¿Cómo se adaptan estos elementos sin penalizar el confort?
¿Qué se espera de la infraestructura en el siglo XXI?
Dado que la infraestructura es un elemento indispensable e insustituible para el Índice de Desarrollo Humano o el aumento de la calidad de vida, es coherente que para el siglo XXI se espere de ella grandes metas, en vista de lo que ya nos ha dado en el pasado.
Entre ellas se encuentra que los sistemas desplegados sean lo más eficientes posibles y tan resilientes como permita la técnica, para maximizar su sostenibilidad y minimizar el impacto ambiental. Este último es probablemente el valor base del siglo XXI: cómo hacer sostenible el desarrollo.
Se requiere de infraestructura que sirva tanto como adaptación a la crisis climática como apoyo a su mitigación, y todo ello sin que la ciudadanía deje de percibir sus beneficios derivados, un balance no fácil de resolver.
Infraestructura resiliente, sostenible y ecológica
Aunque todas las dimensiones analizadas en este artículo guardan relación entre sí, la resiliencia, la sostenibilidad y la ecología de la infraestructura forman un conjunto con muchos puntos en común. Se buscan materiales bajos en carbono y de larga duración, pero también sistemas más eficientes.
Probablemente, el ejemplo más sencillo de esto es la optimización de la infraestructura de un edificio, cómo el control sobre las máquinas de clima, la iluminación e incluso el algoritmo del ascensor (no es un problema trivial) ofrecen reducciones de consumo que evitan malgastar energía.
Una infraestructura resiliente es aquella cuyo consumo se adapta, una sostenible aquella cuyo impacto es bajo, y una ecológica aquella capaz de dar espacio al medio ambiente, por simplificar. Y, además del edificio, existen otros ejemplos como los proyectos de energía renovable y su almacenamiento, los sistemas de gestión de agua o las infraestructuras verdes.
De hecho, existen soluciones basadas en la naturaleza (SbN) que evitan el despliegue de la llamada infraestructura gris en pro de la infraestructura verde. Ejemplo de esto es la zanja biológica híbrida, modalidad de zanja biológica combinada con una tubería. Apenas requiere mantenimiento, no gasta energía, y cumple múltiples funciones como filtrar, canalizar o retener agua.
Por un uso intensivo de la infraestructura
De la infraestructura del siglo XXI se espera usabilidad y multifuncionalidad, usos intensivos que minimicen el impacto per cápita aumentando su utilidad. ¿Cómo se consigue esto?
Cada vez es más frecuente encontrar edificios de usos mixtos o multiusos que ayudan a maximizar el beneficio de la inversión en infraestructuras. Son espacios flexibles y muy versátiles que permiten multitud de actividades en el mismo lugar. El ejemplo clásico son los institutos que por las tardes abren para celebrar reuniones vecinales, como centros de apoyo o lugares en los que teletrabajar, estudiar, formarse, e incluso entrenar. Después de todo, el equipamiento deportivo del instituto no será usado por sus alumnos por las tardes.
Cuando se diseñan equipamientos de usos varios, es posible desplegar menos infraestructuras pero que sean a su vez más utilizadas. Entre algunos ejemplos se encuentran:
- La estandarización de los cargadores eléctricos permite que estos sean usados por más vehículos, estén más ocupados y aumenten la demanda de electrificación.
- Los zonas de juego para todas las edades son espacios inclusivos pensados para maximizar su uso, aprovechando las diferentes franjas horarias de niños, adultos o ancianos, e incluso permitiendo el juego común.
- Las Comunidades Energéticas mancomunan tejados para aprovechar mejor el mismo volumen de placas fotovoltaicas, ya que no todos los vecinos consumirán a la misma hora.
- Muchos campos deportivos ya cuentan con múltiples líneas sobre el pavimento, de modo que la ocupación es tan alta como resulta viable.
Infraestructura adaptada a todas las necesidades
La infraestructura del siglo XXI no puede servir únicamente a un tipo de usuario, sino que se espera que dé respuesta a necesidades variadas, pero al tiempo compatibles y de forma óptima. Es por ello por lo que en América del Norte se están eliminando las strodes o que en Europa se están fomentando las calles completas.
Las strodes son una mezcla poco útil a caballo entre calle y carretera, particularmente insegura para peatones y ciclistas, que ni siquiera permite al coche circular rápido, no sirviendo a ningún propósito. De modo que se cambia a una carretera (más rápida) o a una calle (más lenta).
Montgomery Country Complete Streets,
Algunas incluso acabarán convertidas en calles completas, una solución de infraestructura que permite el uso de todo tipo de vehículos —coches, motos, patinetes, bicis, autobuses, camiones e incluso tranvías— así como movilidades activas como pasear o pedalear, y la construcción de un lugar. Está pensada para proporcionar acceso seguro a todos los usuarios de todas las edades y capacidades a bajo coste, ser sostenible y muy eficiente.
El reto de recircular materias primas
Las rupturas de stock tras la pandemia o el encarecimiento de las materias primas por la Guerra de Ucrania son dos ejemplos consecutivos de cómo cualquier inestabilidad en los sistemas de producción tienden a elevar los precios de forma drástica. Es una forma económica de ver el flujo de materiales junto a otras perspectivas como la sostenibilidad.
Con el objetivo de evitar que los costes de la infraestructura dependan de estos elementos, lo ideal es buscar la forma de recircular materias primas. Por ejemplo, haciendo uso de asfalto reciclado que use materia reutilizada para su fabricación, una forma de hacer la infraestructura vial más sostenible.
Lo mismo ocurre en otros ámbitos como el revamping de maquinaria industrial o la reutilización de elementos modulares. Esto último es muy frecuente en infraestructura de telecomunicaciones en las que se usan casetas, torres e incluso equipos que tienen varias décadas a sus espaldas, actualizando solo algunos elementos para dar saltos cualitativos en la calidad.
Hacia una infraestructura digital, conectada e inteligente
Si el final del siglo XX destacó por la generación masiva de datos, el siglo XXI será recordado por el uso inteligente de la información. Los datos se transforman en información, y esta en conocimiento aplicado. Durante los próximos años y décadas aprenderemos a usar mejor aquello que ya tenemos, o incluso a diseñar nuevas alternativas de infraestructura.Un ejemplo de esta forma de pensar es cambiar el paradigma de macroredes eléctricas por smart grids locales basadas en el autoconsumo.
El futuro promete muchas maravillas de la técnica y la ingeniería —energía virtualmente ilimitada, descarbonización, fin del hambre— y, sin embargo, también existe un reto fundamental: conseguirlo preservando y restaurando los recursos naturales.
Imagen principal: Hilbert Simonse,
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