A lo largo de su historia, el palacio de la Duquesa de Sueca tuvo muchas vidas. Fue una escuela para los hijos de los criados de Carlos III, la residencia de Manuel Godoy y María Teresa de Borbón y Vallabriga, un colegio, uno de los primeros cuarteles de la Guardia Civil que hubo en Madrid y un edificio de viviendas.
Hoy, un proyecto de rehabilitación busca dar a este edificio histórico una nueva oportunidad. Las obras están llenas de desafíos y presentan una ocasión única de trabajar en un proyecto interesante, muy diferente a nivel constructivo y repleto de dificultades que superamos gracias al trabajo en equipo.
Una puerta al pasado
El palacio de la Duquesa de Sueca se encuentra en pleno centro de Madrid, en la plaza del Duque de Alba. Fue construido a finales del siglo XVIII y recibe su nombre porque durante años fue la residencia de María Teresa de Borbón y Vallabriga, duquesa de Sueca, la primera mujer de Manuel Godoy. Hoy, muchos lo conocen porque su portón principal es la entrada del Ministerio del Tiempo en la famosa serie de televisión.
Cuando comenzamos a trabajar en el edificio, ya se habían rehabilitado tres cuartas partes del mismo. A nosotros nos correspondía encargarnos de la última parte, que presentaba una situación grave de inestabilidad a nivel estructural. A pesar de su importancia histórica, el edificio había sido descuidado durante años y era necesario realizar obras importantes para devolverle el aspecto y la robustez del pasado.
Nos encontramos con que era necesario demolerlo todo, excepto una pequeña estructura de madera que daba al patio central. El siguiente paso fue reconstruirlo de la manera más fiel posible a los métodos constructivos y las técnicas con las que se había levantado el edificio original. Las exigencias de Patrimonio y los requisitos del proyecto hacían que nos tuviésemos que ajustar a los métodos de ejecución antiguos. Por ello, nos dispusimos a echar un vistazo al pasado y a adaptar nuestra forma de trabajar habitual.
El reto de reconstruir un edificio antiguo
Nuestro primer paso fue entender cómo era la estructura del edificio y cómo se había construido. Tuvimos que analizar el palacio, pasearnos por él, estudiarlo y conocerlo. De esta forma podíamos determinar como estaban formados los diferentes elementos estructurales y los detalles de uniones y transiciones de unos elementos estructurales a otros, principalmente muros de ladrillo muy gruesos con una gran capacidad portante, forjados en madera, carreras y sobre carreras como elementos de transición.
Es decir, una construcción que difiere mucho de las actuales, en las que se tiende a soluciones estructurales finas, delgadas, muy esbeltas. El palacio de la Duquesa de Sueca tiene fábricas de ladrillo de dos pies, incluso en algunas zonas concretas de dos y medio. En 20 años de experiencia en construcción, las fábricas con mayor carácter portante que he tenido que ejecutar han sido de 1 pie. Tuvimos que investigar en los libros de la facultad para determinar el aparejo adecuado para que funcionase como un cuerpo sólido.
Lo mismo sucedía con las construcciones de madera, que eran sencillas, pero basadas en técnicas que ya no se utilizan. Tuvimos que mantener muchos detalles y encontrar soluciones innovadoras. Por ejemplo, la altura de las plantas (de hasta seis metros) complicaba mucho seguir los sistemas tradicionales de encofrado.
Gracias al trabajo y a la colaboración de Miguel Ángel León, una persona con mucha experiencia en rehabilitaciones y trabajos en madera, dimos con una solución basada en tableros especiales de encofrado, atornillamos en la parte inferior, mediante la tornillería que se utiliza en las fijaciones de la estructura de madera. Hicimos varias pruebas para comprobar la resistencia del sistema, e imitamos el impacto del peso de una persona. Además, añadimos líneas de puntales para tener una red horizontal bajo el sistema, aumentando la seguridad. El resultado fue un éxito y, además, ahorramos en procesos, tiempo y recursos.
Desafíos en el centro de Madrid
Los otros grandes retos de este proyecto están ligados a la logística. Al centro de Madrid solo es posible acceder con vehículos medianos y pequeños y a determinadas horas al día, lo que dificulta el traslado de maquinaria y materiales. Además, el propio palacio de la Duquesa de Sueca presenta limitaciones: su única vía de acceso a la calle es su portón principal. Para llegar a las obras es necesario atravesar dos patios, uno de ellos bastante pequeño.
Nos vimos limitados a utilizar camiones de dos ejes, lo que nos obligó a buscar empresas que pudiesen suministrar materiales en vehículos pequeños. Todo esto implicó muchas tareas de organización y planificación, y en ocasiones aumentó el coste del proyecto. La madera, por ejemplo, tuvo que ser enviada hasta un centro logístico y, a partir de ahí, transportada a la obra en camiones pequeños que solo permitían transportar de 8 a 10 palés.
Lo mismo sucedía con las hormigoneras. Las únicas que podían atravesar los patios eran las de seis metros cúbicos, máquinas que resultan poco productivas para las plantas de hormigón y que muy pocas tienen. La alternativa – a la que tuvimos que acudir en algunos casos puntuales– pasaba por bombear el hormigón desde prácticamente la calle al interior de la obra.
También tuvimos que resolver cómo meter la grúa dentro de la obra. Fue como jugar al Tetris: le dimos vueltas y probamos varias soluciones hasta que dimos con un modo de conseguirlo. Procesos que en otras obras son meros trámites, en esta nos supuso todo un reto.
Una nueva vida para el palacio
Participar en este proyecto ha sido una aventura muy inspiradora y, a la vez, un quebradero de cabeza. Se aleja mucho de las construcciones más típicas, y requiere investigar, probar nuevas soluciones, echar la vista atrás y construir como lo hacían en el pasado.
Este proyecto además ha requerido la presencia de arqueólogos. Pude ver cómo trabajaban y cómo las conclusiones de sus estudios ayudaban a imaginar las otras vidas del palacio. En las excavaciones se llegó a encontrar una antigua bayoneta, que actualmente están restaurando y estudiando.
Una vez terminen las obras, el palacio de la Duquesa de Sueca pasará a tener una nueva vida muy diferente a las anteriores. Se espera que albergue dos centros sociales, uno para acoger familias en riesgo de exclusión y otro para mayores.
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